Un centro innovador no sólo es aquel que utiliza tecnología; es el que tiene un proyecto que impulsa el cambio. Esta fue una de las conclusiones de la mesa redonda ‘Innovación educativa con las TIC: alumnos de hoy, profesionales del mañana’ organizada por Microsoft y EDUCACIÓN 3.0.
“Desde Microsoft entendemos que un centro innovador lo es porque ha creado un proyecto metodológico y pedagógico que quiere impulsar un cambio y las competencias en los alumnos”, explicó Óscar Sanz, director de Educación de Microsoft Ibérica.
_Mg_9548_533X360Y para crear una iniciativa de este tipo y llevarla al éxito, resulta indispensable el apoyo de la comunidad educativa al completo: desde los docentes del centro al equipo directivo, las familias y, por supuesto, las instituciones. “Para que un centro pueda llegar a ser innovador necesitamos que todo el centro funcione como tal: se requiere un apoyo firme por parte de la dirección, cambiar la metodología y buscar innovaciones eficientes que sean eficaces y duraderas en el tiempo. Evidentemente eso lleva a nuevas prácticas como el aprendizaje cooperativo, por proyectos, la clase invertida…”, afirmó Andrés González, director del centro de innovación GSD (Colegios Gredos San Diego).
Además, las empresas tecnológicas pueden poner su granito de arena con iniciativas y soluciones adaptadas a este entorno. “Desde Microsoft nuestro compromiso es crear un entorno inmersivo e inclusivo de aprendizaje. De hecho, todas nuestras herramientas están enfocadas a ello. Por otra parte, nos caracteriza nuestro carácter abierto, con compatibilidad para múltiples dispositivos y plataformas. Los proyectos, la convicción de que la innovación tecnológica impulsa la diversidad y el apoyo a los entornos inmersivos e inclusivos del aprendizaje está en nuestro ADN”, explicó Sanz.
Por último, es muy importante el papel de las administraciones. En el caso concreto de la Comunidad de Madrid, la tendencia es dar autonomía a los centros para que creen sus proyectos propios. Así lo manifestó Ismael Sanz Labrador, director General de Innovación, Becas y Ayudas a la Educación de la Consejería de Educación, Juventud y Deporte: “Para nosotros es una apuesta dejar que los centros desarrollen sus propios proyectos. Luego, la forma de comprobar que esa autonomía se está utilizando bien es a través de los resultados”.

Transformar la evaluación

Como consecuencia, desde los centros educativos innovadores se reclama el cambio en la forma de evaluar el proceso de enseñanza-aprendizaje. “Si no lo cambiamos, es imposible transformar la forma de enseñar”, sentenció González, de GSD. Esta “falta de coherencia”, siguiendo las palabras de Manuela Lara, directora de Proyectos y Desarrollos Santillana Negocios Digitales, provoca que, en muchas ocasiones, la metodología innovadora pase a un segundo plano al llegar a determinado nivel educativo. “Nos estamos encontrando con centros que en 2º de Bachillerato pasan a utilizar un enfoque centrado en preparar las pruebas de acceso a la Universidad. Y si no lo hacen en este momento, los alumnos igualmente se encuentran con una brecha al llegar a la Enseñanza Superior, donde todavía no se están implementando este tipo de transformaciones”, comentó Sanz, de Microsoft.
Aun así, todo depende del centro, por lo que ya se pueden citar ejemplos que mantienen su metodología durante toda etapa escolar. “Hemos observado mejoras en los resultados de la PAE en nuestros alumnos y creemos firmemente que no tenemos que acabar con la innovación. Estamos condicionados por nuestro modelo de personalización, trabajamos por y para cada uno de nuestros alumnos y nos esforzamos para formarles como personas que sean capaces adaptarse a los cambios”, opinó Isabel Solana, directora del Proyecto EBI de la Fundación IRUARITZ-LEZAMA.

Tecnología e innovación

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Toda esta innovación puede ir asociada a la tecnología, pero no es estrictamente necesario. “Su uso ha significado una apertura de los centros y la generación de redes y conversaciones interesantes. Una de las grandes ventajas de utilizarla en esta transformación es la visibilidad que ha dado a la labor de los profesores y los centros”, puntualizó Lara (Santillana). Además, posee un gran valor para potenciar la competencia de aprender a aprender. “No se trata sólo de llevar la tecnología al aula, sino de construir con ella un mundo distinto en el que los alumnos desarrollen contenidos y sean capaces de crear”, explicó José Fernando Juan, docente de Secundaria del Colegio Amorós de Madrid.
Esta es una de las razones de que sea necesario hacer un uso racional de la tecnología para que los alumnos estén en disposición de ser absorbidos por las empresas al salir del centro o, incluso, para crear las suyas propias. “De ahí que en los colegios tengamos la obligación de luchar por formar en los trabajos del futuro sin perder de vista su formación como personas. Esta dualidad está relacionada también con la tecnología, ya que la vamos a utilizar como herramienta”, ejemplificó David Bravo García, responsable de Sistemas y profesor de Primaria en el Colegio Árula de Madrid.

Con dificultades

Una de las dificultades a las que se enfrentan los centros a la hora de implantar tecnología está en la seguridad: no es lo mismo utilizarlas que hacer un uso confiado y responsable de ellas. “En Microsoft hemos estado un año entero trabajando para certificar y pasar una auditoría del Esquema Nacional de Seguridad para nuestras plataformas cloud y de colaboración y así adecuarnos a sus exigencias de privacidad y seguridad de los datos”, afirmó Sanz.
Con medidas como estas podría reducirse la reticencia de docentes y familias de utilizar algunas herramientas presentes hoy en día en la vida de los alumnos. Uno de los ejemplos más claros podría ser el smartphone, prohibido en muchos centros. “El móvil tiene muchas posibilidades en el aula. Puede utilizarse para confirmar un dato, por su cámara, sus aplicaciones... Pero muchos docentes piensan en él en negativo. Hay cierto miedo con respecto a la herramienta para utilizarla de forma correcta, y ahí es indispensable la educación del profesorado”, comentó Bravo, del Colegio Árula.
Precisamente la gestión del cambio es otra de las dificultades a las que se enfrentan los centros que desean transformarse. La razón: muchos docentes se resisten. “La gestión del cambio en centros depende de un liderazgo que de seguridad, que genere marcos de trabajo estable... Profesores innovadores hay muchos, pero a nivel de centro es muy difícil cambiar y es necesario un compromiso de todos, empezando por el equipo directivo”, concluyó Solana (Proyecto EBI).

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