La frustración es la emoción que deriva de la impotencia, la rabia, la tristeza… Resulta de lo más compleja ya que convive con otras emociones y aparece cuando no somos capaces de gestionar una situación sobre la que teníamos ciertas expectativas, o cuando nos llevan la contraria y no queremos ceder ante las opiniones de la otra persona. Para aprender a gestionarla, debemos contar con recursos y estrategias, así como una base que nos permita solucionar esas situaciones, que si no se canalizan de forma adecuada pueden derivar en conflicto.
Frustración En El Aula

Pautas a seguir ante una situación de frustración

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Ante la frustración, es necesario seguir el siguiente proceso y exponer al alumnado los pasos que pueden dar. Esto le permitirá fomentar su capacidad de pensamiento estratégico para establecer metas ante ciertas expectativas, así como planes alternativos cuando no las cosas no salen como desearían.

  • Reconocimiento de dicha frustración (con la emoción correspondiente que se relaciona en ese momento: rabia, tristeza…)
  • Relajación para bajar la intensidad de la emoción 
  • Búsqueda de una solución 
  • Puesta en práctica

Ejemplo orientativo para exponer al alumnado

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Situación: estoy haciendo un trabajo grupal y no nos ponemos de acuerdo sobre cómo llevarlo a cabo. “Siento impotencia y rabia porque quiero hacerlo a mi manera, es la forma más adecuada”.

  • Como ante esta situación empiezo a hablar un poco mal a mis compañeros, reconozco que siento rabia.
  • Creo que debo bajar la intensidad de mi rabia para que la frustración (y la situación) no me controle. Pongo en práctica una técnica de relajación: pido a mi profesor si puedo ir un momento al baño, alejándome así por un segundo de la situación y calmándome tomando un poco de agua. Frustración Aula
  • Pienso que hay que encontrar una solución porque de lo contrario no haremos el trabajo. Somos cuatro personas y si todos tienen su propia opinión y yo no quiero ceder, no les dejaré hacer su parte bien. Vamos a ver qué puede aportar cada uno y así nos podremos organizar sin que yo lo controle todo en este trabajo. 
  • Muestro empatía ante mis compañeros y buscamos entre todos la manera de aportar una parte que nos haga sentir cómodos. Al final uno se encargará de hacer los dibujos y gráficos porque le gusta mucho, otro buscará la información…  Así acabamos el trabajo.

De la misma manera que se expone el ejemplo de una gestión correcta de la frustración, es importante hacer la analogía de cómo sería esta misma situación sin realizar todos los pasos y sin buscar una solución: preguntar a los alumnos y debatir sobre el tema les hará tomar conciencia. Los estudiantes probablemente contestarán: se enfadarán, no acabarán el trabajo o lo harán mal y sin coherencia, etc. De esta manera vemos la parte positiva de canalizar la frustración hasta un resultado positivo.

Estrategias para que los alumnos aprendan a tolerar la frustración

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Además de exponer con claridad los pasos adecuados para gestionar la frustración, es importante asentar unas bases que nos permitirán que el proceso sea un éxito de principio a fin.

Establecer una base: la empatía

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Si no enseñamos a los alumnos a ponerse en el punto de vista de los demás, no conseguiremos que ante un conflicto o una situación que genera frustración puedan llegar a un punto de reflexión para solucionarlo. Por ello, es muy importante que entiendan qué es la empatía o que la practiquen de forma dirigida a través de juegos con el tutor, para que cuando llegue el momento estén preparados para hacer uso de este recurso tan necesario en nuestro día a día.
Empatía Para Trabajar La Frustración

¿Cómo trabajamos la empatía en clase?

  • Primero preguntamos al alumnado qué cree que es la empatía y para qué sirve, ya que iniciar un tema haciéndoles reflexionar y averiguar sin información adicional les crea curiosidad e interés. 
  • Una vez que los estudiantes han expuesto cada uno lo que opina, el tutor pasa a definir el concepto: explicar la empatía mediante un cuento o una historia les ayudará a captar más la atención (si hay estímulos visuales, siempre resulta más atractivo que si sólo es a nivel verbal). ¡Hagamos que disfruten!
  • ¡Empezamos a practicar! Solicitamos a cada alumno que escriba en un papelito una situación que ha vivido dentro de la escuela que le ha generado frustración y en la que cree que debería haber puesto en práctica la empatía. Se meten todos los papelitos en un recipiente, mezclamos bien y hacemos que cada uno coja uno. Los ponemos en común de uno en uno. El alumno lee el papel que le ha tocado y con la guía del profesor debe intentar solucionar la situación a través de la empatía. Una vez lo haya planteado, pueden participar sus compañeros para aportar más ideas.
  • Momento de reflexión: después del juego práctico, preguntamos al alumnado qué le ha parecido el papel de la empatía ante la frustración y se hace un cierre de la actividad.

Usar un lenguaje positivo

Es necesario que el profesorado utilice un lenguaje positivo, que sirva de modelo para sus alumnos. Hay que tener en cuenta que la habilidad para aprender es cambiante y depende de nuestro esfuerzo (neuroplasticidad cerebral) y que por consiguiente si un alumno fracasa en alguna tarea no significa que esté todo perdido. Siempre se puede mejorar con esfuerzo, motivación y un lenguaje positivo que haga ver a los estudiantes que son capaces de superarse.
Usar Un Lenguaje Positivo
Por ejemplo, un alumno que suspende un examen de matemáticas a pesar de haber estudiado mucho, sentirá frustración cuando el profesor le dé su examen y vea la nota. Ahora bien, si el profesor lo anima, ve los aspectos positivos de su examen, así como su esfuerzo (“Sé que te has esforzado. Revisa donde has tenido los errores y verás como en el siguiente examen lo harás mejor”), el alumno tendrá una reacción emocional muy distinta a si ve que su profesor no le da importancia a su examen o ve que no tiene remedio (“Has hecho este examen muy mal”).
Asimismo, hay que eliminar mensajes tales como: “No vale la pena que me esfuerce porque no me va a salir bien igualmente”, y cambiarlos por “si me esfuerzo creo que puede salirme mejor, voy a intentarlo”.

Enseñar técnicas de relajación

El alumnado frustrado no podrá establecer empatía, ni un pensamiento positivo, y mucho menos establecer una estrategia si no tiene sus emociones desagradables bajo un mínimo control. Es decir, si está rabioso porque no se entiende con sus compañeros haciendo un trabajo, no podrá aportar una solución al conflicto.
Por ello es necesario enseñar a los alumnos a bajar el nivel de intensidad de sus emociones para que no acaben en frustración. Se pueden practicar en el aula a modo de juego ya que si se hace uso de ellas de forma regular.
Algunas técnicas de relajación son:

  • Respiración 1,2 3 
  • La técnica del volcán
  • Mindfulness 
  • La técnica de la tortuga 
  • Alejarse de la situación conflictiva
  • Mi lugar tranquilo (cerrar los ojos y pensar en un lugar relajante donde solo estés tu)
  • Pensar en algo que genere un pensamiento positivo inmediato (pensar en mi mascota, recordar que el fin de semana iré a un cumpleaños….

 

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