Rafael Bisquerra, catedrático de Orientación Psicopedagógica, define las competencias como un conjunto de capacidades, conocimientos, actitudes y habilidades necesarias para llevar a cabo diversas actividades con cierto nivel de eficacia y calidad. En el caso de las competencias emocionales, todos los factores anteriormente citados se utilizan para regular, comprender y expresar correctamente los fenómenos sociales, siendo fundamental en las relaciones sociales que tiene cada individuo, además de para poder desarrollar correctamente todos los aspectos de la vida cotidiana. 

En el ámbito de la educación, las competencias de la educación emocional han ‘despertado’ para tomar gran conciencia del problema social que actualmente estamos viviendo en nuestra sociedad. En una sociedad individualista, competitiva y codiciosa es necesario formar individuos que sepan reconocer y tomar conciencia de sus sentimientos para poder controlarlos. Este gran objetivo recae sobre la importancia del desarrollo integral del alumnado. Específicamente, en este ámbito las competencias emocionales se definen como un conjunto de saberes que los estudiantes ponen en acción para obtener respuestas. 

¿Cuáles son las competencias emocionales?

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Según el docente e investigador José Sánchez Santamaría, estas tienen determinadas características para ser pensadas, efectivas, sentidas y actualizadas a las demandas de un entorno que es complejo y cambiante. Por su parte, Bizquerra realiza una selección de las principales competencias emocionales:

Conciencia emocional

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Se basa en la empatía. Esto quiere decir que el alumnado debe desarrollar la capacidad de ser consciente tanto de sus emociones como de las personas que les rodean. Para lograrlo, los estudiantes tienen que ser capaces de tomar conciencia de sus propias emociones y, posteriormente, poder darlas un nombre. Cuando esta tarea se consiga, serán capaces de comprender las emociones de los demás. Así, y para poder llevar la conciencia emocional al aula, el profesorado puede diseñar actividades como la creación de un diccionario de emociones propio, escuchar una composición musical y que el alumnado tenga que plasmar la emoción que están sintiendo o jugar al dominó de las emociones.

Competencias Emocionales

Regulación emocional

Esta competencia tiene como objetivo ser capaces de manejar y controlar las emociones de una manera apropiada. Para ello, se debe tener en cuenta aspectos como la necesidad de tomar conciencia de la relación que existe entre emoción, cognición y comportamiento. También, es importante la expresión emocional ya que el alumnado debe saber que no siempre el estado interno corresponde con la expresión externa. Por otro lado, es importante valorar la regularización de las emociones puesto que hay que trabajar tanto el autocontrol de impulsos como la tolerancia a la frustración para poder conseguir habilidades de afrontamiento.

La regulación emocional es un tema complicado tanto para el equipo educativo como para las familias. Es por este motivo por el que hay que trabajar en ambos contextos para poder obtener resultados óptimos. Algunos ejemplos para el trabajo y desarrollo de la regulación emocional pueden ser crear una rueda de emociones para que en los momentos en los que el estudiante se sienta desbordado, recurra a ella y escoja la mejor manera de gestionar su emoción. Además de ello, podemos pedir que escriba un diario de emociones para que se desahogue libremente.

Competencias Emocionales

Autonomía emocional

Es un conjunto de características que pueden influir en la autogestión personal.  Esto quiere decir que con ella se trabajan la autoestima, la automotivación, la actitud positiva, la responsabilidad, el análisis crítico de las normas sociales y la autoeficacia emocional. De esta manera, el alumnado es capaz de conocer sus propios sentimientos y esforzarse para cambiar aquellos que no le estén generando bienestar emocional. Trabajar todos estos aspectos es muy importante ya que muchos problemas de acoso y fracaso escolar nacen en estudiantes carentes de autonomía emocional. El alumnado debe sentirse especial por ser quien es y ser capaz de realizar todo aquello que se proponga. Por ello, hay que desarrollarla en todas las áreas de forma diaria.

Competencia social

En esta se encuentran implicados aspectos esenciales para mantener buenas relaciones con otras personas del mismo entorno. Para ello hay que dominar las habilidades sociales básicas, respetar a los demás, comunicarse de manera receptiva y expresiva, compartir emociones y ser asertivo. Una buena técnica para trabajar la competencia social es ver el problema en manos de otras personas. Es muy interesante que los estudiantes visualicen una conducta social negativa y tengan que buscar soluciones para poder solventarla.

Habilidades de vida y bienestar

Están estrechamente relacionadas con la capacidad para adoptar comportamientos responsables y apropiados ante diversas situaciones que se puedan presentar. Para ello es importante que los menores sean capaces de saber identificar los problemas, aprender a negociar y buscar su bienestar emocional. Una forma para poder hacerlo es a través de bandas de los recreos en los que, en primer lugar, sea el alumnado el  encargado de resolver los conflictos que se puedan generar durante los mismos.

En definitiva, para llevar a cabo las competencias emocionales, es importante que se tome conciencia de la importancia que las emociones tienen en el día a día de los estudiantes. Los contenidos académicos son una forma imprescindible para que el alumnado se forme integralmente y logre los objetivos y las competencias establecidas por el currículum. Sin embargo y de acuerdo con lo que afirmó el psicólogo Abraham Maslow, si las necesidades básicas no están cubiertas, difícilmente se podrá llegar a otros objetivos. Por este motivo este tipo de competencias deberían ser prioritarias en la educación actual ya que una buena conciencia basada en las emociones puede facilitar al máximo el desarrollo académico de todos los estudiantes.

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