Protagonizados por animales y personajes a los que les apasiona la lectura, estos libros propuestos por la docente María José Martínez Garrote ayudan a fomentar la lectura en voz alta.
Desde la Grecia antigua, rapsodas y aedos deleitaban con la cadencia, la musicalidad y el ritmo de la palabra. Las ‘aladas palabras’ -como apuntaba el poeta Homero- sobrevolaban el imaginario colectivo. De hecho, ya desde los albores de la humanidad nuestros ancestros se reunían al calor de las hogueras para transmitir historias boca a oreja. Y esos momentos de oralidad compartida eran únicos y mágicos, ya que, entonces y siempre, el poder cautivador de la voz humana -con sus modulaciones, inflexiones, la musicalidad e intensidad, el ritmo y el silencio junto al acompañamiento de gestos y miradas- hipnotiza a la audiencia.
Así pues, dejémonos cautivar por las secuencias de palabras que nutren las competencias cognitivas, lingüísticas y emocionales y, a su vez, fortalecen los vínculos entre las personas. Sin duda, la lectura en voz alta beneficia tanto a oyentes como a quien lee ya que es un regalo que abre nuevos mundos. Muestra de todo ello es la siguiente propuesta de lecturas, como ejemplos de mediación literaria y de experiencias lectoras socializadoras.
Índice de contenido:
Alce, después de cenar, explica un cuento a su familia al calor del fuego. Pero una noche se da cuenta de que su repertorio se ha acabado. Decide ir a casa de sus vecinos para pedirles libros con más historias. Ni la osa, ni el tejón, ni la liebre, ni el topo ni el castor... ninguno de ellos tiene libros para dejarle. Al día siguiente, se encamina hacia la biblioteca y coge en préstamo diferentes libros de cuentos. Los vecinos van a casa de Alce a escuchar lo bien que los lee en voz alta. ¡Disfrutan del placer de la lectura compartida! Como acuden tantos, la casa se queda pequeña y Alce compra un viejo autobús, lo reforma, lo conduce hasta la biblioteca y lo carga de libros para que los animales del bosque puedan leer. Edad: de cinco a siete años.
El gato Mauricio se ha propuesto encontrar la manera más exitosa para atrapar ratones: leerles historias en voz alta. De hecho, los ratones salen de todas partes con sumo interés para escucharle. Para empezar, escoge cuentos tristes, pero cuando llega al final de la historia, no se ve capaz de comérselos puesto que tanto él como los ratones acaban con lágrimas en los ojos. Así que decide cambiar y escoger libros divertidos que incluyan chistes. Los ratones vuelven a la sesión de lectura, pero las risotadas y carcajadas inundan el salón. Al final, tiene otra idea: ¿y si les lee los textos que él mismo escribe?
Con este álbum los lectores de cinco a seis años descubrirán cómo un osezno encuentra un pedazo de papel escrito. A pesar de no poder leerlo, lo guarda como un gran tesoro. Pasados los años, se topa con una joven enfrascada en la lectura en voz alta de un libro. El oso, encandilado por la fascinante voz de la joven, la magia de las palabras y las cautivadoras historias, acude todos los días a escuchar a la joven lectora.
Franklin es un dragón fascinado por la lectura. Le encanta leer en voz alta para que todos le oigan. Un día visita una aldea situada cerca de su cueva para compartir las historias con sus vecinos, pero los aldeanos se horrorizan cuando lo ven, gritan y huyen despavoridos. Desconsolado, Franklin se refugia en su cueva que está repleta de libros y prosigue con sus lecturas. Un día, vagando por el bosque, ve a una llamada Luna que está leyendo un libro bajo un árbol. Ella le explica que ha leído libros sobre tierras lejanas, islas secretas y remotas, piratas... Ambos sienten que forman parte de las historias que han leído. Y como Franklin desea compartir sus libros favoritos con los aldeanos, Luna y él idean un plan: construyen una pequeña librería y la colocan a lomos del dragón. Cuando aterriza en el centro de la aldea, Luna se encarga de animar a los lugareños a inspeccionar los libros. Mientras Luna reparte pastel, Franklin cuenta historias y todos le escuchan absortos por la magia de las historias que encierran los libros. Para lectores de cuatro a ocho años.
Una familia de ratones, que vive en un hueco de un viejo muro de piedra, almacena alimentos para el invierno que se avecina. Todos se afanan, día y noche, en hacer acopio de maíz, trigo, paja y nueces, excepto Frederick. En lugar de recoger semillas, se dedica a observar y afirmar que él está recopilando rayos de sol, colores para los días grises del invierno y palabras para que no se queden sin historias para contar durante la etapa invernal. Cuando finalmente llega el invierno y las provisiones comienzan a escasear, Frederick ofrece a los demás todo lo que ha atesorado: rayos de sol, colores y palabras. Así transmite a su familia sus experiencias, sensaciones y emociones acumuladas para demostrar que la poesía también reconforta como los rayos de sol y alimenta el espíritu. Así pues, Leo Lionni reformula la fábula de Esopo sobre la cigarra y la hormiga para poner de manifiesto no sólo la necesidad del arte, de la poesía y de la literatura en nuestras vidas, sino también la riqueza que supone aprender de los demás ya que todos somos tan diferentes como importantes.
La pequeña Varese no puede dormirse si no le cuentan un cuento. Así que su padre, el señor Bianchi, cada noche a las nueve en punto le cuenta uno. Como es viajante de comercio, no siempre está a su lado, pero, esté donde esté, le llama por teléfono con rigurosa puntualidad. Son tan cautivadoras las historias que cuenta que las empleadas de telefónica se toman un descanso para escucharlas con máxima atención. Junto a la pequeña, el lector se transporta a lugares insospechados y ocurrentes como al planeta de la verdad, al país de los perros o al edificio hecho de helado que está en la plaza Mayor de Bolonia… Esta obra -repleta de imaginación, humor y diversión- contribuye a la reflexión ya que ofrece una visión crítica del mundo ensalzando la tolerancia, la solidaridad y la amistad como elementos imprescindibles para procurar un mundo más humano y mejor. Para lectores de ocho a doce años.
