Cada vez son más los centros que deciden dejar atrás el concepto de pupitres en fila recta, mirando a la pizarra y a la mesa del profesor. Las aulas han empezado a rediseñar sus muros para convertirse en espacios multiusos y adaptarse a las nuevas formas de aprendizaje pero, ¿qué supone esto para los alumnos?

Un estudio elaborado el año pasado por la Universidad de Salford, en Inglaterra, revelaba que unas óptimas condiciones en el aula pueden mejorar hasta un 25% el rendimiento escolar. Aspectos como la iluminación, el mobiliario, el color de las paredes, una buena climatización o incluso la instalación eléctrica e inalámbrica pueden influir en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Para realizar el estudio, se analizó el comportamiento de más de 700 alumnos de siete colegios diferentes de Educación Primaria del condado inglés de Blackpool.

Rendimiento Académico

En un primer lugar, se recapitularon datos tales como la edad, el sexo o el nivel académico de los alumnos en diferentes materias (sobre todo de Matemáticas y Lengua). Y a continuación, se evaluó el ambiente de la clase midiendo parámetros como la orientación de la clase, la luz, el ruido, la temperatura y la calidad del aire, entre otros. El estudio concluyó que estos aspectos del entorno pueden influir en el rendimiento de los alumnos.

Menos situaciones de conflicto

Sin embargo, este estudio no desvela nada nuevo. Ya a finales del siglo pasado el investigador Jonas Salk comprobó que existe una relación directa entre el entorno y la capacidad de aprendizaje de las personas: el cerebro humano es capaz de aprender más y mejor en entornos con un diseño estructural más rico. Esto es lo que se conoce como Neuroarquitectura, una ciencia que estudia cómo influye la arquitectura en los procesos cerebrales.

Rendimiento Académico
Rosan Bosch Studio, Kim Wendt


No obstante, esta ciencia no sólo afecta al rendimiento académico, según distintos expertos, rediseñar los espacios físicos del aula también consigue mejorar la convivencia de los alumnos, disminuyendo e incluso evitando los casos de acoso escolar o bullying. Del mismo modo, construir clases no encorsetadas fomenta la creatividad, la imaginación y la mentalidad abierta.

En definitiva, la arquitectura, el ruido, la temperatura y el diseño consiguen mejorar el clima de trabajo, evitar situaciones de conflicto, aumentar la creatividad y así incrementar el rendimiento de los alumnos.

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