Una de las ventajas que nos ofrecen las redes sociales es la de darle voz y participación a todos sus usuarios, dando lugar a lo que algunos autores llaman ‘cultura participativa’. Esto favorece la participación democrática y la elaboración de producciones de autoría compartida, pero también puede dar lugar a las noticias falsas o ‘Fake News’. 

Éstas tienen una fuerte influencia en el mundo; basta un tuit para influenciar nuestras decisiones. Los principales problemas se encuentran en su fácil y rápida difusión, en que no siempre es posible saber quién las publica y en la dificultad de sus lectores para identificarlas. Muchos se preguntarán, ¿qué tiene de malo una noticia falsa circulando por la web? ¿A quién puede dañar? 

Los peligros de no contrastar la información

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Combatir Las Fake News Pensamiento Crítico En El Aula

En el último año las ‘Fake News’ cuestionaron la existencia del coronavirus, su letalidad y origen. También se puso en duda la mascarilla advirtiendo que podría causar hipoxia (reducción de oxígeno) en los usuarios, pero uno de los casos más impactantes fue la que sostenía que la ingesta de dióxido de cloro podía servir como remedio ‘casero’ para prevenir el contagio. Esto no solo circuló en redes sociales, sino que fue sostenido por el ex presidente Donald Trump y la presentadora de televisión Viviana Canosa, entre otros. 

Si hacemos una pequeña búsqueda en Internet rápidamente se puede descubrir que el dióxido de cloro se utiliza como blanqueador, desinfectante y para destruir impurezas en el agua. Conociendo esta información ¿alguien bebería dióxido de cloro? Hubo una familia que sí confió en estas afirmaciones y un niño pequeño terminó intoxicado, lo que nos demuestra que estas ‘Fake News’ pueden dañar al público que las consume sin analizarlas antes de forma crítica.

Desarrollar el pensamiento crítico en el aula

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Tal es el impacto que tienen estas noticias en las decisiones de las personas que la Organización Panamericana de la Salud tiene una sección en su página web destinada a dar respuestas científicas a los mitos comunes sobre vacunación y

COVID-19, y lo mismo ocurre con la Fundación Huésped, que ofrece una sección a responder mitos sobre la transmisión del virus pandémico. 

Con el objetivo de formar a ciudadanos responsables, se consideran valiosas las competencias del siglo XXI publicadas por UNESCO y se incorporan en los diseños curriculares tanto de Primaria como Secundaria. Entre las que componen al currículum global se encuentra una posible solución, el desarrollo del pensamiento crítico en el aula. Una persona que lo ha desarrollado, según Robert Ennis, sería capaz de formular preguntas sobre un contenido y buscar sus respuestas; juzgar la credibilidad de una fuente; emitir juicios de valor; identificar los supuestos; decidir una acción a seguir e interactuar con los demás y de emplear estrategias retóricas apropiadas en una discusión o presentación. Estas capacidades pueden enseñarse desde el nivel primario en cualquier asignatura, pero prevalece como objetivo específico de las asignaturas afines a ciencias.

¿Es posible educar en ‘Fake News’ en el aula?

Como sostiene uno de los últimos informes de la OCDE, los estudiantes aún no identifican las fake news y en las aulas se puede notar que tienden a replicar información de manera contundente pero no pueden argumentarla. Siguiendo a

a la historiadora de la Educación Ines Dussel, hay mucho de ‘no-escuela’ en el horario escolar: los centros se enfrentan a la tarea de fomentar un uso responsable del contenido digital.

Este pensamiento crítico en el aula que se le pide al estudiante pertenece a los currículums que sostienen un enfoque progresista, donde se tienen en cuenta los intereses del alumno, se otorga autonomía al estudiante y se invita a trabajar mediante la resolución de problemas. Sin embargo, la existencia de estos no resulta suficiente para desplazar al aún vigente currículum de enfoque tradicionalista que fomenta un aprendizaje memorístico que han experimentado los docentes durante su escolarización y formación. La escasez de cursos de capacitación en estos temas deja en manos de los docentes la tarea de enseñar a pensar críticamente. 

Pensamiento Crítico En El Aula

Una estrategia que se puede aplicar es la enseñanza basada en problemas: abordar algunos contenidos de la materia mediante la resolución de problemas o interrogantes en relación a la vida cotidiana y el interés de los estudiantes, que culminen con la elaboración grupal de una respuesta argumentada y defendida ante el resto de la clase. Muchos docentes no se animan a abordar esta estrategia por no manejar totalmente el contenido y eso es un error. 

En términos de Michel Foucault, lejos de seguir replicando el discurso donde el docente es el centro del saber y la única autoridad, lo que aquí buscamos es un docente que no dé la respuesta correcta en el 100% de los casos, sino que ayude a reflexionar, a investigar, a generar una opinión y aprender a argumentarla. La falta de respuestas por parte del docente debe verse como una oportunidad para invertir los roles del aula y una posibilidad para que los estudiantes construyan su propia opinión sin forzarlos a coincidir con la de un adulto.

La implicación docente: elemento clave

Es necesaria la colaboración de profesionales activistas y críticos que se enfoquen en problemáticas sociales profundas que interpelen a los estudiantes, como el virus. El discurso de ‘a los alumnos no les interesa nada’ debe terminar, identificando su interés en sus temas de conversación, en temáticas que circulan en redes sociales o incluso que mencionan los influencers. Es importante no caer en la tentación de considerar que el interés de los adultos es compartido con los estudiantes: si ellos no ven sentido en lo que están haciendo terminarán trabajando para complacer al profesor sin apropiarse del contenido.

En relación a las preguntas, estas no deben ser ni muy simples ni muy complejas. Las preguntas que se propongan deben ser entendidas por el estudiante, no deben ser demasiado técnicas y por otro lado, deben responderse con una investigación, no con una definición. Por ejemplo: ¿influye el consumo de tabaco en la aparición de caries bucal? El cierre de la investigación nunca debe quedar entre el grupo y el docente. Idealmente puede ser una presentación oral donde los alumnos y el docente puedan hacer preguntas para profundizar el contenido o incluso debatir sobre opiniones opuestas.

La formación en pensamiento crítico en el aula no puede esperar más, la información que circula por la web no es del todo confiable y pese a que podemos oponernos a las competencias del siglo XXI o quienes las proponen, en ellas encontramos una alternativa para solucionar el problema de consumo acrítico en Internet. Si bien la aplicación de una propuesta actualizada de formación docente continua está aún por llegar, existen estrategias que permiten comenzar a trabajar esta competencia en el aula.

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