Ejercicios para trabajar la motricidad gruesa en Infantil
La motricidad gruesa incluye movimientos amplios del cuerpo, como mantener el equilibrio o cambiar de posición. Estas actividades permiten trabajarla en Infantil de forma lúdica.

La motricidad gruesa incluye movimientos amplios del cuerpo, como mantener el equilibrio o cambiar de posición. Estas actividades permiten trabajarla en Infantil de forma lúdica.
A partir de los 6 meses, los bebés comienzan a adquirir control sobre su propio cuerpo; es uno de los primeros ejemplos de habilidad motora gruesa, un conjunto de habilidades para realizar movimientos generales grandes, desde utilizar el cuello hasta levantar una pierna. Es importante trabajarla en edades tempranas para que los menores desarrollen su coordinación, equilibrio y fuerza corporal. Gatear, correr, saltar o caminar son algunas de las actividades que, junto con los siguientes ejercicios, ayudan a trabajar la motricidad gruesa en Infantil.
Índice de contenido:
Coordinación, equilibrio, control corporal… son solo algunos de los beneficios de esta actividad. Con cinta adhesiva se dibuja en el suelo la forma de un árbol: un tronco largo en línea recta y varias ramas que se abren a los lados. Sobre cada rama, además, se colocan varias manzanas. El estudiante debe saltar con ambos pies por el tronco hasta llegar al final, donde recoge una cesta. Luego recorre cada rama haciendo equilibrio para recoger las manzanas una a una y dejarlas dentro de la cesta, sin salirse de las líneas. También puede avanzar por el tronco caminando con las piernas abiertas, colocando cada pie a un lado de la cinta, sin pisarla.
Se hacen dos agujeros enfrentados cerca del borde superior de dos latas de refresco y se pasa una cuerda para crear un asa. La longitud de la cuerda debe ajustarse según la altura del menor, de modo que pueda mantener el equilibrio mientras camina. Para usar los zancos, se sube sobre las latas y sostiene las cuerdas para apoyarse y avanzar paso a paso, trabajando así el equilibrio, la coordinación y la confianza en sus movimientos.
Esta actividad se realiza con una tela grande que varios menores sujetan por los bordes con ambas manos. Juntos, mueven el paracaídas hacia arriba y hacia abajo, mejorando la coordinación y la fuerza de los brazos, además del trabajo en equipo. Se pueden añadir diferentes dinámicas, como colocar pelotas sobre la tela para que reboten mientras lo mueven, o hacer que algunos participantes corran por debajo cuando la tela sube, fomentando también la agilidad y el control corporal.
Para preparar el recorrido se pueden usar objetos como conos, cuerdas, aros, bancos bajos o colchonetas. Según cómo se diseñe el circuito los estudiantes deben saltar, gatear, pasar por debajo o alrededor de los obstáculos, trepar o equilibrarse. Se puede adaptar a distintas edades y niveles, cambiando la dificultad o añadiendo nuevas pruebas, convirtiéndolo en un juego que invite a moverse y superar retos.
Con una caja de cartón grande se crea un túnel por donde el alumnado pueda gatear o caminar agachados. Para hacerlo más desafiante es posible colocar dentro pequeños obstáculos blandos, como cojines o peluches, que esquiven sin perder el equilibrio. El objetivo es que lo recorran usando todo el cuerpo, de modo que desarrollen la coordinación, la fuerza y la agilidad.
La calistenia engloba todos los ejercicios que se realizan con el propio peso sin necesidad de ningún otro material. Es un sistema de entrenamiento ideal para comenzar a trabajar la motricidad gruesa, ya que engloba actividades tan sencillas como ponerse de puntillas, saltar, andar a la pata coja o dar saltos de rana, entre otras. Una vez domine estas técnicas, podrá empezar a jugar a la rayuela, por ejemplo, o incluso, realizar circuitos con dificultades en las que hay que saltar, gatear o moverse de un lado a otro.
Para esta actividad es necesario pegar una cinta adhesiva de aproximadamente tres metros de largo en el suelo. Primero, se debe mostrar cómo caminar sobre ella para que el menor siga el ejemplo. Finalmente, será capaz de hacerlo solo y dominar el recorrido sin salirse de la cinta. Así, mejora el equilibrio y aprende diferentes maneras de andar: también se puede animar al pequeño a que camine hacia atrás o a que salte de un lado de la cinta al otro.
Mejora la coordinación mano-ojo y enseña a dirigir el tiro hacia un objeto con los brazos. El objetivo es lanzar un globo dentro de una caja a un metro de distancia. Para ello, el adulto muestra cómo tirarlo mediante movimientos suaves y lentos. A continuación, será el turno del niño: primero, acompañado por el adulto y después, en solitario. Cuando pueda lanzarlo sin ayuda, podrá comenzar a trabajar el lanzamiento hacia un objeto específico: una caja que debe situarse justo delante e ir moviéndose gradualmente más lejos.
Con este popular juego los menores incrementan la fuerza de sus brazos y mejoran la precisión de los movimientos hacia un objeto. Se puede realizar con una pelota y cartones de leche vacíos o botellas de plástico rellenas de un poco de arena. Solo hay que colocar los seis envases en una composición 3-2-1 y situar a los pequeños a tres metros de distancia. Después de mostrarles cómo se hace, es recomendable ayudarles a que rueden la bola hasta que consigan hacerlo solos. Apuntar los cartones que derriban es una buena manera de motivarlos.
Adecuado para niños de 5 o 6 años, es ideal para mejorar la motricidad gruesa y trabajar la fuerza de los brazos. Por parejas, uno de los niños agarra los pies del otro, que apoya las manos en el suelo. De esta manera, comienza una carrera de varios metros hasta llegar a un punto. El juego puede ser más divertido aún si se introducen algunos obstáculos o algún reto, como recoger una pieza y volver al lugar de inicio en el menor tiempo posible.
Consiste en llevar una patata en una cuchara durante un metro y medio de recorrido evitando que se caiga. Después de una demostración, el menor puede realizar el camino solo e, incluso, completar un circuito con un contrincante. Gracias a esta actividad se incrementa el equilibrio y el control manual y se trabaja la coordinación ojo-mano, así como la motricidad gruesa.
Lo principal para realizar este juego es dividir el aula en parejas: uno de ellos será el líder y otro el que le sigue; roles que irán cambiando en cada ronda. Así, el líder realizará una serie de acciones como, por ejemplo, saltar, bailar, agacharse o cantar, mientras la pareja le imita. De esta manera, se promueve la observación y la coordinación motora y, además, se trabaja el lenguaje corporal de tal forma que los menores comprendan mejor las emociones y las señales no verbales.
En una sala espaciosa todos los estudiantes deben separarse de tal forma que no se choquen unos con otros y puedan realizar todos los movimientos. El docente se convertirá en una especie de ‘hada madrina’ que les irá convirtiendo en animales. Por ejemplo, si dice que serán sapos, deben imitar los movimientos de un sapo. De esta manera se desarrolla la motricidad gruesa a la vez que se trabaja la imaginación y creatividad.
La escalada tiene numerosos beneficios como superarse a uno mismo o aprender a trabajar en equipo. Además, ayuda a trabajar diversas partes del cuerpo y otros aspectos muy importantes para el desarrollo psicomotriz como el equilibrio y los reflejos. Aunque parezca un deporte para adultos, existen muchas opciones para Infantil, bien en parques con estructuras para trepar o en rocódromos especializados.
En una sala espaciosa o en el patio donde el alumnado pueda moverse libremente se debe explicar qué señal será la que les haga quedarse petrificados; puede ser, por ejemplo, que se detenga la música o que suene un silbato. Así, irán moviéndose libremente por toda la zona y al sonar la señal no podrán moverse en absoluto, ya que de no ser así, quedan eliminados. Esta actividad les hace mantenerse concentrados y refuerza su capacidad de seguir instrucciones.