‘La redondez de la Tierra’, una metáfora de la educación. Por Pablo J. Díaz Tenza

La ciencia es un ser vivo que se fagocita a sí mismo continuamente. Las teorías, por aceptadas que estén, son susceptibles de ser refutadas con el tiempo. Algunos ejemplos recientes son el desarrollo del universo cuántico o la aparición de la teoría de cuerdas que hace plausible la existencia de universos paralelos.
No se puede seguir educando como hasta ahora, porque el presente es totalmente diferente a hace 10 años
No obstante, llegados a este punto, un creciente número de profesionales de la educación empezamos a vislumbrar la redondez de la ‘Tierra’. Algo nos hace pensar que la ‘Tierra’ no es plana, que no se puede seguir educando como hasta ahora, porque el presente es totalmente diferente a hace 10 años.
El mundo cambia y lo hace a un ritmo cada vez más vertiginoso y la educación se mantiene al margen de esta realidad en un discreto y cómodo segundo plano. Existe una opinión mayoritaria que cree, muy legítimamente, que la escuela debe mantener sus valores y su orden en medio de este caos, convirtiéndose en un búnker en este tiempo tormentoso. Estos compañeros piensan que a los niños se les debe seguir enseñando las mismas cosas del mismo modo.
Existe una opinión mayoritaria que cree que la escuela debe mantener sus valores y su orden en medio de este caos
Una nueva generación con una nueva identidad social pero las mismas cuatro paredes, horario y materias de siempre
Necesitamos más Copérnicos y Ptolomeos, más grumetes que se aventuren mar adentro, no temiendo caer por Finisterre a un foso sin fin. La educación debe dar respuesta a las necesidades de los alumnos, sus preocupaciones y carencias, no puede seguir al margen de los cambios que se vienen sucediendo. Y en este pulso entre lo viejo y lo nuevo, los que intuimos la redondez del sistema educativo tenemos la responsabilidad de quitar lastres, abrir rutas y dibujar nuevas órbitas.
Pablo J. Díaz Tenza, maestro de Primaria