La actual crisis sanitaria ha sorprendido a la educación, generando nuevas formas de trabajo que, en general, han sido reactivas, pues no existen definiciones sólidas de contención, orientación y flexibilidad para responder a los procesos educativos en situaciones como esta.

Alexis Moreira Educación Crisis Sanitaria

Así, esta crisis, sin duda, está generando dos situaciones muy claras: por un lado, un aumento en la brecha de aprendizaje (en concordancia con las brechas socioeconómicas) entre los estudiantes que cuentan con condiciones óptimas en sus hogares y los que no las tienen. Y por otro lado, un agobio para las comunidades educativas y que se ha profundizado en los docentes y las familias de los estudiantes, principalmente, por tratar de replicar tal cual el proceso de enseñanza-aprendizaje presencial en los hogares, y que en este contexto es un despropósito.

Tal y como indica la UNESCO (2017), las crisis son un obstáculo al acceso a la educación, ya que han frenado, y en algunos casos revertido, el progreso hacia la consecución de los objetivos de la ‘Educación Para Todos’. Ahora, lo anterior cobra gran relevancia, dado que para enfrentar dicha situación de la mejor forma posible se necesita identificar los principales aprendizajes que ha ido proporcionando esta situación.

¿Qué hemos aprendido de esta crisis en el ámbito educativo?

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1. Importancia de la tecnología en educación: esta crisis ha demandado a los integrantes de las comunidades educativas situar la tecnología como medio indispensable para la comunicación y continuidad de los procesos educativos, lo cual, además, ha reflejado la urgencia de contar con conectividad para todos los estudiantes y una formación en esta temática al alcance de toda la comunidad educativa. Aún así, es importante recordar que la tecnología no reemplaza ni reemplazará la pedagogía, sin embargo, es un complemento muy relevante.

2. Apoyo socioemocional y priorización de objetivos en el currículum: resulta clave anticiparse y contar con una propuesta curricular para casos de emergencia, que contenga un foco claro en el apoyo socioemocional del alumnado y una priorización en los objetivos de aprendizaje esenciales. Tal como ha señalado la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 2020), si la disminución del currículo (unido al cierre de los centros) contribuye a mantener los elementos más importantes de los contenidos, el efecto provocado por dichos cierres se amortiguaría. Es decir: ‘menos es más’.

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3. Necesidad de nuevas herramientas para las comunidades educativas: si bien somos testigos de cómo los docentes han ido desplegando día a día diversas acciones para responder a este complejo contexto, es prioritario que los sistemas educativos en su conjunto incorporen nuevas herramientas y estrategias que fortalezcan a las comunidades educativas de manera sistémica para poder enfrentar situaciones como la actual. En esta dirección, cobra mayor importancia conocer y analizar la situación y contexto educativo de cada territorio.

A partir de estos aprendizajes, se genera una gran oportunidad para replantear y mejorar las condiciones y capacidades de los integrantes de las comunidades educativas, teniendo en cuenta, además, la importancia de desarrollar una formación integral de los estudiantes, que priorice el bienestar y desarrollo socioemocional, la colaboración, la conciencia social o la importancia de las decisiones con responsabilidad, entre otros aspectos relevantes y significativos en la vida diaria.

En definitiva, estos aprendizajes demandarán cambios profundos y urgentes en los distintos planos de los sistemas educativos, lo que abrirá distintas opciones que permitirán mejorar y acercarse a los desafíos que se requieren en la actualidad.

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