Hace mucho tiempo hubo un hombre muy sabio, hijo de un cantero y una partera. Su padre tallaba la piedra para los escultores y su madre ayudaba a las mujeres a dar a luz, a traer niños al mundo. Su nombre era Sócrates.

Este hombre creció, se formó, desarrolló una visión de la vida y dio respuesta a muchas de las preguntas más trascendentales de la vida del ser humano. Por si esto fuera poco, desarrolló una metodología muy concreta para transmitir esta cosmovisión a los demás.

Sócrates

De él no tenemos ningún escrito porque prefería dialogar con sus alumnos, de hecho, su método se basaba exclusivamente en la dialéctica. Todo lo que sabemos de él es por lo que sus alumnos nos han dejado escrito. A pesar de ello, este hombre ha influido y sigue influyendo en el devenir filosófico de la humanidad, en la cosmovisión y en el fundamento de todas las artes y ciencias contemporáneas e incluso en la religión. 

Sócrates era un maestro que no enseñaba un área en concreto ni una disciplina ni una asignatura, ni siquiera enseñaba en una universidad o en un sistema educativo concreto puesto que estos no existían. En su tiempo la extensión del sistema de enseñanza mecanicista de educación no se había producido todavía y él, a diferencia de sus coetáneos que enseñaban en grandes grupos en las aulas dando excelentes sermones, se dedicaba a enseñar en pequeños grupos a través de la dialéctica, motivo por el cual entre otros fue condenado a muerte por no adorar a los dioses de la época y corromper a los jóvenes enseñándoles sobre la inmortalidad del alma.

La mayéutica como método de enseñanza  

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Sócrates utilizaba un método de enseñanza muy particular conocido como mayéutica. Para él todo ser humano buscaba por naturaleza, de forma innata, hacer el bien y cuando alguien hacía el mal era por ignorancia. El hombre sabio es aquel que es capaz de distinguir entre el bien y el mal, entre lo bueno y lo malo; el conocimiento no es una acumulación de información sino la capacidad de distinguir entre el bien y el mal, el ejercicio del autodominio y de la virtud. 

Para él el bien consistía en sacar al ser humano de la ignorancia y, para ello, desarrolló este método filosófico. La mayéutica consiste en ayudar al alumno a encontrar la verdad a través de preguntas poderosas que le hagan enfrentarse a la veracidad de sus propios planteamientos. 

El significado de mayéutica en griego es el de partera, obstetricia o matrona. Según su método, la enseñanza es una relación entre el maestro y el alumno en igualdad de condiciones participando ambos activamente del proceso de aprendizaje por el que el maestro ayudaba al alumno a alumbrar la verdad. Para él, el ser humano es capaz de alcanzar la sabiduría que consiste en conocerse a sí mismo y tomar conciencia de la propia ignorancia (“solo sé que no se nada”). La ironía, la refutación, el diálogo y la duda deben formar parte de un proceso de aprendizaje por el que llegar a lo que uno sabe para incorporar verdades a nuestra propia base de conocimiento. 

“La educación es el encendido de una llama, no el llenado de un recipiente”

Nótese lo lejos que estaba este modelo pedagógico de la instrucción directa, del mecanicismo que impera en nuestro sistema educativo contemporáneo, y la consonancia de la mayéutica con el constructivismo y el aprendizaje significativo. El diálogo, la duda y la refutación deben formar parte del proceso de aprendizaje, proceso que en el último siglo ha sido barrido por las premisas del mecanicismo.

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