Gran parte de los artículos que encontramos relacionados con el Trabajo por Proyectos (TxP) se centran en escribir el propio proceso seguido durante el mismo. En otras ocasiones, se muestra de manera parcial el bonito resultado que se ha obtenido. Pero, ¿qué hay entre medias de todo esto? ¿Es tan sencillo como parece cuando lo leemos o alguien nos lo cuenta? ¿Por qué elegir trabajar por proyectos y no otra metodología? ¿Qué dificultades y obstáculos encontramos frente al cambio de una metodología tradicional a otra más activa?
Formación teórica y práctica
La esencia que abarca el TxP no solo como metodología, sino como enfoque educativo, conlleva que sea verdaderamente complicado ‘encerrar’ en unas líneas todo el entramado psicológico y pedagógico que ponemos en acción. Es por ello que, en muchas ocasiones, los artículos que encontramos no consiguen hacernos ver cómo se ha llevado a cabo el día a día en el aula; tampoco se refleja ese proceso psicológico que los niños han seguido. Teniendo en cuenta que lo importante es el proceso en sí, más que el resultado, dichas lecturas, aunque necesarias y útiles, dejarán una parte sin descubrirnos.
No es difícil encontrar experiencias narradas de TxP, pero sí lo es el primer momento en el que me encuentro solo en mi aula y no sé tan siquiera cómo iniciarlo. Mi mente en estos momentos vuelve a lo leído sin entender lo que está fallando. De esta forma, en la soledad del aula, cada compañero hace lo que mejor considera. Por tanto, no sólo es necesaria una formación a nivel teórico sino que también consideramos clave la puesta en marcha de programas y cauces formativos de carácter más práctico en los que se comparta realmente la esencia del proceso de un TxP, no sólo a nivel de aula, sino también en relación al cambio del rol docente que este enfoque educativo conlleva.
Dificultades del trabajo por proyectos
Son muchas, a día a de hoy, las metodologías emergentes en el campo educativo que prometen dar respuesta al ritmo madurativo infantil. Pero, ¿con qué criterios nos decantamos por una u otra? La propia realidad del centro y del aula, la relación que se tenga con las familias, la personalidad del docente, nuestra trayectoria profesional… Deberían convertirse en aspectos para reflexionar previamente antes de dejarnos deslumbrar por las maravillas de cada una de las metodologías e ir aplicándolas a modo de ‘remix’, en el que todo cabe, sin un análisis previo.
En cuanto a las dificultades y obstáculos para dar el salto a una metodología activa, cabe suponer que son muchos los hándicaps que nos vamos a encontrar. En primer lugar, el propio centro puede paralizar o entorpecer el proceso de cambio entre otros motivos por temor a salir de la ‘zona de confort’ y del tan escuchado ‘esto siempre se ha hecho así’. Para establecer un clima de trabajo positivo entre el equipo docente debemos sopesar los inconvenientes que suponen los agravios comparativos cuando no todo el profesorado rema hacia el mismo sentido. De igual manera, el sentir que soy diferente, que soy el que hace las propuestas extrañas, escuchar de vez en cuando de boca del resto del profesorado: «A ver qué idea nos viene a vender ahora…» puede hacernos dudar de nuestra perspectiva innovadora.
Conocer las dificultades ha de llevarnos o conducirnos a seguir adelante, no a todo lo contrario; es decir, somos conscientes de que comenzar a trabajar por proyectos, como cualquier otra innovación docente, supone un reto y que conllevará, en ciertos momentos, dudas, inquietudes, incomprensión… Sin embargo, todo esto lejos de paralizarnos ha de impulsarnos más si cabe a continuar nuestro camino, teniendo siempre presente que hemos de ser fieles a nuestra identidad docente.
Azucena Esteban Alonso trabaja en el CEIP Pablo Saenz de Fromista (Palencia) y Noelia Pedrosa en el CEIP Simón de Colonia de Aranda de Duero (Burgos).
Greg Ashman dice que la investigación en educación sugiere que el aprendizaje por proyectos no es mejor: