¿Miedo escénico, sudores fríos o nervios al hablar en público? La periodista y presentadora de televisión Mónica Martínez acaba de publicar ‘Método Suéltate’ (Editorial Alienta), un libro que recoge consejos para “dominar una grabación, una reunión o cualquier encuentro en público”. Con una dilatada trayectoria profesional delante de la cámara, ha decidido compartir algunos trucos para ayudar a cualquiera que desee hablar con seguridad, controlar su lenguaje corporal y, en definitiva, transmitir un mensaje con éxito.
En su opinión, la oratoria se puede practicar y aprender de muchas formas y a cualquier edad, pero defiende que cuanto antes se empiece más fácil resultará. Conversamos sobre la importancia de la memoria y el resto de habilidades que se desarrollan al aprender oratoria o sobre qué es estrés virtual.
Pregunta: ¿Puede todo el mundo hablar en público de forma eficaz?
Respuesta: Como cualquier habilidad, será más fácil ejecutarla para los que “lo traen de serie”, pero estoy segura de que el éxito llega si hay esfuerzo, trabajo y mucho entrenamiento detrás. Si te comprometes, lo conseguirás seguro.
P: ¿A partir de qué edad se debería aprender? ¿Debería impartirse en la escuela?
R: Nuestro sistema educativo, al contrario que el anglosajón, no le ha dado aún la importancia que merece a la oratoria, aunque sí hay algunos colegios privados y concertados que empiezan a incluir sesiones quincenales o mensuales. Cuanto antes empecemos a mostrarnos delante del público o la cámara, antes superamos ese freno del juicio y más fácil nos resultará. Pero no hay edad para empezar. He formado a mujeres y hombres de cincuenta años y lo han logrado sin problema.
P: ¿Qué tipo de actividades pueden proponer los docentes de Secundaria para trabajar esta disciplina?
R: Hay tantas actividades como formadores: juegos, concursos… No es suficiente con evaluar presentaciones de algún tema si no se les han dado las herramientas para hacerlo correctamente. Deben poder expresar cualquier cosa frente a los compañeros y sin apoyarse en un PowerPoint.
“No hay edad para empezar a hablar en público. He formado a mujeres y hombres de cincuenta años y lo han logrado sin problema”
P: ¿Qué beneficios ofrece a los jóvenes y adolescentes?
R: El principal es la libertad que te regala el ser capaz de transmitir todo lo que quieras o necesites, sentirte libre en la elección de tus palabras, conocer qué está diciendo tu cuerpo y tu rostro mientras hablas. Además, permite tener más conocimiento sobre lo que ven los demás de ti. En ese sentido, ganar seguridad y autoestima a esa edad es básico y les ayuda mucho también en sus relaciones personales.
P: ¿Cómo influye la comunicación no verbal en el discurso?
R: Influye mucho más de lo que uno piensa. Al espectador le llegamos por la vista en un primer lugar y no hay una segunda oportunidad de causar una buena primera impresión. Si lo que decimos no coincide con lo que ven de nosotros, se genera una disonancia cognitiva y ¿adivina quién gana? Siempre nuestra comunicación no verbal. Esto es porque la audiencia, el que nos escucha y nos mira, tiende a pensar que eso es más difícil de falsear, por lo que cree que lo que muestra tu cara y tu cuerpo es la verdad.
P: ¿Cómo se puede aprender a controlar los nervios y perder (o reducir) el miedo escénico?
R: Lo primero es ir al origen para tener claro de dónde viene ese miedo escénico o nervios, para poder trabajarlos y vencerlos. Los nervios son necesarios porque nos mantienen alerta y mucho más presentes en el momento actual, lo cual es muy necesario cuando estamos hablando en público o delante de una cámara; te aportan una especie de ‘subidón’ necesario para exponerte frente a los demás, pero deben estar en su justa medida. Hay que saber utilizarlos en tu favor y que no te supongan un impedimento para mostrarte tal y como eres.
P: En su libro habla del ‘estrés virtual’. ¿En qué consiste?
R: Durante la pandemia muchas personas de distintas profesiones se han tenido que mostrar delante de una cámara para participar en reuniones virtuales, lo cual crea un estrés virtual o fatiga porque no estamos acostumbrados. En la comunicación virtual estresamos a nuestro cerebro que está ‘aquí’, pero quiere estar ‘allí’ (con su interlocutor) al otro lado del ordenador o la tablet. Es decir, quiere poder leer su comunicación no verbal pero no puede, porque la imagen solo nos muestra un rostro (si es que se conecta la cámara).
Aún así, nuestro cerebro lo intenta una y otra vez y se siente frustrado mientras sigue expresando su mensaje. Sacamos entonces nuestras armas para intentar que el otro nos sienta más cerca, forzamos la voz en ocasiones, intentamos mantener la mirada a ese punto en el que está la cámara… y todo eso nos genera ese estrés o fatiga virtual.
P: ¿Qué diferencias hay entre hablar delante de un público presencial y hacerlo delante de una cámara?
R: En ambos casos nos exponemos al juicio de los demás. La principal diferencia es que no hemos nacido hablando a una cámara, por lo que nos cuesta mantener la mirada, retener el texto, expresarnos como queremos con este dispositivo enfrente. Al final la cámara es un objeto, es algo frío y somos seres sociales acostumbrados al contacto.
La cámara no nos devuelve el feedback que nos ofrecen las personas, no sabemos qué están pensando al escucharnos y vernos y eso nos crea inseguridad. Por este motivo, tendemos a pensar que nos están juzgando, aparece nuestra falta de confianza y nos hacemos ‘pequeñitos’… Hay que ganar mucha seguridad para que eso no te frene cuando se encienda la luz de la cámara.
P: ¿Qué importancia tiene la memoria a la hora de hablar en público? ¿Qué trucos se pueden usar para entrenarla?
R: Te hace ser más capaz de expresar lo que te habías preparado con mayor seguridad porque no necesitas leerlo de un papel o tarjetón y eso te aporta, a ojos de tu audiencia, mayor capacidad y autoridad en la materia.
La memoria también se entrena y hay muchas técnicas para recordar aquello que quieras decir: mi opinión es que si lo dices de memoria no debe notarse y eso es un arte también. Aunque yo soy partidaria de trabajar mucho ese texto para que lo controles tanto que lo puedas decir en cualquier situación por complicada que sea. Me encanta cuando mis alumnos recitan sus textos con su música preferida a todo volumen. Si así lo consiguen, ese mensaje está más que preparado.
- Martínez Pascual, Mónica (Autor)