¿Puede ser la tecnología una aliada educativa? ¿Cómo es posible educar a los jóvenes en el buen uso de las pantallas? En los últimos meses estas mismas preguntas han dado lugar a un acalorado debate en redes sociales y medios de comunicación entre los que están a favor de su uso y los que están en contra. Eva Bailén coincide en sus opiniones con los primeros. Ingeniera de telecomunicaciones, docente de Secundaria y madre de tres hijos, ha escrito el libro ‘Conectados y empoderados’ (Plataforma Editorial), en el que aboga por la utilización de la tecnología en el aula siempre con sentido ya que, para ella, el uso porque sí no va a mejorar la educación. Por eso, es importante la formación del profesorado, fomentar el pensamiento crítico de los estudiantes e integrarla en el proceso educativo con el objetivo de mejorar el aprendizaje. 

Pregunta: Su libro se titula ‘Conectados y empoderados’ ¿Es posible unir ambos conceptos? ¿De qué forma?

Respuesta: El mensaje que quiero transmitir con el título es doble. El acceso a Internet y a la gran multitud de servicios digitales actuales nos proporciona información y herramientas que nos empoderan, nos permiten ser más eficientes y contar con mejores estrategias si somos capaces de utilizarlas correctamente. Por otro lado, estar empoderados supone contar con la capacidad de analizar críticamente lo que vemos o leemos, de lidiar con las emociones que nos abruman cuando usamos las redes sociales o durante la interacción con otras personas de manera virtual. Sería el empoderamiento entendido como una forma de capacitación frente a la tecnología.

P: ¿De qué trata la educación digital?

R: Si pensamos en lo académico, la educación digital abarca más que el simple uso de dispositivos tecnológicos en la enseñanza: se trata de integrar la tecnología de manera efectiva en el proceso educativo para mejorar el aprendizaje. Esto incluye desarrollar competencias digitales en estudiantes y educadores, fomentar el pensamiento crítico frente a la información en línea y utilizar herramientas digitales para crear nuevos conocimientos y soluciones. Desde un punto de vista más amplio, la educación digital es algo que no solo ocurre en el aula. Entiendo que los adultos que rodeamos a jóvenes y menores somos adultos educadores y nos ha tocado ser guías también de lo digital. A mí me gusta hablar de educación Digital, Emocional y Mediática o educación DEM. Porque si nos quedamos únicamente con la parte digital sin abordar las otras dos, no vamos a conseguir un empoderamiento completo.

Eva Bailén

P: ¿Cuál es la clave para alcanzar la armonía entre el ámbito online y offline?

R: La clave radica en encontrar un equilibrio saludable en el que la tecnología complemente, pero no reemplace, las interacciones y experiencias del mundo real. Esto implica establecer límites claros de uso, promover actividades y relaciones significativas fuera de las pantallas, y fomentar una cultura de plena consciencia que valore tanto el tiempo conectado como desconectado. Cuando le damos un móvil, una consola, una tablet o un portátil a un pequeño o adolescente por primera vez tenemos que haberle explicado la importancia de esa armonía. La vida online no puede ser un impedimento para que la vida offline siga su curso con total normalidad: los estudios, las relaciones con la familia y los amigos, el sueño, el deporte y la actividad física o la alimentación ocurren en el mundo analógico y son lo que le da coherencia y sentido a nuestra vida.

"Hay que integrar la tecnología de manera efectiva en el proceso educativo para mejorar el aprendizaje. Esto incluye desarrollar competencias digitales en estudiantes y educadores, fomentar el pensamiento crítico frente a la información en línea y utilizar herramientas digitales para crear nuevos conocimientos y soluciones"

P: Como ingeniera de telecomunicaciones, ¿cuáles cree que son los principales riesgos a los que se enfrentan los menores en el universo digital?

R: Los principales riesgos incluyen la exposición a contenido inapropiado, el ciberacoso, la pérdida de privacidad, la sobreinformación o desinformación y las dependencias tecnológicas o tecnoadicciones. Es crucial educar a los menores sobre estos riesgos y dotarlos de estrategias para navegar de manera segura y saludable por el universo digital. Pero no solo los menores deben ser conscientes de esos peligros, los adultos deben ser el modelo en el que se vean reflejados y deben predicar con el ejemplo. Empezando por la información que se comparte sobre los hijos antes de que ellos mismos sean conscientes.

Eva Bailén

P: ¿De qué forma influye el mundo digital en las emociones de los adolescentes?

R: El mundo digital puede tener un impacto significativo en las emociones de los adolescentes, influyendo en su autoestima, relaciones y bienestar emocional. En las redes sociales se produce una comparación social y una presión por sentirse aceptado a la vez que ocurre una exposición constante a estímulos que pueden afectar al desarrollo emocional. Por eso es tan importante fomentar un uso consciente y crítico de las redes sociales y las plataformas digitales, y no desligar la educación digital de la emocional. Un joven empoderado, consciente de su capacidad de control sobre su vida online, será capaz de abstraerse de las emociones negativas que le puedan surgir, de analizarlas críticamente y tomar decisiones conscientes sobre ellas. Desintoxicarse o desconectarse de las redes sociales si les hacen daño es una de las mayores muestras de empoderamiento que puede expresar un joven.

P: ¿Qué significa para usted hacer un buen uso de la tecnología?

R: Para mí, hacer un buen uso de la tecnología significa emplearla de manera que mejore nuestra calidad de vida. La tecnología está a nuestro servicio si hacemos un buen uso de ella. Es una herramienta útil y no una espiral de pérdida de tiempo y control. Esto implica ser críticos con la información que consumimos y compartimos, utilizar la tecnología para fomentar conexiones humanas significativas, y asegurar que nuestra vida digital complemente, pero no reemplace, nuestras experiencias en el mundo real. Implica ser conscientes de cómo, cuándo y por qué usamos la tecnología, asegurándonos de que nos ayuda a alcanzar nuestros objetivos personales y colectivos de manera ética y responsable.

"Desintoxicarse o desconectarse de las redes sociales si les hacen daño es una de las mayores muestras de empoderamiento que puede expresar un joven"

P: ¿Tecnología en las aulas sí o no? ¿Por qué?

R: Pensando en el último ciclo de Primaria y en Secundaria, yo diría que sí, definitivamente. La tecnología en las aulas ofrece oportunidades sin precedentes para personalizar el aprendizaje, acceder a recursos globales, fomentar la colaboración y preparar a los estudiantes para el futuro. Sin embargo, su integración debe ser estratégica, centrada en el aprendizaje y apoyada por una formación adecuada para educadores. El uso de la tecnología porque sí no va a mejorar la educación. Pero su potencial en la búsqueda de la personalización, de la inclusión, de la adaptación a los intereses y ritmos del alumnado es indudable y es ahí donde debemos hacer incidencia a la hora de usar la tecnología en el aula.

P: ¿Cuáles son los principales cambios que se tienen que llevar a cabo en los centros educativos para disfrutar de la tecnología como una aliada?

R: Los centros educativos deberían adoptar un enfoque holístico que incluya la infraestructura tecnológica adecuada, formación continua para el profesorado, currículos que integren competencias digitales, políticas claras de uso responsable de la tecnología y la participación activa de las familias en el proceso educativo digital. Sin la aceptación e implicación de las familias no se puede concebir que una transformación así tenga éxito.

P: ¿Cómo deben formarse los docentes para ello? ¿Y las familias?

R: Los docentes (idealmente) deberían poder recibir formación continua en tecnologías educativas, metodologías de enseñanza innovadoras y gestión del aula digital. Pero sabemos que no es tan fácil como parece porque la carga lectiva y las horas de trabajo dificultan el tiempo para la formación. La gestión del aula es también una gran consumidora de esfuerzo. La convivencia dentro de ella se puede ver comprometida por el uso inapropiado de teléfonos móviles y ordenadores. Es muy complicado enseñar si la tecnología es una distracción y una interrupción en vez de una herramienta.

No obstante, me parece más apropiado enfocarnos en lo positivo, en hacer progresos poco a poco y en destacar el papel de la tecnología como aliada y no como enemiga. Nos ha tocado vivir en este momento de transformación digital y me parece más acertado tratar de formarse haciendo uso precisamente de lo que la tecnología puede ofrecernos. Ahora mismo, la inteligencia artificial puede ayudar también en este propósito. Lo importante es tener una actitud de curiosidad y de motivación hacia el uso de la tecnología y aprender en comunidad, a través de recursos preparados o de manera autodidacta, pero sin quedarse atrás ni sufrir rechazo.

Por su parte, las familias, como parte de la comunidad educativa, deberían colaborar en el uso saludable de la tecnología en casa, para que permee en los estudiantes y sepan usarla también correctamente en el aula. Deben ser partícipes del acompañamiento activo en el aprendizaje digital de sus hijos y plenamente conscientes de la importancia de fomentar un equilibrio entre las actividades online y offline.