Cuando a finales de año Microsoft presentó sus Surface con Windows 11 integrado, un modelo destacaba sobre los demás: el Surface Pro 8; el más potente entre los convertibles de la firma hasta la fecha.

Lo mejor: la pantalla

Su componente esencial, como en todas las Surface, es la pantalla, que integra además todas las conexiones y componentes. Tiene un tamaño de 13 pulgadas, una resolución de 2.880 x 1.920 píxeles y una tasa de refresco de 120 Hz. Esta es la característica más novedosa, que consigue una gran fluidez a la hora de visualizar contenidos; la contrapartida es que aumenta mucho el consumo energético, por lo que dependiendo de lo que se vaya a hacer con el dispositivo conviene reducirla (se hace desde el panel de control de forma manual).

Surface Pro 8

Por lo demás, esta superficie cuenta con sensor de color para adaptar la tonalidad del panel o sensor de luz ambiente; ambas características con funcionamiento automático muy correcto.

A la hora de reproducir contenidos multimedia se agradece la presencia de dos altavoces estéreo de 2W compatibles con Dolby Atmos, que proporcionan una calidad y volumen más que suficiente. A su vez, y gracias a su webcam frontal y a sus micrófonos, es ideal para mantener videollamadas.

Gran rendimiento

Su configuración es adaptable a las necesidades del usuario. Nosotros hemos probado la versión con  procesador Intel Core i7, 16 GB de RAM y 256 GB de almacenamiento, pero también está disponible en Core i5, desde 8 GB de RAM y 128 GB de capacidad. Su rendimiento está a la altura del de cualquier ordenador portátil con similares prestaciones, funcionando con total fluidez cuando se navega (aunque se abran muchas pestañas), al realizar streaming, editar documentos, visualizar contenidos… No se calienta demasiado tampoco. Su autonomía, según Microsoft, se acerca a las 15 horas, aunque dependiendo del uso y de la tasa de refresco configurada en la pantalla, de acerca más a las 8 horas.

Surface Pro 8

El diseño de la Surface Pro 8, por otro lado, limita mucho sus conexiones, que en este caso se limitan a dos conectores especiales Surface Connect para el teclado y la carga propietaria y dos puertos USB tipo C compatibles con Thunderbolt 4.

Y hablando de diseño… se mantiene su soporte trasero desplegable y regulable para poder situar el dispositivo en vertical; algo esencial para complementarlo con un teclado y utilizarlo a modo de portátil.

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Los complementos

Aunque la Surface Pro 8 podría usarse con cualquier teclado Bluetooth, Microsoft propone hacerlo con el teclado Signature que, a la vez, sirve de funda para protegerlo durante el transporte. Recubierto de un agradable tejido alcántara, su perfil es bajo, con fila completa de teclas de función y accesos directos. La experiencia de escritura es muy fluida, sin errores, e igualmente cómoda.

Incluye también un touchpad de reducido tamaño que reconoce a la perfección los toques y los gestos que se realizan sobre su superficie.

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El otro complemento ‘indispensable’ (pero tampoco incluido) es el Surface Slim Pen 2, un stylus con un diseño diferente a lo que habíamos visto hasta ahora. Es plano y más pequeño de lo habitual, y cuenta con un sistema de microvibraciones cuyo objetivo es que tengamos feedback al dibujar o escribir. Cuesta poco acostumbrarse a él, pero todavía no es muy amplia la lista de aplicaciones en las que puede utilizarse.

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Laura Pajuelo

Periodista amante de las nuevas tecnologías. Me encanta explorar cómo las TIC pueden convertirse en la mejor herramienta para lograr el (necesario) cambio educativo.