¿Vale la pena ser docente?

Los profesores no son respetados por muchos al mismo nivel que otros profesionales. ¡Y eso que en sus manos está la educación de las futuras generaciones! La docente Lissette Pino analiza las posibles razones.
6 min. de lectura
¿Vale La Pena Ser Docente?

¿Vale la pena ser docente? Esta es una pregunta que no me había cuestionado antes de empezar a impartir mi carrera. Como cualquier estudiante sin experiencia de campo, me encontraba completamente entusiasmada con los nuevos retos; y por supuesto, extremadamente orgullosa de decir que estaba estudiando para ser maestra.

Sin embargo, la reacción de mis conocidos no era la que esperaba, la mayoría con una cara de desconcierto acompañada de la frase “¿estás segura?”. Me pregunto si hubieran reaccionado así de haberles dicho que seguiría arquitectura o medicina.

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Falta de interés por la docencia

Hace pocos días tuve la oportunidad de escuchar un podcast llamado Docentes en Peligro de Extinción en el que Nataniela Barreiro menciona algunos factores económicos, sociales y políticos de la falta de interés actual de los jóvenes por esta carrera. A pesar de que los datos mencionados en ese podcast revelan la problemática a nivel macro, me permitió reflexionar en los ‘micro factores’ que se desencadenan de esas raíces y crean este ciclo continuo y en aumento de la infravaloración de la docencia.

A pesar de que en la antigua Grecia los maestros eran las personas más respetadas y admiradas, actualmente muchos miembros de la comunidad consideran la educación como un viacrucis que te llevará a ‘limpiar mocos’ y que te falten en respeto toda tu vida, y en cierta medida es cierto; actualmente los docentes no somos respetados al mismo nivel que lo harían con un ejecutivo o un abogado.

De hecho, somos mismos maestros los que de tanto en cuanto soltamos comentarios sobre lo terrible que es estar en nuestros zapatos a estudiantes, amigos, familia. ¿Cómo esperamos que la sociedad respete nuestra carrera si nosotros mismos no la respetamos? La docencia debería ser considerada el fin último de la realización laboral, después de todo, hasta los más grandes científicos tuvieron un maestro. ¿Cómo es posible que en nuestras propias aulas desacreditemos todo lo que significa ser docente? Comenzar con nuestras propias voces permitirá que otros vean la importancia de nuestra área en la humanidad.

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Docentes sin motivación

Otro factor decisivo en el desprestigio de la docencia es la contratación de personas que deciden ser maestros por el mero hecho de saber de un tema. Todos a lo largo de nuestra vida nos habremos topado con uno de ello: el típico docente que repite la misma clase año tras año, que tiene las mismas diapositivas desde que se inventó la piedra y que, por supuesto, no se le puede cuestionar nada porque son casi que Aristóteles resucitado.

Estas personas desacreditan todo por lo que los docentes con verdadera vocación luchan día con día, ser diferentes, innovadores, en busca de retar mentalmente a sus estudiantes para su crecimiento tanto personal como educativo. Estos mismos son los que suelen mostrar una ética pobre a la hora de calificar o buscar por cualquier medio resultados altos en pruebas estandarizadas, dando un mensaje claro a nuestros jóvenes: “El conocimiento no es importante, mientras obtengas una nota alta en un pedazo de papel”.

Profesora En Clase

Por último, algo que he podido ver de primera mano es la lucha de los profesores con vocación y ganas, pero sin el conocimiento pedagógico necesario para afrontar los desafíos de un mundo en constante cambio. A pesar de esta vocación innata, encontrará un límite tarde o temprano, lo cual desencadenará en una falta de motivación que se reflejará en las clases y la relación con los estudiantes.

Verdadera vocación

Es importante recalcar que el desconocimiento no es malo, querer mantenerse en él y entrar en una zona de confort al verse frustrado es lo que mata en realidad la verdadera vocación y perpetúa este círculo infinitivo del desprestigio social. Por lo tanto, es fundamental que todos los docentes, ya sean jóvenes o mayores busquen espacios de mejora continua, para que la pasión por enseñar no encuentre su tope y se resignen a ser uno de estos seres ya mencionados impartiendo una cátedra a estudiantes desmotivados.

Definitivamente es vital entender que los docentes con vocación real son escasos y como menciona Nataniela, somos ‘la resistencia’, una especie en peligro de extinción. Nosotros tenemos una responsabilidad enorme en nuestros hombros, el futuro de otro ser humano. Así como muchos padres primerizos temen ‘arruinarles la vida’ a sus hijos con sus decisiones; imagínense que puede hacer un mal docente con 100 niños y jóvenes a su cargo. La docencia es importante y debe ser reconocida como tal, a pesar de que no es una solución definitiva a toda la problemática que gira en torno al desprestigio social de nuestra carrera, defender y enorgullecernos de nuestra labor si es un primer paso para recuperar el respeto a nuestro esfuerzo diario.

14 Comentarios
    • «Soy un anti-profesor, un insumiso de la enseñanza que todavía se subleva contra el discurso
      vanilocuente de los ‘educadores’ y contra la sustancial hipocresía de sus prácticas.
      Comparto la opinión de Wilde: «Así como el filántropo es el azote de la esfera ética, el
      azote de la esfera intelectual es el hombre ocupado siempre en la educación de los
      demás». Y creo asimismo que la pedagogía moderna, a pesar de esa bonachonería un
      tanto zafia que destila en sus manifiestos, ha trabajado desde el principio para una causa
      infame: la de intervenir policialmente en la consciencia de los estudiantes, procurando
      en todo momento una especie de reforma moral de la juventud. «Un artificio para
      domar»: así la conceptuó Ferrer Guardia, como si por un instante se tambaleara su
      desesperada fe en la Ciencia. Pugno, en fin, por desescolarizar mi pensamiento, empresa
      ardua e interminable. Me temo que también la Escuela, otra vieja embustera, se ha
      introducido en el Lenguaje; y por ello se hace muy complicado deshollinar de
      escolaridad los modos de nuestra reflexión.»

      Fragmento inicial de El Educador Mercenario, Pedro García Olivo (Gratuito en pdf por la red)

  • Excelente reflexión, hace que me sienta más orgullosa, de haber elegido ser Maestra, si bien es cierto no es valorada, como debe de ser, es importante saber que dejaste deseos y sueños en jóvenes y ganas de vivir.

    • Los medios de comunicación a favor de la privatización y en contra de la educación pública han sido los responsables del desprestigio del docente
      Es increíble que un docente de un colegio de élite sea ponderado como excelente; pero, se convierta en regular si trabaja en la escuela pública.

  • Hablas de vocación??? Al menos sabes qué es y de dónde viene esa palabra?
    Además, con lo del docente «Aristóteles», se nota que te recibiste hace muchísimo, los de la nueva época tenemos otros métodos de formación.
    Con cariño, una futura docente joven, que eligió serlo cuando iba a la secundaria y que no nació para ser docente, decidió ser docente.

    • Conozco a la docente Lissette Pino y ella es una mujer que si sabe de lo que está hablando, es joven y recién graduada pero con experiencia en el campo porque mientras estudiaba, ejercía. No se asume cuando no se conoce a la persona. Ella es de la «nueva época» también.

      Tenga buen día.

  • Gracias por tan importante reflexión, totalmente de acuerdo con el mensaje compartido, nadie es más que nadie y ser maestro debe ser un orgullo, una pasión… Ellos nos necesitan y así la sociedad sea ingrata, ellos no, estos pequeños llenos de problemáticas Sociales nos habren las puertas de su corazón y más que un maestro somos segundos o en algunos casos primeros padres, amigo, concejero y orientador… Nuestros niños son seres integrales.

    • Totalmente de acuerdo, el ser maestro es un gra reto y hay personas que estudian una licenciatura para ganar un sueldo. Es cierto que hay docentes imnatos pero hay otros que se equivocaron de de profesion.Hoy dia los estudiantes y padres de familia no valoran al profesor, porque creen que nosotros los docentes somos cuidadores de niños. Que tristeza.

  • Aún estando de acuerdo con la idea general de la reflexión, discrepo en un error de identificación que suele repetirse. Esto es identificar preparación pedagógica con preparación digital. La segunda no sirve si no hay una gran presencia de la primera. Un ejemplo,… que se distinguiera internacionalmente hace un tiempo a un docente porque daba clases desde el punto de vista pedagógico tradicionales – pizarra y rotulador – pero las grababa y subía a la Red. Esta persona lo que aportaba era su buen hacer comunicador, innovación pedagógica 0.

  • Lamentablemente es la relidad que vemos hoy en nuestro gremio. Docentes que ya estan casados trabajando luego de ser pensionados solo para recibir un doble sueldo, pero que su verdadera labor como docente no se lleva a cabo como debería hacerse y los nuevos docentes recien graduados buscando trabajo como taxista o lo que salga porque no sueltan las plazas para darle la oportunidad a nuevas generaciones de cambiar en innovar en educación.

  • Dejé la docencia hace muchos años y retomé hace unos pocos. Lo que encontré y me sorprendió, además de otros factores que aquí se mencionan, es mucha competencia y celos entre los mismos colegas compañeros. Delación ante las autoridades, hostilidad y una gran mediocridad. Realmente estoy desilusionada, triste y me cuestiono seguir ejerciendo.

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