El mercado laboral necesita profesionales que se aproximen a la realidad con amplitud de miras y que tengan un recorrido reflexivo profundo. Para ello, la Universidad debe potenciar el pensamiento crítico y el emprendimiento, según Helena López-Casares, doctora en Neurociencia Cognitiva de las Organizaciones de la Universidad Nebrija. 

La educación es, quizá, el área de desarrollo, preparación, crecimiento y descubrimiento a la que dedicamos más esfuerzo y tiempo durante nuestra vida. Es un proceso de transformación del individuo y una garantía del bienestar de la sociedad. La etapa de Infantil supone un paso muy relevante en la vida de un menor. A través de la mirada de un educador, profesor o maestro, el mundo comienza a ser un espacio más amplio. Mediante el juego, las sensaciones y las expresiones artísticas, el niño conoce la riqueza que hay a su alrededor, compartiendo y experimentando con sus compañeros. Esta etapa contribuye a sentar las bases del desarrollo social, afectivo, físico e intelectual en una franja de edad crucial para la futura salud emocional y mental del adulto.

A partir de aquí, conforme la persona va creciendo y accediendo a los distintos ciclos educativos, el conocimiento va adquiriendo un papel protagonista y central. La adquisición de saber y el dominio de las materias envasadas en distintas asignaturas se convierten en un asunto nuclear. Los educandos en estas etapas están centrados en el estudio, a la vez que van entendiendo la importancia de los valores como el respeto o la tolerancia para entablar relaciones sanas, positivas y constructivas con sus semejantes. Son años, además, en los que se forjan fuertes lazos de amistad y compañerismo, y se asientan los fundamentos de la convivencia para la creación de sociedades cohesionadas.

La Universidad

La Universidad es un lugar para el encuentro consigo mismo en relación con el entorno. Con independencia de los estudios que se hayan elegido como especialidad universitaria, este período de la vida ofrece al universitario una ventana de autoconocimiento y redescubrimiento interior. Es una oportunidad para desarrollar las habilidades que se van a requerir en los distintos trabajos y responsabilidades que una persona va a tener a lo largo de su vida. El paso por la Universidad debe ser un ejercicio de liderazgo consciente y responsable.

Impulsar la empleabilidad 

Por eso, la Universidad es una etapa que ha de abordarse de forma distinta a la de ciclos anteriores. La Universidad no debería convertirse en una extensión del colegio, instituto, liceo o centro donde se cursaron los estudios básicos y de ciclo superior. 

Los universitarios tienen que pensar, discurrir, debatir, reflexionar y plantear qué papel desean desempeñar en la sociedad. En este sentido, la educación universitaria debe consolidar la preparación humana de los educandos, en un mundo que requiere de personas capaces de indagar, investigar, llegar a conclusiones y mirar la realidad con sentido crítico-reflexivo.

La velocidad, intensidad y magnitud del cambio en todas sus vertientes reclama el desarrollo de las capacidades cognitivas superiores y de competencias emocionales que ayuden a las personas a relacionarse con el entorno complejo, global y digital. Nuestro mundo ha dejado de funcionar con la precisión y predictibilidad del mecanismo de un reloj, está influido por numerosas variables que no siguen la lógica lineal de la causa y del efecto con la que hemos venido analizando la realidad y demanda una nueva mentalidad.

Pensamiento crítico y emprendedor: habilidades a desarrollar

Es por ello que el pensamiento crítico es una de las habilidades más solicitadas en cualquier puesto laboral. La capacidad de pensar por uno mismo, de analizar situaciones con la mente abierta, de interpretar los datos y considerar un amplio rango de alternativas van ganando terreno como garantes de la autonomía intelectual y como bases del cambio innovador.

En la misma línea, el pensamiento emprendedor es una habilidad asociada a la iniciativa y empeño, y es considerado uno de los motores para asumir retos en el ámbito laboral de forma permanente y resolver situaciones con determinación, arrojo y perseverancia.

En todo este proceso, el profesor universitario es un eslabón fundamental que debe trascender su papel de correa de transmisión del conocimiento y debe asumir un rol de referente humanista para crear las mentes del renacimiento en el siglo XXI. La Universidad debe rescatar su vertiente humanista y ensalzarla al mismo nivel que los conocimientos técnicos. Ambas dimensiones garantizarán la libertad y el espíritu de universalidad y totalidad en el cultivo del saber que debe distinguir a las universidades y a las comunidades académicas de alumnos y profesores.

La educación universitaria tiene un gran papel vertebrador en el avance del pensamiento. El estudiante debe aprovechar esta etapa de su educación para encontrarse a sí mismo, hallar su verdad, saber quién es y qué papel desea representar en su vida. El mercado laboral necesita profesionales que se aproximen a la realidad con amplitud de miras y que tengan un recorrido reflexivo profundo. La cuarta revolución industrial conlleva transformaciones de tal envergadura que no pueden abordarse desde una visión banal y superficial de la realidad.

Los desafíos económicos, políticos, sociales, medioambientales y tecnológicos requieren de líderes capaces de ofrecer respuestas para crear un futuro, cuyo diseño debería ser un asunto central y prioritario en el mundo universitario. 

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