La Organización Mundial de la Salud afirma que el 2,3% de la población mundial tiene altas capacidades intelectuales. Esto implica que en España, con 47 millones de habitantes, debería haber 1.081.000 personas evaluadas con alta capacidad. Sin embargo, los datos del último informe PISA (2018) asegura que el número de alumnos con alto rendimiento en nuestro país es realmente muy bajo (5%) mientras que, por el contrario, en los países con mejores puntuaciones en PISA (Singapur, Finlandia) entre el 14 y 25% se sitúa en los niveles más altos de la escala.
Parte del problema se halla en la deficiente detección inicial influida por una serie de mitos en torno a las altas capacidades. Y, es que en torno a las altas capacidades giran un buen número de mitos o ideas erróneas, más bien relacionadas con la imagen del típico genio loco que no tiene amigos y que es un poco raro. Eso, junto con su intensa personalidad, hace que su simple detección sea complicada y que en muchos casos pasen totalmente desapercibidos, sencillamente porque no les vemos. Por lo tanto, el primer paso es conocer y detectar esas ideas erróneas que pueden estar interfiriendo con la realidad. Veamos algunas de ellas:
¿Es la alta capacidad innata?
El punto de partida es nuestra herencia genética o capacidad innata, pero ésta no puede desarrollar todo su potencial sin la adecuada educación, reto y oportunidades. Nadie se convertirá en un deportista de élite o músico o bailarín, si no recibe la adecuada formación por parte de sus maestros, el apoyo de su familia, y diversas oportunidades y reto.
¿Alto cociente intelectual?
Los niños superdotados se definen exclusivamente por tener un alto cociente intelectual. Cuando la realidad es que además son diferentes en otros muchos aspectos, por ejemplo, en la forma de procesar la información, en relación a la creatividad o por tener una imaginación muy activa.
Diversidad
Existe la creencia de que son un grupo de alumnos con unas características bastante homogéneas entre sí y lo que más los define es un CI por encima de 130. Pero la diversidad es igual de alta que en cualquier grupo. Podemos encontrar desde un CI por encima de 130, hasta alumnos con un CI alrededor de 120 con algún talento especial. Sin embargo, la mayoría tiene además una alta creatividad.
Notas
“Son los que mejores notas sacan”. Tener un alto cociente intelectual no es sinónimo de ventaja y triunfo seguro, y en numerosos casos muestran un historial de fracaso repetido. De hecho, la sobredotación no siempre se refleja en las calificaciones, aunque si estamos atentos, podemos detectar otros muchos indicios que nos den pistas sobre sus capacidades.
Un ejemplo: Ana, una niña de 8 años que mucho más tarde fue evaluada con altas capacidades y que nunca destacó por sus calificaciones, un día preguntó a su padre sobre las hipotecas. Tras la explicación de éste sobre el esfuerzo que suponía pagar un dinero al banco a lo largo de muchos años, la respuesta de la niña fue todo un análisis de riesgos de futuro: ¿Y si os pasara algo, tendría yo que pagar lo que queda?
Motivados y responsables
“Son niños con una alta motivación por las tareas escolares y por hacer todo lo que el profesor pide”. No siempre es así, porque muchas veces sus intereses no tienen nada que ver con el entorno escolar, y no prestan la menor atención en clase sencillamente porque no les interesa.
No necesitan ayuda
Nada más lejos de la realidad, estos niños necesitan ser guiados en su aprendizaje, de la misma manera que el resto. Tener un alto CI puede ser comparado a tener en nuestro ordenador un disco duro muy potente, pero eso no implica que los datos ya estén instalados. Es cierto que los niños con alta capacidad aprenden más rápido, pero también lo es que necesitan a una persona que los guíe en el proceso, y aunque pueden ser más autónomos, igualmente necesitan ser corregidos o premiados y que se valoren sus logros.
Socialmente inadaptados o torpes
Otro mito sobre las personas con alta capacidad es que son más propensos a los desequilibrios psicológicos. Son insociables y en definitiva inadaptados socialmente.
Pero no tienen más problemas psicológicos que el resto de la población y la probabilidad de que tengan problemas psicológicos es la misma que en el caso de una capacidad intelectual normal. De hecho, sus habilidades sociales y su vida social pueden ser tan buenas como las del resto de sus compañeros. Además, se cree que son torpes y habitualmente poco capacitados físicamente. Aunque a priori no hay ninguna razón para que los niños superdotados posean unas dificultades motoras específicas, se ha observado que algunos se han saltado alguna etapa, como por ejemplo el gateo, pudiendo acarrear una serie de problemas que se han de tener en cuenta a la hora de preparar una acción psicomotriz. Sin embargo, en general, no aparecen problemas en este sentido.
Saben que son diferentes
El niño superdotado a menudo se siente diferente, pero no sabe por qué y en muchas ocasiones no entiende lo que le pasa, pudiendo incluso llegar a tener un acusado sentido de inferioridad e incomprensión. De hecho, con frecuencia el diagnóstico supone un alivio ya que va a dar explicación a sus dificultades. Sin embargo, que el niño considere que esa cualidad sea un problema para él está más relacionado con lo que su entorno le haga saber. Es positivo que entienda que esa diferencia es una buena cualidad y que debe disfrutarla y encauzarla.
La cuestión es que cometemos una serie de errores que hacen que su identificación sea realmente uno de los problemas principales, sencillamente porque no los vemos. Por eso, eliminar los mitos en torno a las altas capacidades es el primer paso para poder detectarlas. Una vez detectados, llevar a cabo una evaluación correcta, partiendo conocimiento de su cerebro, nos ayudará a definir un perfil individual que incluya tanto fortalezas como debilidades, como paso previo al desarrollo de programas que nos permitan acompañarlos de forma eficaz en casa y en su educación.
- Caballero, María (Autor)