A los 2 años, los niños deben dormir un promedio de 13 horas diarias –sumando la noche y las siestas–, según la Asociación Española de Pediatría (AEP). Y según van creciendo, ese tiempo irá disminuyendo, hasta las 8-10 horas diarias en la adolescencia. Cumplir estas horas de sueño en menores es clave para que crezcan sanos, sobre todo en esta etapa en la que están en pleno desarrollo: durante el sueño profundo, el cuerpo libera la hormona del crecimiento, que es esencial para el desarrollo de huesos, músculos y tejidos. Además, un buen descanso ayuda a fortalecer el sistema inmunológico, reduciendo el riesgo de enfermedades, así como a consolidar lo que aprendieron durante el día, ya que el sueño mejora la memoria, la atención y el rendimiento escolar y favorece el desarrollo de habilidades cognitivas como el lenguaje, la resolución de problemas y la creatividad.

Señales de alerta de un mal sueño en menores

Sin embargo, en algunas ocasiones tienen ciertos problemas para conciliar el sueño o para cumplir con las horas recomendadas por los expertos. ¿Cómo saber si un menor no está descansando lo suficiente? Hay algunas señales que pueden ayudar a las familias a identificar que sus pequeños tienen un problema y tratar de buscar las soluciones que permitan mejorar su descanso. Algunas de las alertas más claras son: 

  • Cansancio constante o somnolencia diurna. Si se quedan dormidos en el coche, en la escuela o viendo televisión, y que les cueste mantenerse despiertos en momentos en los que deberían estar activos. 
  • Irritabilidad o mal humor. Se enfadan y lloran con facilidad, además de tener muy poca tolerancia a la frustración.
  • Dificultad para concentrarse o problemas de atención. Les cuesta seguir las instrucciones que les dan en clase o terminar tareas y parecen estar continuamente distraídos. 
  • Hiperactividad aparente. Aunque es un signo que puede parecer contradictorio, algunos expertos alertan que los niños con falta de sueño se muestran más activos de lo normal o inquietos, como si no pudieran quedarse parados.
  • Les cuesta quedarse dormidos. Una vez en la cama dan muchas vueltas, se levantan constantemente o tardan mucho en dormirse.
  • Despertares frecuentes. Se despiertan varias veces durante la noche o muy temprano por la mañana. Además, suelen tener pesadillas o terrores nocturnos frecuentes que hacen que se despierten asustados, llorando o gritando durante la noche.
  • Ronquidos o respiración irregular. Los ronquidos fuertes, pausas en la respiración o jadeos pueden indicar apnea del sueño infantil (que requiere consulta médica). 
sueño en menores

¿Cómo mejorar el sueño?

Si presentan algunos de los anteriores signos, la recomendación general es que las familias acudan a algún profesional si creen que sus hijos pueden tener algún problema de salud que esté afectando a su descanso. Si la falta de sueño tiene que ver con los malos hábitos, las familias pueden seguir algunas recomendaciones de la AEP para mejorarlos:

  • Es conveniente que el niño aprenda a conciliar el sueño solo. Además, cuando sea más mayor es importante que tenga su propia habitación y no que duerma en la misma cama que sus padres. 
  • Para conseguir el desarrollo de un buen patrón de sueño-vigilia, la hora de acostarse y levantarse debe ser siempre la misma. 
  • No es recomendable que se acuesten con hambre o que beban muchos líquidos antes de irse a dormir, sobre todo si son azucarados. 
  • Evitar utilizar dispositivos electrónicos (incluida la televisión) dos horas antes de acostarse.
  • Apostar por una rutina relajante que se haga todos los días antes de dormir ayuda a que el niño se dé cuenta de que llega la hora de acostarse. 
  • Es necesario tomar ciertas medidas ambientales que favorezcan el descanso: una cama cómoda y una habitación con baja intensidad lumínica y temperatura agradable.