El mindfulness (también conocido como atención plena o consciencia plena en el presente) reporta a los estudiantes múltiples beneficios: aleja el estrés del día a día, les enseña a regular sus emociones, a ser más resilientes, a tener más confianza en sí mismos y a disponer de la capacidad para cambiar la perspectiva de las cosas. Así lo confirman especialistas como Eline Snel, fundadora de la Academia Holandesa para la Enseñanza de la Atención Plena, autora de diversos libros y creadora del Método Snel para enseñar mindfulness a pequeños y jóvenes. Una opción para adentrarse en el mindfulness y practicarlo en el aula o en casa es la meditación: una técnica que permite situarse en el momento presente a través de la respiración. Los siguientes ejercicios resultan muy útiles para iniciar a los estudiantes en esta disciplina.

El juego de los súper héroes y las súper heroínas

Su objetivo es que los menores desarrollen su atención a los estímulos externos y trabajen su capacidad de concentración simulando la postura de un superhéroe: de pie con la espalda recta, las piernas separadas y los brazos en jarras. Después se les pide que cierren los ojos y se concentren en su respiración mientras se les explica que tienen el poder de los sentidos y su misión es percibir todo lo que les rodea y concentrarse en los estímulos externos todo el tiempo que permanezcan en esa postura, pero siempre con los ojos cerrados. Pasados unos minutos, se les invita a describir cualquier cosa que perciban con sus sentidos, ya sean olores, sonidos u otras sensaciones físicas.

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El cuento que enseña respiración consciente

‘Respira’ utiliza un diálogo entre un niño y su madre y diferentes ilustraciones para mostrar ejercicios de interiorización y respiración consciente. Gracias a ella, los pequeños aprenden cómo controlar sus emociones o a calmarse ayudados de la respiración si se ponen nerviosos ante alguna situación. En su parte final se incluye una guía de lectura con todos los ejercicios explicados: los movimientos que favorecen diferentes tipos de respiración (abdominal, torácica y clavicular) y cómo realizarlos correctamente. ‘El viento que deshace las nubes’, ‘oler las rosas’ o ‘lanzar el cohete’ son algunas dinámicas sencillas con las que los pequeños aprenden a inspirar y exhalar el aire poco a poco ayudados por diferentes posturas y movimientos corporales mientras un adulto les guía en el proceso. 

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Parar y mirar alrededor

Un caballito de mar que se deja arrastrar por las olas o se sujeta con la cola a un coral cuando necesita detenerse es el ejemplo en el que se apoya este ejercicio para que el alumnado lo entienda de una manera más gráfica. Los docentes hacen de guía en cada paso indicándoles que cierren los ojos, dejen caer la cabeza y miren hacia abajo a algún punto fijo. A continuación tienen que respirar tres veces de manera profunda, llenando la tripa de aire al inspirar y vaciándola por completo al exhalar. Tras una pausa para que disfruten del momento, se les anima a que sientan sus pies sobre el suelo y que vean su respiración como un ancla que les ayudará cuando lo necesiten (al igual que la cola al caballito de mar). Por último, se les pide que abran los ojos y repasen lentamente la habitación sin hablar durante el tiempo que se considere necesario.  

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El botón de ‘pausa’

Resulta idónea para que los niños paren de hacer ciertas cosas que les gustan mucho (como jugar a su videojuego favorito o ver dibujos animados en el televisor) y que pueden causar problemas si las realizan durante demasiado tiempo seguido. Basta con decirles que todos tenemos un ‘botón de pausa’ en nuestro cuerpo, animarles a buscarlo (ya que puede estar en la parte del cuerpo que ellos prefieran) y que con tan solo apretarlo podemos parar lo que estamos haciendo. ¿El objetivo? Percibir cómo se sienten en ese momento a través de la respiración, por ejemplo. Es importante que los adultos hagan también lo mismo, y utilicen su ‘botón de ‘stop’ para que los menores comprueben que sus padres o los docentes también pueden parar de hacer sus actividades diarias durante un rato.

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La meditación de los pensamientos

Con la técnica de los globos los estudiantes se pueden liberar por unos momentos de los pensamientos que distraen su mente y que no dejan paso a la tranquilidad y la reflexión. Para ponerla en práctica es necesario que el alumnado se siente o se tumbe con los ojos cerrados y, tras centrar la atención en la respiración, se les propone que los pensamientos ‘intrusivos’ que vayan surgiendo en su mente los visualicen y poco a poco los conviertan en globos de colores que se alejan lentamente hacia el cielo.

Si llega un nuevo pensamiento se repite el mismo procedimiento: un globo por cada uno de ellos. Cuando todos los pensamientos se encuentran lejos, los estudiantes pueden prestar atención a su respiración y finalizar la práctica realizando diez respiraciones lentas y suaves.

técnica de los globos

El sonido del silencio

Consiste en escuchar de forma activa el sonido de un instrumento que cuente con una gran vibración (cuenco tibetano, crótalos, campana…) hasta que deje de sonar y dé paso al silencio. Acompañados por la familia o los docentes, es en ese momento cuando el alumnado, consciente del silencio que inunda el aula o la casa, debe levantar la mano. Así, los estudiantes centran su atención en un único sonido siendo capaces de llegar a escuchar realmente el silencio que les rodea. Esta actividad resulta útil para fomentar la concentración de los estudiantes y mejorar la atención en el momento presente.    

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Ser conscientes de las distracciones a través de la respiración

Los menores pueden hacerla acompañados de adultos y su propósito es dirigir toda la atención a la respiración durante diez minutos. En ese tiempo tan solo hay que centrarse en cómo entra y sale el aire del cuerpo: al principio es posible que los más pequeños no se concentren en la tarea porque otros estímulos les distraigan y, en el caso de los adultos, puede que los pensamientos relacionados con el trabajo, las tareas diarias o las preocupaciones personales no les dejen centrarse en el ejercicio. Sin embargo, el objetivo principal de esta actividad no es concentrarse al máximo en ella, sino darse cuenta de por qué nos hemos distraído y tratar de acercar la atención, de nuevo, al momento presente.

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Meditar… como una rana

Aunque este anfibio da grandes saltos, también es capaz de quedarse quieto durante mucho tiempo, atento para cazar y llevarse algo de comer a la boca. En este caso, los más pequeños tan solo tienen que sentarse como una rana e imitar cómo inspiran y expiran las ranas (inflando y desinflando su vientre), observando al mismo tiempo cómo se llena su abdomen de aire… y nada más.

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