Desde el siglo III a.C. hasta el siglo V d.C., la península ibérica fue conquistada y gobernada por el Imperio Romano, que fundó importantes urbes como Tarraco (hoy Tarragona), Emerita Augusta (Mérida) o Cartago Nova (Cartagena). Éstas se convirtieron en centros administrativos, comerciales y culturales del Imperio; además del escenario de grandes obras de ingeniería, como acueductos y calzadas; y de edificios destinados a la cultura y el ocio, como teatros, anfiteatros y circos. Muchos de ellos todavía pueden observarse en la actualidad y en este artículo hacemos un recorrido por las ciudades romanas mejor conservadas del país. 

Mérida (Extremadura) 

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Mérida Ciudades Romanas

Fundada como colonia para los soldados retirados del ejército, Emérita Augusta se convirtió rápidamente en un importante centro administrativo y político de la Hispania romana. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1993, entre sus restos destaca el Teatro Romano, uno de los símbolos de la ciudad gracias a su capacidad para más de 6.000 espectadores. A día de hoy sigue en uso y cada año acoge el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida durante los meses de verano. Otros restos son el Anfiteatro Romano, que data del siglo I d.C., donde se celebraban luchas de gladiadores; el Acueducto de los Milagros, con más de 800 metros de largo; o las ruinas del Templo de Diana o el Arco de Trajano. 

Segovia (Castilla y León)

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Segovia Ciudades Romanas

Si hay algo que caracteriza a la ciudad de Segovia es su acueducto: una obra de ingeniería romana que conducía las aguas del manantial de la Fuenfría, situado en la sierra cercana a 17 kilómetros de la ciudad, recorriendo más de 15 km antes de llegar a la ciudad. Su parte más visible, y por lo tanto más famosa, es la arquería que cruza la plaza del Azoguejo; lugar de gran interés turístico que propició que la ciudad segoviana fuera considerada en 1985 como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En comparación con otras ciudades españolas, Segovia cuenta con menos restos romanos conservados, pero durante los últimos años se han descubierto algunos de ellos, que se pueden apreciar en el Museo de Segovia, donde se encuentran depositados y expuestos materiales como columnas, vasijas o murales, no sólo de la capital sino de los numerosos yacimientos de la provincia.

Tarragona (Cataluña)

Tarragona

Entres los numerosos restos del conjunto arqueológico de la antigua ciudad de Tarraco se encuentran el Anfiteatro y el Circo, que utilizaban para las carreras de carros y otros eventos deportivos. Además, todavía se conservan partes de la muralla defensiva que rodeaba la ciudad, y en el centro se encuentran las columnas y elementos arquitectónicos del Foro y del Pretorio Romano. Otro ejemplo es el Acueducto de les Ferreres, también conocido como el Puente del Diablo, que se construyó para llevar agua desde el río Francolí hasta la ciudad. Por su importancia histórica y riqueza arqueológica, Tarragona también fue designada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000. 

Lugo (Galicia)

Lugo

Su principal punto de interés arqueológico es la Muralla Romana que rodea el casco antiguo de la ciudad, una de las mejor conservadas del mundo. Construida en el siglo III d.C., tiene una longitud de aproximadamente dos kilómetros y cuenta con 71 torres defensivas. En la ciudad gallega también se puede visitar el puente romano situado sobre el río Miño, aunque ha sufrido algunas modificaciones y reconstrucciones a lo largo de los años; así como las termas romanas de Lucus Augusti, declaradas Monumento Histórico-Artístico en 1931 y que hoy forman parte de las instalaciones del Hotel Balneario de Lugo. 

Cartagena (Murcia)

Cartagena

Durante la época romana era denominada Carthago Nova, un enclave de gran importancia para el Imperio debido a su lugar estratégico y a las posibilidades económicas que ofrecían los recursos mineros de su sierra y su entorno. Esta gran influencia se deja notar a día de hoy a través del rico patrimonio arqueológico de la ciudad, como su Teatro Romano del siglo I A.C o el Barrio del Foro Romano, en el que se ubican las columnas de la Catedral Vieja y restos del antiguo mercado. Otros ejemplos claros de la presencia romana son la Casa de la Fortuna, una antigua vivienda con mosaicos y frescos bien conservados, muestra de la vida cotidiana de la élite; y Augusteum, un templo dedicado al culto imperial y construido en honor al emperador Augusto del que solo quedan algunas huellas. 

Segóbriga (Cuenca)

Segóbriga

El Parque Arqueológico de Segóbriga está constituido en torno a la ciudad romana de Segóbriga, situada en el término municipal de Saelices (Cuenca). Este enclave era inicialmente un castro celtibérico pero, tras la conquista del Imperio a inicios del siglo II a. C. se convirtió en una ciudad romana. Tras las Guerras de Sertorio (hacia el 70 a. C.) pasó a controlar un amplio territorio como capital de toda esta parte de la Meseta. Pese a que la ciudad se encuentra en ruinas, su estado de conservación es más que aceptable y en ella es posible observar los restos de su teatro y anfiteatro, las termas, las columnas que formaban la basílica, una pequeña necrópolis, el circo… Es un lugar ideal para realizar excursiones escolares con las que el alumnado puede comprender cómo se desarrollaba la vida cotidiana en una ciudad de la antigüedad. 

Baelo Claudia (Cádiz)

Baelo Claudia

Entre las dunas que conforman el paraíso natural de la playa de Bolonia, a 22 kilómetros de Tarifa (Cádiz), se encuentra la ciudad romana de Baelo Claudia, un conjunto arqueológico cuyos orígenes se remontan al siglo II a.C. En él pueden observarse los elementos más representativos del entramado urbano de la antigua ciudad, que se desarrolló gracias a la industria de los salazones. De hecho, este fue un lugar clave para el desarrollo del ‘garum’, una salsa a base de pescado fermentado muy consumida en la época romana. Las piletas en las que se elaboraba este alimento pueden observarse a día de hoy y han sido claves para investigar más acerca de ella, llegando a descubrir cinco tipos salsas de garum: el ‘mixtum’ (elaborado con peces y carne terrestre, y puede que con caracoles); el de besugo; el de sardinas y boquerones, que fue el más abundante, y el de ostras.

En el recorrido por este enclave pueden observarse también la puerta de Carteia, las calles (también conocidas como ‘decumanus’), los restos de murallas y de la necrópolis o de edificios administrativos como la basílica, la schola, el mercado o las termas. También cuenta con un foro o plaza principal, cuatro templos situados ya en la terraza alta -tres dedicados a la tríada capitolina y uno a la diosa Isis-, y su gran teatro, que a día de hoy se utiliza para realizar numerosas representaciones durante el verano. 

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