Mar Romera: “La escuela del siglo XXI es la del ser y no la del saber”

La educación emocional es, según Mar Romera, uno de los motores de la escuela del siglo XXI. Sobre esta y otras cuestiones hablamos en esta entrevista.
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Mar Romera

Mar Romera, experta en inteligencia emocional y presidenta de la Asociación pedagógica Francesco Tonucci, acaba de publicar su nuevo libro: ‘La escuela que quiero’. En él, plantea las primeras preguntas que una familia debe hacerse a la hora de elegir la mejor escuela para sus hijos y aquellas que un docente debe plantear a la hora de cuestionarse su oficio. Además, explica la educación del futuro desde tres perspectivas: familia, docente y estudiante. Hemos querido hablar con ella para resolver algunas dudas referidas al modelo de enseñanza que precisa la sociedad actual y en el cual la educación emocional ocupa un papel fundamental.

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¿Qué necesita saber un niño o niña que vive en el siglo XXI?

Los niños y niñas del siglo XXI necesitan más ser que saber, partiendo de la base de que para ser es necesario saber. Saber elegir de forma autónoma y responsable, saber pensar de forma crítica a la vez que creativa y disciplinada. Saber trabajar en equipo. Saber seleccionar la información y hacer que el conocimiento se convierta en sabiduría.

Delors nos indica: “saber ser, saber estar, saber hacer y saber convivir. En definitiva consiste en aprender a y no acerca de”.

Emociones
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¿Y cuáles de esas habilidades no se contemplan en la educación actual?

Los niños de esta época necesitan tener las herramientas necesarias para adaptarse a los cambios, a la volatilidad de las estructuras personales, laborales y sociales.

Deben entrenar habilidades y hábitos como la persistencia, el control de la impulsividad, el compromiso, la escucha y la resiliencia (para aprender de los fracasos).

El estudiante del siglo XXI debe entrenar en los secretos de las relaciones humanas, para lo que entrenará o deberá entrenar su propio autoconocimiento, autocontrol y autogestión. Debe dominar las técnicas de la comunicación, el manejo de la tecnología de forma crítica y el asentamiento de los valores básicos que le ayudarán durante toda su vida a asumir los fracasos, celebrar y cuidar los éxitos, disfrutar de los demás y ser los suficientemente flexible para que desde la adaptación pueda hacer de los cambios una fortaleza.


«Los niños necesitan tener las herramientas necesarias para adaptarse a los cambios»

¿Qué debe saber un docente del siglo XXI?

El profesorado debe formarse, siendo consciente en todo momento que no se trata de saber lo que tiene que enseñar sino en enseñar lo que es. La escuela del siglo XXI es la escuela del ser y no la del saber y esto requiere de un profesorado que no pare de crecer y de estar en un modelo de ser consciente.

¿Cómo pueden ayudar los docentes a construir esa escuela perfecta para todos (o casi todos)?

Desarrollando las habilidades intrapersonales, las habilidades interpersonales, los conocimientos psicopedagógicas del pasado y del presente y, por supuesto, fomentando la cultura (leer, escuchar música, conocer el arte…). Además, deberá tomar conciencia de la importancia que tiene como referente para su alumnado. Cuando entendamos que las emociones son el motor de la vida, son las respuestas adaptativas que nos permiten la supervivencia y las relaciones y que la calidad de nuestra vida depende de nuestros pensamientos, el profesorado se pondrá manos a la obra sin lugar a dudas.

¿Cuál sería el papel de las familias dentro de esta educación?

La familia es la primera escuela de las emociones, con o sin intenciones explícitas. Nuestra madre, nuestro padre… son nuestros primeros referentes, son los que marcan la vida. Los comportamientos emocionales recurrentes vividos en la infancia se convierten en comportamientos emocionales recurrentes para toda la vida.

¿Cómo se puede fomentar la educación emocional desde casa?

Diciendo te quiero (siempre es necesario decirlo, aunque pensemos que el otro ya lo sabe), abrazando, riendo y llorando juntos. Respetando lo que el otro siente sin hacer juicios de valor sobre lo que debería sentir.

También es importante hablar de emociones: explicar y comentar lo que otras personas pueden sentir ante determinadas situaciones, siempre sin juicios de valor. Reconocer nuestras emociones y las circunstancias en las que se producen, los estímulos que las provocan. Aceptarlas. Identificarlas e incluso ‘negociar’ con ellas hasta ‘utilizarlas’, sabiendo que no siempre pueden ser interpretadas o modificadas desde la razón son grandes estrategias que harán fuertes a niños y niñas en el momento que les ha tocado vivir: un mundo cambiante y lleno de riesgos que nos obligan a decidir constantemente.

Además, es necesario querer sin marcar con expectativas. Sobreproteger es un error, sobreestimular no hace a nuestros hijos ‘más inteligentes’, sobreregalar no mejora sus vidas. ¿Lo mejor? Los límites llenos de amor, envueltos en escucha y decisión donde padres y madres son padres y madres y amigos.


10 Comentarios
  • El problema no es educar correctamente a los jóvenes estudiantes, el problema no está en enseñarles mejor o peor a entender sus sentimientos, el problema está en los vicios y hobbys de hoy en día.

  • Los sentimiento ni tienen ni deben tener cabida en la educación escolar. A la escuela uno va a «aprehender» conceptos básicos para que uno pueda defenderse en la vida. Otra lerdo-marxista… ¡qué plaga, por dios!

    • Los sentimientos son diferentes a las emociones, una emoción mal tratada puede convertirse en un sentimiento destructivo. Yo puedo experimentar tristeza (emoción) pero si no la sé manejar y controlar, se puede convertir en depresión (sentimiento) que puede llevarme a lo destructivo, suicidio.

      Por ello, la gestión de las emociones son importantes para el desarrollo del aprendizaje. Le daré un ejemplo, un alumno puede desarrollar miedo (es una emoción) a las matemáticas, pudiendo generarse porque el docente es descalificativo en sus comentarios cuando el alumno no da el resultado correcto de la operación, atacando su SER y no su HACER, llegando a decir «eres un mediocre, serás barrendero igual que tu padre» en vez de «la respuesta no es la correcta, vuelve a intentar, tú puedes».

      Este miedo a las matemáticas también se puede desarrollar dentro del hogar, cuando un padre de familia descalifica a su hijo (su SER) por no hacer bien las operaciones, llegando a decir «eres un burro, tonto, no sirves para esto, ya mejor ni estudies, etc. »

      El resultado, un bloqueo a las matemáticas, de allí que haya tantos a los que no les gustan o no aprendan por más que les enseña … ¿Qué se necesita? que el alumno aprenda a gestionar sus emociones, que aprenda a tomar las medidas necesarias ante los embates de las palabras que le lleguen a decir para que no bloqueen su saber.

      Las emociones están tan ligadas al aprendizaje que todos recordamos dos tipos de profesores, los que nos infundieron miedo y los que nos infundieron respeto y admiración; hoy en día muchos son docentes porque se inspiraron en las enseñanzas de algún maestros y siguieron sus pasos.

  • Pau B.: Las emociones son conceptos básicos para que uno pueda defenderse en la vida que hay que «aprehender».
    Profesor: ¿Vicios o hobbies como el Final Fantasy VIII? Análisis básicos de los telediarios, que lo pusieron al nivel de «vicio» o «hobby» de mala muerte, dejaron a este videojuego por los suelos hace 20 años al relacionarlo con un asesinato. ¿No estarás haciendo lo mismo con los «vicios y hobbys [sic]» de hoy en día? Para el que no lo sepa, el icono de Profesor es del videojuego anteriormente mencionado.

  • Sin amor,sin empatìa ,sin preocuparse y ocuparse por el alumno no hay educaciòn posible. Hace unos cuantos años enseño a mis alumnos a descubrir sus fortalezas y debilidades; a poder poner en palabras sus dudas y hasta sus enojos…luego de eso enseño los contenidos que la currìcula propone. Los resultados ? Pregùntenle a mis alumnos y a sus padres…

  • O que me alegra sempre é poder ler sobre utopias tangíveis e…as utopias intangíveis nas quais criamos «pequenos universos» sem de fato romper com um sistema de terreno rígido (estrutura) onde aqui ou ali se plantam uma responsabilidade aos sujeitos, não à máquina que planifica as relações.

  • Desde el respeto a su trabajo, siento opinar que personas como esta profesional ponen el acento en un aspecto importante y nuclear de la educación pero dejan de lado otros igual o más importantes y alejan el foco de los principales problemas de nuestro sistema educativo, favoreciendo la generación de una corriente de opinión que está provocando un daño casi irreparable a la educación. ¿Las emociones son importantes? No creo que a nadie le quepa la menor duda. Sin embargo, centrar el problema educativo en una falta de educación emocional no sólo me parece sesgado sino muy alejado de las necesidades preponderantes de la educacion. Hablar de que «saber ser» es la clave, denota una creencia, que aún basada en una corriente investigadora sin tacha, no está dotada aún de la base científica que la convierta en un axioma irrenunciable (como casi nada en nuestro maravilloso y cambiante ámbito educativo). Creo que está supuesta falta de una educación emocional y en valores puede emanar de uno de los grandes caballos de batalla de la educación. La posible dejación de funciones del núcleo familiar en la consolidación de valores de convivencia, respeto y ciudadanía responsable, cediendo esta labor de manera preponderante al sistema educativo y hurtándolo de su labor, bajo un punto de vista personal, fundamental y prioritaria: difundir de manera sistemática, simplificada y progresiva, el saber y el vasto conocimiento que atesora la humanidad a través de la literatura, el arte, la música, el deporte, las ciencias, la filosofía, los idiomas, el medio ambiente, la salud… Y tantos otros saberes que deben enseñarse bajo un modelo pedagógico de protagonismo del alumno en la construcción de nuevos conocimientos y en su asimilación con los ya interiorizados, con la orientación, guía y retroalimentacion del docente… Y todo ello bañado en un velo enriquecedor de emociones positivas, de metodologías activas, innovadoras, creativas, con uso de las tecnologías del aprendizaje y el conocimiento, mostrando vías fidedignas y fiables de acceso a la información … En definitiva, nos hacen falta menos gurús en la educación y más investigadores, menos recetarios y más hipótesis contratastadas, menos argumentarios que «suenan muy bien» pero que no tienen fundamentos sólidos y más exposiciones de ideas sustentadas en tradiciones teóricas e investigadoras de prestigio. Hacen falta docentes que investiguen, que sean capaces de denunciar de manera sistemática la falta sangrante de recursos humanos, materiales, infraestructurales, la aprobación de políticas presupuestarias pírricas que ahogan las cuentas públicas y concertadas (que también son parte del sistema público de enseñanza), las decisiones de políticos indecentes y sin el más mínimo conocimiento de las necesidades del sistema educativo que nos dicen qué hacer, cómo hacerlo y sin medios para hacerlo. Es muy interesante ver a la señora Mar Romera aprovechar cada entrevista para vender ese libro tan oportunamente editado y publicado.

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