Laura Cuesta es docente adjunta en la Universidad Camilo José Cela de Madrid, donde imparte clases sobre Comunicación, Marketing Digital y Medios Sociales. Ha publicado numerosos artículos en medios de comunicación sobre el uso responsable de la tecnología y ahora presenta su primer libro: ‘Crecer con pantallas. Cómo enseñar a tus hijos a usar y disfrutar de la tecnología de forma segura y responsable’ (Amat editorial), con el que trata de arrojar un poco de luz a un tema tan actual y controvertido como el de la digitalización y el uso de las pantallas entre los jóvenes. 

Aunque han surgido numerosas voces que culpan a la tecnología de los males de la juventud actual y que, incluso, consideran que debería retirarse de los centros educativos, Cuesta lo tiene claro: toda tecnología tiene que tener un fin. “Por eso es esencial regular su uso y especificar unas normas claras de dónde y cómo puede ser utilizada, lo mismo que con el resto de los recursos relacionados con el alumnado”, argumenta. 

Pregunta. ¿Es posible crecer sin pantallas cuando están por todas partes?

Respuesta. Vivimos en una sociedad digital en la que la tecnología está ampliamente implementada en nuestro día a día, y la usamos tanto a modo personal como profesional para comunicarnos, trabajar, educar o socializar. Por tanto, nuestro reto como padres es educar y formar a hijos digitales, que no ‘nativos’, para que usen esa tecnología de forma segura, saludable y responsable. Alejarles de las pantallas no va a hacer que les evitemos los riesgos, tan solo la prevención y la educación puede hacer que estos disminuyan o se atenúen al darles herramientas para enfrentarse a ellos. 

P. ¿Por qué se culpa a la tecnología de muchos de los males entre los adolescentes?

R. La tecnología presenta sus riesgos y efectos negativos, sobre todo en colectivos vulnerables como son los niños y adolescentes. Su mal uso, es decir, su uso sin conocimiento, abusivo y problemático, puede conllevar problemas asociados a la salud mental de los estudiantes, además de a su integridad física; pero esto no quiere decir que en todos los casos que se presentan haya evidencia que lo demuestre. Muchas veces lo que nos encontramos son con niños y adolescentes que tienen malestares o, incluso patologías previas como impulsividad, ansiedad, estrés o cuadros depresivos, a los que el uso de la tecnología, o, mejor dicho, de ciertas aplicaciones, puede hacer empeorar su situación psicoemocional. Por ello, como familias, como educadores y como sociedad, tenemos que estar siempre pensando en su bienestar y su salud, estar alertas de cualquier señal de alarma, sin poner exclusivamente el foco en el canal donde se desarrolla.

P. ¿Cuáles son los principales beneficios del uso de la tecnología?

R. Entre los beneficios se incluyen la automatización de procesos, la utilización de plataformas digitales para mejorar la colaboración y la comunicación, la adopción de nuevas metodologías de trabajo y su incorporación en el proceso de toma de decisiones. Por ello, no cabe duda alguna de que tenemos que adoptar el uso de la tecnología si queremos formar parte de esta realidad, educar a nuestros hijos con las precauciones necesarias para que formen parte del nuevo entorno que les rodea de la manera más segura posible. Alejarles de la tecnología ya no es una opción.

A través de ella, los jóvenes se informan y entretienen, diversificándose, muchas veces, su campo de intereses; socializan y se comunican. Y aunque para algunos pueda ser causa de aislamiento social, para otros, por el contrario, es una herramienta que les permite ampliar su círculo de amistades y apoyos; además, facilita la educación y permite que muchos menores, especialmente de familias más vulnerables o con alguna discapacidad, accedan a nuevos contenidos de manera gratuita y online, algo que hace años hubiera sido imposible.

Niños Y Pantallas Laura Cuesta

P. ¿Y sus efectos negativos?

Según la mayoría de los autores actuales, existe unanimidad acerca de que hay evidencias incuestionables sobre el efecto negativo de la exposición de los menores a las pantallas (no solo a los dispositivos digitales, sino también a la televisión) a edades tempranas. Todos ellos remiten a la Academia Americana de Pediatría (AAP): “El contenido audiovisual dirigido a los menores de dos años, incluso aquellos programas que se anuncian como educativos, no tiene ninguna utilidad para estimular las capacidades cognitivas y sociales del menor”. Por ello, más que obsesionarnos con limitar el tiempo, lo que debemos hacer es procurar que realicen actividades diversas e, igual que usan la tablet, que pinten o correteen por el parque. Alternar, en un buen equilibrio, el tiempo de pantalla con el ocio saludable sin tecnología.

Por otro lado, también existe el problema de la ciberdelincuencia (como engaños y estafas específicas para niños y adolescentes en redes sociales) o los casos de acoso digital como el ciberbullying, sexting o grooming. No obstante, la sobreexposición en Internet es la máxima preocupación que las familias tienen en la actualidad, por encima del uso abusivo de la tecnología u otros riesgos. Esto no carece de sentido, ya que hacer un uso no seguro de los dispositivos e Internet puede conllevar el resto de los peligros asociados a las nuevas tecnologías.

"Más que obsesionarnos con limitar el tiempo, lo que debemos procurar es que realicen actividades diversas e, igual que usan la tablet, que pinten o correteen por el parque"

P. ¿Cuál es el papel (activo) que deben tener las familias en la educación digital? ¿Y los docentes? ¿Deben ‘trabajar’ juntos?

R. La labor más importante reside en los padres, quienes debemos inculcar valores y dar ejemplo para que nuestros hijos se conviertan, ante todo, en personas prudentes, respetuosas y empáticas, con y sin tecnología. Debemos prevenir, educar sobre los riesgos, pero, sobre todo, educar en emociones, respeto, en derechos y deberes de las personas. Fomentar el sentido crítico y una buena autoestima en nuestros hijos va a hacer que los contenidos inadecuados que puedan encontrar en la red les afecten en menor medida, ya que resulta totalmente imposible evitar que se expongan a ellos. Los docentes ‘complementamos’ esta labor, pero las familias no podemos delegar toda la responsabilidad de la educación en el buen uso de la tecnología en el centro escolar.

P. ¿En qué consiste la mediación digital? ¿Cómo debe abordarse en casa y en el aula?

R. Por un lado, las familias velamos en todo momento por la salud y el bienestar de nuestros hijos. Les educamos, dotamos de alimento y cuidamos. Pero, además, hoy día, en plena era de la digitalización, aparece un nuevo término asociado con la labor de los padres y las madres: la mediación parental. Se trata del proceso por el cual los responsables del menor lo acompañan y educan en su proceso de alfabetización digital para que realice un uso responsable y seguro de las nuevas tecnologías. Además, velan por impedir que los riesgos de la tecnología se materialicen, y, en caso necesario, ofrezcan soluciones.

Por otro, en el aula, los centros y docentes tendrán que diseñar proyectos basados en tecnología educativa para formar al alumnado en el uso de las herramientas digitales que les permitan fomentar su creatividad e innovación, así como para que adquieran las competencias digitales sobre seguridad y privacidad, pensamiento crítico y respeto digital.

"Poseer tecnología no implica saber de tecnología, y ahí radica el problema en la educación"

P. ¿Qué opina sobre la corriente de negacionismo digital en los centros educativos? ¿Cuál es la forma correcta de usar la tecnología en el aula?

R. Solemos caer en el error de pensar que la tecnología es el móvil, es Instagram, TikTok y los videojuegos, y este reduccionismo nos hace analizar tan solo el equilibrio entre lo que les aportan o benefician estas aplicaciones y lo que les perjudican. Pero la tecnología, entendida como el proceso de cambio y mejora, es un conjunto de sistemas, herramientas, proyectos y aplicaciones que están transformando la sociedad, cuyo uso es un derecho declarado por las Naciones Unidas.

Por ello, esta corriente que pretende desdigitalizar las aulas en una sociedad ya digital, confunde la enseñanza que tiene implementada una metodología y objetivos pedagógicos, donde la tecnología es un complemento para amplificar los conocimientos del alumnado, con el mero debate de móvil si o móvil no en los centros educativos. Toda herramienta usada sin un fin claro y definido, sin unos objetivos es un sinsentido, y con la tecnología ocurre lo mismo. Tener smartphones en las aulas sin estar incluidos en algún uso concreto de una actividad o proyecto no aporta nada al alumno más que distracción, por tanto, no creo que sea necesario legislar para su prohibición, sino como ya se hace en la mayoría de los centros, regular su uso y especificar unas normas claras de dónde y cómo puede ser utilizado.

Pantallas Y Estudiantes Laura Cuesta

P. Díganos tres aspectos tecnológicos fundamentales que los adultos deben conocer para evitar que los menores tengan una mala experiencia digital.

R. Tanto las familias como los docentes debemos implicarnos en la educación digital de los menores y acompañarlos en todo el proceso de alfabetización digital. Pero antes debemos ser los primeros en adquirir las competencias digitales necesarias para orientarles y formarles. Poseer tecnología no implica saber de tecnología, y ahí radica el problema en la educación. Por ello y tal y como señala el propio Ministerio de Educación y Formación Profesional, “la competencia digital implica el uso seguro, saludable, sostenible, crítico y responsable de las tecnologías digitales para el aprendizaje, en el trabajo y para la participación en la sociedad, así como abarca nuestra interacción con dichas tecnologías”.

Conocer qué es y cómo funciona la tecnología es clave: También entender los sistemas de ciberseguridad para enseñarles a configurar sus dispositivos y aplicaciones; pues tenemos que saber cómo cuidar y proteger la privacidad en el entorno digital para enseñarles lo que es la Huella Digital y cómo puede afectarles en un futuro. Por último, pero no menos importante, hablarles del respeto digital, un valor que deben trasladar del entorno físico al digital, para ayudar a luchar contra los casos de ciberbullying, de sextorsión y demás ciberdelitos que se cometen en la red.

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Laura Román

Periodista cultural con gran interés en la educación y la innovación tecnológica en las aulas. El futuro pasa por la tecnología y ya está aquí. ¿Te lo cuento?