“Los niños son personas completas, no futuros humanos”, comenta Miguel López a raíz de la publicación de su último libro ‘¡Escúchalos!’; un manifiesto en defensa de los menores que plantea una crianza más respetuosa y que anima a los adultos a escuchar no solo a los pequeños, sino también a los niños que fueron. El popular docente (conocido como @hematocritico en Twitter) cree firmemente que educar no consiste en crear ‘superniños’ que sean los que más actividades extraescolares realicen o más idiomas hablen; se trata, más bien, de que puedan ser personas tranquilas, seguras y felices. Nos habla de su experiencia como maestro y padre y de su visión del sistema educativo español, pero también sobre cómo abordar el uso de Internet o de qué manera acompañar a los pequeños en los cambios que se encontrarán a lo largo de su vida.
Pregunta: En el prólogo del libro afirmas que, de alguna manera, tú sigues siendo un niño pequeño ¿Hemos olvidado los adultos lo que significa ser menor? ¿Hay alguna forma de conectar con nuestro niño interior?
Respuesta: A mí me viene de serie. No sé en qué momento los demás la han perdido ni cómo recuperarla. Supongo que la clave es pararte y pensar. Hacerte preguntas e intentar recordar cómo te sentías. La introspección, pararnos para reflexionar y escuchar, el diálogo… todo eso es la clave para continuar la vida con sentido.
P: La empatía, el acompañamiento, la calma, el respeto… son algunos de los pilares que consideras básicos para que familias y docentes realicen una escucha activa. La teoría está clara, pero ¿cómo se lleva a cabo en un aula? ¿y en casa?
R: Con autodisciplina y siendo consciente de lo que tienes que hacer. Tienes que llevarlo dentro, no sale así como así. Tienes que esforzarte y rectificar cuando metas la pata. Un profesor que se disculpa por haber gritado o tratado mal a alguien es algo educativo también.
«Un profesor que se disculpa por haber gritado o tratado mal a alguien es algo educativo también.»
P: La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los bebés no deben interactuar con el móvil ni con ninguna otra pantalla al menos hasta los dos años y, hasta los cinco, cuanto menos accedan a estos dispositivos, mejor. ¿Es esto realmente posible en la actualidad? En tu opinión, ¿cuándo debería un menor tener acceso a un móvil y a Internet?
R: Sí, claro que es posible y seguro que recomendable. Pero ¿es realista? Tengo mis dudas, la verdad. Un menor debe tener acceso a un móvil cuando a sus padres les encaje, cuando ellos sientan que deba tenerlo. A Internet debe accederse primero siempre con supervisión paterna y en un aparato conectado en el salón, no en un sitio privado de casa. Y luego poquito a poco ya cada uno…
«Un menor debe tener acceso a un móvil cuando a sus padres les encaje, cuando ellos sientan que deba tenerlo.«
P: En esta línea, también reflexionas sobre los beneficios que puede tener el acceso a la información en la época de la adolescencia. ¿Cómo sabemos que acceden a la información adecuada? ¿Qué tipo de control se puede aplicar?
R: ¿Cómo sabemos que accedemos nosotros a la información adecuada? El control que se puede aplicar es nuestro acompañamiento, pero para eso necesitamos formarnos y estar interesados. Si no sabemos cómo son las redes que utilizan, cómo se usan, qué se cuece en ellas… estamos perdidos.
Las pantallas son… pantallas, y existen. Depende de cómo te relaciones tú con ellas, así será la relación que tengan tus hijos con las mismas. Las puedes utilizar para educar, para entretener, para divertir, para lo que quieras, pero también las puedes convertir en una máquina de hipnotizar y amodorrar. Está en tu mano el uso que les des.
P: Desde tu experiencia como docente, también tratas el tema de los deberes en el libro, ¿qué cantidad es la apropiada para mandar a casa?, ¿hacia dónde debe orientarse el modelo educativo en este aspecto?
R: En mi opinión, la cantidad apropiada es cero. Nada. Creo que hay suficientes horas de trabajo obligatorio en el aula, entre cinco y seis al día, como para robarle tiempo para otras actividades a los niños y niñas. Existe esta idea de que un poquito cada día es necesario y acaban llevando para casa cinco o seis poquitos. El modelo educativo debería orientarse hacia que todo el trabajo ha de hacerse en el aula.
«El modelo educativo debería orientarse hacia que todo el trabajo ha de hacerse en el aula.«
P: El tiempo libre de los menores es también un tiempo de aprendizaje, aunque sea inconsciente, ¿en qué crees que deberían invertirlo?
R: Invertir es un término cargado. ¿Por qué invertirlo y no perderlo? No está mal perder el tiempo, rascarte la barriga, leer cómics, pintar, tirarte por el suelo para hacer la croqueta o escuchar música. Los docentes y familias no deben guiarlos en su tiempo libre; que hagan lo que les dé la gana.
P: Ese tiempo libre se comparte muchas veces con la familia. En el libro opinas que da la sensación de que los niños molestan (en restaurantes, hoteles…). ¿Existe una ‘niñofobia’?
R: Existe más bien un ‘adultocentrismo’ que implica que hay personas que no comprenden la existencia de los niños. No conciben que tengan derecho a rondar en los centros comerciales o las cafeterías. Esas personas no se paran a considerar que quizás se hayan encontrado a adultos que les hayan dado todavía más la tabarra que esos niños y jamás se han planteado prohibir a los adultos en espacios en común.