La educación afectivo-sexual es un derecho de niños, niñas y adolescentes recogido por la OMS y planteado en la LOMLOE: la nueva ley educativa fomenta la igualdad efectiva de mujeres y hombres en todas las etapas el aprendizaje, la prevención de la violencia de género y el respeto a la diversidad afectivo-sexual, e introduce la orientación educativa y profesional del alumnado con perspectiva inclusiva y no sexista en Secundaria.

Según la OMS, es una herramienta básica para el desarrollo de una sociedad diversa, igualitaria y rica en valores. Por eso, la profesora y socióloga Carmen Ruiz Repullo prefiere referirse a ella como educación sexual integral, ya que “no hay sexualidad sin afectividad y tampoco hay educación integral sin tener en cuenta la igualdad y la diversidad”.

Carmen Ruiz Repullo Educación Afectivo-Sexual

Pregunta: ¿Qué implica la educación afectivo-sexual o educación sexual integral?

Respuesta: Cuando nos referimos a la educación sexual integral hablamos de acompañamiento, información y capacitación de nuestro alumnado en todo lo que tiene que ver con la sexualidad, relaciones, cuerpo, afectos, emociones, placer, deseos, límites, violencias… La educación sexual es un derecho y se debe implantar en las aulas desde edades muy tempranas.

P: ¿En qué etapa escolar sería recomendable que los menores recibieran información de este tipo? ¿Qué temas deberían tratarse de forma obligatoria?

R: Desde que nacemos, ya recibimos educación sexual; el error es pensar que educación sexual es lo mismo que práctica sexual coital. Aquí comienzan las ‘ideas falsas’ e, incluso, a veces intencionadas para no educar en lo que realmente es beneficioso para los menores.

"Es un error pensar que la educación sexual es lo mismo que la práctica sexual coital"

En cada edad se deben incorporar unos contenidos específicos. Por ejemplo, en la etapa de 2 a 6 años es esencial abordar, entre otros contenidos, la educación emocional y el consentimiento corporal. Hay textos como ‘Ni un besito a la fuerza’ que son un pilar básico para identificar lo que nos gusta y lo que no nos gusta en relación con lo corporal. De hecho, esto es fundamental para detectar agresiones sexuales en la infancia.

P: ¿Qué beneficios supone la educación afectivo-sexual en el desarrollo de los menores?

R: Los beneficios están claros y sobradamente demostrados con evidencia empírica: ayuda a tener mejor salud sexual, mejores relaciones sexuales dentro y fuera de la pareja y menor riesgo de sufrir violencia sexual o violencia dentro de una relación. También es útil para detectar agresiones sexuales en la infancia, prevenir embarazos no deseados y evitar contraer infecciones de transmisión sexual. Nadie nos educa en estos conocimientos y esta información nunca va a provocar que aumenten los casos de ITS; siempre va en su detrimento. El conocimiento y la información son claves para la prevención y esto se puede aplicar en cualquier ámbito.

La educación afectivo-sexual también es útil para detectar agresiones sexuales en la infancia, prevenir embarazos no deseados y evitar contraer ITS

P: Además de evitar riesgos, la educación afectivo-sexual puede suponer una mayor autoestima del alumnado y la confianza en sí mismos ¿Cómo se logra esto?

R: Por ejemplo, trabajando la diversidad corporal, la normalización de cuerpos no hegemónicos (cuerpos que se entienden como ‘perfectos’) o la discapacidad física, entre otras cuestiones. Esta educación corporal también combate una ‘gordofobia’ que no debemos olvidar, ya que está muy presente especialmente en las redes sociales. Esto, a su vez, previene los trastornos de la conducta alimentaria que puedan verse influenciados por las imposiciones estéticas.

P: Aunque ya ha habido algunas propuestas para implantar la educación afectivo-sexual en las aulas como asignatura, estas solo han acabado generando debate ¿Por qué?

R: Seguimos relacionando educación sexual con prácticas sexuales determinadas y seguimos pensando que las y los menores no mantienen relaciones sexuales porque ‘no tienen edad’ para eso. Ambas cuestiones son un grave error y, desde luego, una mentira.

"Seguimos pensando que las y los menores no mantienen relaciones sexuales porque ‘no tienen edad’ para eso"

P: Los adolescentes ven pornografía por primera vez a los 12 años y casi 7 de cada 10 (el 68,2%) la consumen de forma frecuente, según el Observatorio de la Infancia. En una entrevista ya advertiste de cómo el porno se ha convertido en la formación sexual de los jóvenes ¿Cómo debería tratarse este tema en los centros?

R: Sin miedos, sin tapujos, sin caretas. Hay que afrontar la realidad: el consumo de pornografía comienza cada vez a edades más tempranas y va en aumento conforme avanza la edad. Hay que hablar de ello para desligarlo de la educación sexual integral: la pornografía no es sexualidad, en la mayoría de los casos, lo que están viendo los menores es violencia hacia las mujeres e, incluso, hacia las niñas.

P: ¿Cómo puede afrontar el profesorado este reto?

R: La formación de profesorado y familias, así como de profesionales que trabajan con menores es crucial. La educación sexual integral en centros educativos requiere de un profesorado formado o, al menos, que tenga algunas claves básicas para no confundir al alumnado. Esto no significa que personas expertas no acudan a los centros para abordar temas específicos de sexualidad, pero hay temas que deberían resolverse, analizarse y abordarse en el momento en el que suceden.

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Pepa Agüera

De pequeña preguntaba mucho y escribía otro tanto. Conjugué esas dos variables y ahora soy periodista. Me apasiona la cultura en todas sus formas, pero también la actualidad y la política. Compro libros por encima de mis posibilidades.