Eduardo Infante es maestro del instituto San Eutiquio La Salle de Gijón y su método para enseñar filosofía a sus alumnos causa sensación: utiliza Twitter para proponerles retos de aprendizaje y para que descubran más sobre los grandes filósofos de la historia. Hablamos con él sobre esta iniciativa y sobre lo que supone llevar la innovación al aula en 280 caracteres.

¿Cómo te enseñaron filosofía? ¿Qué recuerdo tienes?

Eduardo Infante - Clase

En el instituto fue a través del método clásico, es decir clase magistral y estudiar para el examen. No guardo especial recuerdo. Eran clases interminables en las que el profesor hablaba y hablaba de cosas que yo no entendía. La filosofía era por entonces para mí una materia demasiado abstracta y sesuda que poco tenía que ver con mi vida.  En la universidad, en Salamanca, tuve muy buenos profesores con los que estaba continuamente discutiendo y dialogando. Recuerdo que solía comer antes de clase con mi profesor de estética, Don Víctor Tirado y a veces, la discusión en la sobremesa era tan apasionante que terminábamos dando la clase en el restaurante, entre cafés y humo de tabaco. De mis queridos profesores de universidad descubrí que la filosofía es una actividad y que su ejercicio puede ser apasionante.

¿Cómo surge la idea de enseñar con ayuda de Twitter?

Recuerdo perfectamente el día que comenzó toda esta historia. Empezaba el curso y observaba a mis alumnos desde la sala de profesores durante su recreo. La estampa se la pueden imaginar, apenas hablaban entre ellos y tecleaban en sus móviles como alma que les lleva el diablo. Entonces me dije a mí mismo: “¿Y si en vez de sacarlos de la pantalla y meterlos en el aula de filosofía, les meto el aula de filosofía en la pantalla?”. Y así empezó todo, al día siguiente comencé con el primer #filoreto en Twitter.


Pero lo que hay detrás de este proyecto no es otra cosa que recuperar para mis alumnos la dimensión práctica que la filosofía no debió de perder nunca. Todas las escuelas helenísticas de Grecia y Roma –epicúreos, escépticos y estoicos– concibieron la filosofía como un medio para afrontar las dificultades más poderosas de la vida humana.
Siempre me han inspirado estas grandes escuelas en mi práctica docente, por eso, desde que soy profesor de esta apasionante disciplina, he intentando que en mis clases se produjese un doble movimiento: el primero es el de acercar a los alumnos a los grandes textos y las grandes cuestiones, que a mi me entusiasmaron y me cambiaron la vida, a mejor; El segundo es el de llevarles la filosofía a sus vidas como una herramienta que quizás no les garantice la felicidad, pero que seguro les hará vivir sus vidas con una mayor profundidad.

¿Cómo reaccionaron tus alumnos cuando les propusiste esta dinámica de aprendizaje?

Quizás lo más gratificante que tiene este proyecto para un profesor de filosofía como yo, es que tus alumnos te confiesen que lo primero que hacen por la mañana al levantarse es coger sus móviles para ver cuál es el #filoreto del día. Que  una alumna te diga: “me tienes haciendo filosofía todas las mañanas mientras me plancho el pelo”, es algo que no tiene precio. Filosofía mientras van en el bus, filosofía mientras comen, filosofía en los recreos, etc. Y de eso se ha tratado este proyecto, de llevar mi materia a sus centros vitales.

¿Se debería seguir enseñando en aulas del siglo XIX a alumnos del siglo XXI?

¿Por qué elegiste Twitter y no otra red social?

Porque los 280 caracteres de Twitter obligan a mis alumnos a practicar casi sin darse cuenta la capacidad de síntesis, algo esencial en mi disciplina. Recuerdo un ejercicio que me mandó uno de los grandes profesores que he tenido: él no obligaba a redactar un texto argumentativo en 100 palabras, cuando se lo entregábamos nos lo devolvía y nos obligaba a hacer lo mismo con la mitad de palabras, y cuando por fin lo conseguíamos, nos lo devolvía de nuevo y nos pedía que usásemos sólo 25. Twitter ejercita a mis alumnos en esa misma disciplina, pero además es una plataforma para que interactúen con personalidades e instituciones del mundo del pensamiento y de la cultura en general. Por ejemplo, desde mi aula, mis alumnos han preguntado al filósofo Javier Gomá sobre las grandes cuestiones que les inquietan.

¿Se debería integrar en el aula el uso de redes sociales para el aprendizaje?

¿Se debería seguir enseñando en aulas del siglo XIX a alumnos del siglo XXI? A veces cuando discuto sobre este tema con algún compañero de profesión, sacó de la galería de fotos de mi móvil una imagen de un aula de finales del siglo XIX. La sorpresa es mayúscula porque no hay apenas diferencia con las nuestras de hoy. Luego saco otra foto de un quirófano del siglo XIX y las diferencias con respecto a los de hoy son asombrosas. ¿Por qué la tecnología ha entrado en los hospitales revolucionando la medicina y apenas lo ha hecho en los centros de enseñanza?
Hoy en día la figura del profesor no puede ser la de un mero transmisor de conocimientos. Como suelo decir, para eso está Google que es bastante más listo que yo. La educación debe poner al alumno en el centro de su proceso de aprendizaje y el profesor debe convertirse en diseñador de estrategias de aprendizaje.

¿Está funcionando tu proyecto? ¿Crees que los alumnos aprenden más?

Eduardo Infante Clase Bachillerato

Hoy es ya un clásico para los profesionales de la educación la teoría propuesta por Gardner en 1983 sobre las inteligencias múltiples. Nuestros alumnos no disponen de una sola inteligencia de la que emanan todas sus habilidades intelectuales sino que disponen de varios tipos de inteligencia que se distribuyen en diferentes áreas del cerebro y que pueden trabajar tanto de forma individual como de forma conectada.

En este proyecto educativo he intentado diseñar una serie de entornos de aprendizaje que posibiliten a mis alumnos trabajar todas y cada una de esas inteligencias y además, hacerlo de manera interconectada. Al mismo tiempo, he intentado también con este proyecto elaborar una enseñanza más individualizada que atienda las cualidades y los intereses de mis alumnos. La metodología que uso toma no sólo toma como punto de partida las vidas de mis alumnos sino que además  tiene como meta que puedan aplicar los conocimientos adquiridos a su realidad cotidiana

Otro de los autores que me inspiran en mi práctica docente es Bejamin Bloom  que en su famosa taxonomía de los objetivos de la educación clasifica las operaciones mentales por niveles de complejidad. En la base de su pirámide se encuentra “memorizar”. Seguro que más de una vez, hemos preguntado a nuestros alumnos “¿pero no visteis esto el año pasado?” mientras que ellos con cara de asombro nos responden que no. Y la verdad es que sí que vieron esos contenidos, los memorizaron para el examen, los volcaron en un papel y los olvidaron completamente.

En cambio, Bloom demuestra en su estudio que en la cúspide de la pirámide debemos situar “crear”, es decir que cuando nuestros alumnos usan unos contenidos para crear algo o resolver un problema y además se implican emocionalmente con él, ese contenido adquiere una significación que hace que lo integren como una “segunda naturaleza”. Esta es la razón por la cual planteo este tipo de retos a mis alumnos, porque claramente aprenden más y mejor.

¿Cuál es el próximo reto que vas a poner a tus alumnos?

Van a tener que contactar con algún político a través de Twitter, preguntarle por cuál es el fin de la política, luego compararlo con la respuesta que Maquiavelo da en El Príncipe y publicar las conclusiones en un solo tweet. Pero no me hagáis “spoilers”.

¿Cómo crees que enseñaría filosofía Platón si viviera en 2017?

Platón entendió la filosofía como actividad que consistía en un diálogo racional en torno a los grandes temas que determinan nuestra existencia. Hace unos años sólo podíamos dialogar con las personas de nuestro entorno, las que nos hubieran tocado en gracia. Podíamos tener la suerte de que esas personas tuvieran algo interesante que contarnos o la mala suerte de tener que dialogar con un bruto. Pero las redes sociales nos pueden liberar de esa mala suerte y ponernos en contacto con personas que nos ayuden a crecer intelectualmente. Por eso, estoy convencido de que Platón utilizaría las redes sociales para crear grupos de discusión entre todos aquellos que sienten pasión por el bien, la belleza y la verdad.

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