La realidad virtual se está convirtiendo en un recurso principal para la docencia y el proceso de enseñanza y aprendizaje, siendo utilizada en numerosos campos dentro de los mundos virtuales como, por ejemplo, en la formación médica, donde se opta por ofrecer experiencias de aprendizaje clínico. Para ello, la simulación, entendida como el entrenamiento de una técnica de la forma más fidedigna posible, ha ganado impulso como método para impartir un aprendizaje experiencial.
Muy relacionado con ello está la apuesta por el metaverso, que promueve una mayor interacción que se acompañará de una mayor atención focalizada, aumentando a su vez los aprendizajes. Por ejemplo, se prevé un fuerte impacto en lo que se conoce como ‘executive education’ (programas académicos de postgrado en escuelas de negocio), donde el docente se perfila más como un creador de contenidos que por su presencialidad física, que quedaría reservada para los debates y las discusiones en grupo.
La importancia de la presencialidad
No obstante, y aunque todos estos avances son indudables, existen una serie de límites. Las sinergias de trabajo (cuando se trata de construir algo nuevo, más allá del simple intercambio de lo ya sabido) requieren de la presencia de los cuerpos. Y esa presencia física es un valor irrenunciable especialmente en la educación Infantil y Primaria por supuesto, pero también en Secundaria. La presencia favorece aspectos que lo digital no consigue. Un estudiante no se puede identificar con una imagen de una pantalla, en el sentido de tomarlo como una referencia estable porque necesita los movimientos, los gestos, el tono y el contacto físico, sobre todo cuando son más pequeños.
La presencia física permite realizar diferentes aprendizajes de valores: compromiso, responsabilidad o solidaridad, que exigen el acto de ‘poner el cuerpo’, cosa que lo digital dificulta al sustraerlo. El cuerpo en la pedagogía es irrenunciable, anima el deseo tanto del que enseña como del que aprende. De lo contrario, puede ocurrir como en el proyecto Summit, en el condado de Wichita (Kansas), donde la alianza entre la Fundación Melinda y Bill Gates y Sillicon Valley propuso una fórmula de excelencia para educar adolescentes, sin la presencia de docentes, que terminó en fuertes protestas de las familias que veían cómo sus hijos, en lugar de alcanzar ese objetivo excepcional que les habían prometido, más bien vagabundeaban en un local repleto de tecnología y de software, guiados, pero ausentes de referencias personales.
En definitiva, la presencia logra ir más allá de gestionar las inercias y permite desafiar la ortodoxia inventando nuevas fórmulas. Asimismo, es un hecho que las interacciones virtuales producen menos ideas creativas que el cara a cara porque obligan al estudiante estar todo el tiempo mirando directamente al otro e ignora el entorno.
- Ubieto, José Ramón(Autor)