La educación está cambiando, se está transformando en algo más que una mera institución que transmite conocimientos y donde un número te dice quién o a qué puedes aspirar en el futuro. Ahora llega el momento de la creatividad, la innovación, la transmisión de valores… y la emoción; porque, ¿de qué sirve transmitir tantos conocimientos si luego el niño no sabe vivir en sociedad o decir lo que siente a las personas que le rodean?

Educar desde el corazón y la vocación

Está demostrado que los alumnos sólo aprenden realmente si es de forma significativa, es decir, si lo vive, disfruta o experimenta, sintiendo una emoción tan intensa que no quiere que se acabe nunca. Así, lo aprendido permanece en la memoria a largo plazo. La familia es la primera escuela de emociones desde que nacen, y es necesario que el docente, el modelo a seguir que tienen en la escuela, mire también con ojos de niño y sienta esa pasión, ilusión y sobre todo amor por lo que hace y enseña porque el corazón es el verdadero maestro de la educación. A los padres hay que hacerles partícipes, por otro lado, de esa educación emocional.
Corazón Y Educación Emocional
Como buenos agricultores que somos, plantamos una semillita en el corazón de los más pequeños, dejando una huella tan profunda que marca la diferencia entre simplemente enseñar o educar con amor; tan profunda y significativa que los marca como personas en la forma de ser y estar en el mundo en un futuro. De ahí, que siempre que se educa desde el corazón y con vocación tenga tanto éxito en la educación, y aunque el corazón y la razón tengan que ir de la mano, como dice Mar Romera, maestra experta en educación emocional, "El corazón y la emoción siempre ganan a la razón”.

El vínculo con las familias es fundamental

En mi caso, como educadora infantil con niños de 0 a 6 años, veo con más claridad si cabe ese amor recíproco, cuando das tanto cariño y haces tu trabajo con tanto amor que se establecen lazos emocionales con los padres.
Les proporcioné un espacio donde participaban junto a sus hijos y tiempo para que me contaran qué sentían respecto a la relación conmigo y la escuela infantil, cómo la veían, qué echaban de menos… el trato directo con respeto, cariño y mucho humor. Por motivos personales tuve que dejar el aula después de dos años de relación, habiendo tenido a los niños conmigo desde que tenían 4 meses.
Educación Infantil
Lo que pasó fue increíble y pude valorar de verdad mi trabajo y las compensaciones, y no hablo de las económicas. Nunca jamás había sentido tanto amor y cariño por parte de los padres, cuánto valoraron mi trabajo, los detalles de afecto, sus palabras y sus gestos, sus lágrimas por mi partida, dolor de corazón por la separación… Ahí cobró de verdad sentido mi trabajo y pude comprobar mi evolución como persona y docente después de 16 años trabajando como educadora.
Para ellos, sus hijos son su tesoro más grande, lo que más quieren, verlos entrar al cole con alegría e ilusión, dando besos y abrazos... Esto marca una diferencia y aunque ellos no lo puedan expresar con palabras, sus padres lo perciben y lo sienten, formando parte de la vida emocional de sus hijos y estableciendo unos lazos afectivos muy fuertes tanto con la educadora como con el centro.
Al fin y al cabo, por mi experiencia en varios talleres de coaching emocional con padres y docentes, o si preguntas a cualquier persona, sin distinción de profesión o estatus económico, todo el mundo quiere lo mismo: SER FELIZ.
Marisol Gracia
Marisol Gracia es educadora infantil.
 
 

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