“Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer ni escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender”. Esta cita del escritor estadounidense Alvin Toffler, que dedicó buena parte de su carrera a analizar el impacto de la tecnología en la humanidad, tiene una estrecha relación con el futuro del empleo y los cambios que se avecinan debido, en parte, a la influencia de la automatización, la robótica o la Inteligencia Artificial.

Y es que algunas predicciones hacen replantearse el sistema: según el estudio ‘El futuro del trabajo 2018’ del Foro Económico Mundial, la robotización podría hacer desaparecer 75 millones de empleos en el mundo en 2022, situando el año 2025 como el momento en el que las máquinas harán más tareas que los humanos. Aunque, según este informe, no todo está perdido: la robótica creará 58 millones de nuevos empleos en los próximos años. 

Power Skills

¿Cómo afrontar esa realidad con los estudiantes del presente? Para ello, es clave la metacognición, o lo que es lo mismo: ‘aprender a aprender’. En los últimos tiempos y en el ámbito educativo se han fomentado las habilidades blandas o ‘soft skills’, que están relacionadas con el trabajo en equipo, la empatía o la escucha activa, y que se consideran como necesarias para los trabajos del futuro. Sin embargo, el término soft (blando) se está sustituyendo poco a poco por el de ‘power (skills)’: una versión ‘empoderada’ de las mismas que prepara a los estudiantes para un mundo laboral cambiante y vertiginoso. 

De las ‘soft’ a las ‘power skills’

Chelo Gutiérrez, docente en el Colegio Sagrada Familia H.H Carmelitas (Sevilla), considera que las ‘power skills’ o habilidades transversales son necesarias para un mundo que cada vez está más automatizado. “Debemos educar para la vida desde la vida. La escuela tiene que formar a las personas para el futuro en aquello de lo que la tecnología carece”. 

En esta cuestión coincide Jaime Úbeda, director del colegio San Patricio (Madrid) que define a las ‘power skills’ como aquellas capacidades que, además de empoderar, tienen un fuerte impacto tanto en los estudiantes como en las instituciones: “Son como las ‘soft skills’ pero con motor (un objetivo diseñado) y evaluables. Algunas de ellas están relacionadas con el ‘aprender a aprender’, el liderazgo de uno mismo, con aprender a ‘medir’ lo realizado, con la originalidad o la ‘antifragilidad’… 

Su aporte al ámbito educativo

Las ‘power skills’, tal y como indica Gutiérrez, giran en torno a la capacidad resolutiva (pensamiento crítico, toma de decisiones, organización…), las relaciones interpersonales y comunicativas (trabajar en equipo para resolver conflictos o empatizar con el otro) y con características que tienen que ver con el individuo como el autoconocimiento, el control de las emociones o la perseverancia, entre otros.  

Power Skills

Pero, ¿cómo fomentarlas entre los estudiantes? Gutiérrez las sitúa en la práctica real dentro de clase: “Hemos de dar una respuesta real al alumnado en este escenario educativo creando situaciones similares a su futura práctica profesional. Para ello, propone desarrollar metodologías centradas en aprender haciendo: “Hay que diseñar actividades basadas en experiencias reales y que les hagan comprometerse de forma emocional y social”.

Dichas capacidades incluyen no solo a los estudiantes, sino a toda la comunidad educativa. “No esperemos alumnos que se lideren a sí mismos sino lo han hecho antes desde la dirección hasta la última persona que trabaja en el centro”, subraya Úbeda. Además, añade que ser consciente del propio proceso de aprendizaje o la creación de una identidad fuerte son dos de las ‘power skills’ mas importantes para desarrollar entre los alumnos: “Los estudiantes tienen que sentirse aprendices toda la vida y además es necesario tener un ‘yo’ o una identidad gestionada discretamente. Hay que ser uno mismo sin dejarse romper por los procesos externos”, concluye.

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Laura Román

Periodista cultural con gran interés en la educación y la innovación tecnológica en las aulas. El futuro pasa por la tecnología y ya está aquí. ¿Te lo cuento?