Descubre a estas escritoras españolas que han sido injustamente olvidadas

María de la O Lejárraga, Elena Quiroga o Rosa Chacel son algunas de las mujeres que, a pesar de dejar una gran huella en la literatura española, no han recibido el reconocimiento que se merecen. En este artículo hablamos de la vida y obra de estas escritoras injustamente olvidadas.
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Escritoras Españolas Que Han Sido Injustamente Olvidadas 

¿Por qué todo el mundo conoce a Federico García Lorca o a Rafael Alberti pero no a María Teresa León o a Ernestina de Champourcin? ¿Por qué los escritores varones de todas las generaciones literarias copan las páginas de los libros de texto escolares pero sus coetáneas rara vez aparecen en ellas? La razón es que las escritoras, al igual que las mujeres en otros muchos campos de conocimiento, han sido silenciadas durante siglos y escondidas bajo la sombra masculina. Y aunque en los últimos años no dejan de publicarse todo tipo de libros y documentales destinados a reivindicar y poner en valor la figura de mujeres de todas las épocas, todavía hoy día se desconoce el nombre (y ya no hablemos de la obra) de autoras como María de la O Lejárraga o Elena Quiroga, entre otras muchas. Con este artículo buscamos reivindicar la labor de grandes escritoras españolas que han sido injustamente olvidadas. 

María de la O Lejárraga (1874-1974)

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Imagen procedente de un archivo familiar

Más conocida como María Martínez Sierra, seudónimo que adoptó a partir de los apellidos de su marido Gregorio Martínez Sierra, y bajo cuyo nombre escribió gran parte de su obra, nació en San Millán de la Cogolla (La Rioja) pero pronto se trasladó junto a su familia al madrileño barrio de Carabanchel. Estudió en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer donde tomó el primer contacto con las ideas pedagógicas de la Institución Libre de Enseñanza y terminó ejerciendo como maestra. Pero María de la O pronto descubrió que tenía un don para la dramaturgia. Así, publicó en 1899 su primera obra: ‘Cuentos breves’, aunque oculta bajo el nombre de su marido. Otra de sus creaciones, ‘Canción de cuna’ (1911), recibió el premio de la Real Academia Española como la mejor de la temporada teatral y también colaboró con literatos consagrados como Eduardo Marquina, en ‘El pavo real’, con Carlos Arniches, en ‘La chica del gato’ o con Manuel de Falla en ‘Amor Brujo’. Aunque la autoría de las obras era suya, su marido, del que acabó separándose tras una infidelidad, se hizo con los derechos de autor y Lejárraga terminó exiliada en Argentina y sin poder reconocer su labor como escritora. 

Rosa Chacel (1898-1994)

Rosa Chacel

Nació el 3 de junio de 1898 en Valladolid y se crió en el seno de una familia culta y liberal. Con 10 años se trasladó a Madrid, donde ingresó en la escuela de Bellas Artes, decantándose por la especialidad de escultura, aunque pronto se dio cuenta de que su verdadera vocación era la escritura. Su principal acercamiento a las letras lo tuvo cuando empezó a frecuentar las tertulias del café Granja El Henar y el Ateneo de Madrid, y comenzó a colaborar con la revista vanguardista Ultra, así como a trabar amistad con personajes como José Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno o Juan Ramón Jiménez. Publicó su primera novela, ‘Estación. Ida y vuelta’ en 1930, y años más tarde, en 1936, Manuel Altolaguirre le publicó en la colección Héroe, su libro de sonetos ‘A la orilla de un pozo’. Con el estallido de la Guerra Civil y la posterior dictadura, permaneció en España hasta que decidió exiliarse a diferentes países. Fue en Argentina donde escribió la que es considerada su mayor obra: ‘La sinrazón’ (1960) y, años después, publicaría ensayos como ‘La Confesión’ (1970), relatos como ‘Sobre el piélago’ (1951), ‘Ofrenda a una virgen loca’ (1961), y en un solo volumen tres libros: ‘Icada’, ‘Nevda’ y ‘Díada’ (1971). 

Elena Quiroga (1921-1995)

Elena Quiroga

Perteneciente al seno de una familia acomodada (hija de los condes de San Martín de Quiroga), nació en Santander y tuvo una infancia feliz en la localidad gallega de Villoria. Gracias a su amplia formación académica, pronto desarrolló una sensibilidad literaria que le llevaría a publicar la obra ‘La soledad sonora’ (1949) con tan solo 28 años. Unos años después, se mudó a Madrid, y publicó su siguiente novela, ‘Viento del Norte’ (1951), que fue galardonada con el Premio Nadal. Así, se convirtió en una figura clave de la novela española entre los años 50 y 60, llegando a considerarse como una de las voces femeninas más relevantes de su generación, gracias a obras como ‘La sangre’ (1952), la que según algunos críticos “la consagró definitivamente como una novelista extraordinaria por su estilo delicado y expresivo y el interés de los problemas que trata”. Además, fue la segunda mujer en entrar en la Real Academia Española.

María Teresa León (1903-1988)

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Se educó en un ambiente culto e ilustrado y, por querer hacer Bachillerato y leer libros que en aquel entonces estaban prohibidos, fue expulsada del colegio de monjas al que asistía. Publicó artículos, poesías, ensayos, cuentos y novelas, escribió obras de teatro (de algunas también fue protagonista) y guiones cinematográficos e, incluso, ilustró el tercer libro de Rafael Alberti, con quien se casó después de divorciarse de su primer marido. Durante la Guerra Civil formó parte de la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico, trasladando los fondos del Museo del Prado de Madrid y del Monasterio del Escorial: salvaguardó hasta 64 obras, entre ellas, Las Meninas de Velázquez. Pero con la derrota republicana tuvo que exiliarse, primero a Orán y después a Francia y a Argentina, donde nació su hija. Con la llegada de la democracia la familia regresó a España, aunque ya sufría alzheimer y pasó sus últimos años en un sanatorio.

Ernestina de Champourcin (1905-1999)

Ernestina De Champourcin

Desde pequeña aprendió a hablar, leer y escribir a la perfección en inglés, francés y español. Creció con las obras de Victor Hugo, Lamartine, Valle-Inclán, Rubén Darío y Ramón Jiménez, entre otros, quienes la inspiraron a escribir poesía desde muy pequeña. Sus versos hacían referencia al progreso social, la modernidad, el amor y el jazz. Además de las decenas de poemarios que llegó a publicar, solía escribir en diferentes periódicos, y siempre se negó a que sus artículos estuvieran en la sección femenina: debían estar en la de poesía junto a los del resto de hombres. Vivió la guerra y el exilio en México, y a su vuelta recibió numerosos galardones, entre los cuales destaca el premio Euskadi de Literatura en 1989. 

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