La inclusión desde una perspectiva psicopedagógica, por Estela Fernández

Hace algunas semanas, tuvimos la oportunidad de entrevistar a Estela Fernández, coordinadora técnica del Máster Universitario en Psicopedagogía de CUNIMAD (Centro Universitario Internacional de Madrid) que nos habló de los conceptos de inclusión, calidad de vida y educación inclusiva.
Hoy comparte de nuevo su experiencia a través de este artículo de opinión en el que habla de la inclusión desde una perspectiva psicopedagógica. Lo hace centrándose en los niños con necesidades educativas especiales y sus familias.
Desde mi perspectiva profesional, la finalidad de la inclusión educativa es obtener una inclusión social -de forma paralela desde la niñez- para tener una inclusión social en vida adulta y, por supuesto, una inclusión laboral.
En la actividad profesional, a diario, nos encontramos en consulta con familias que acuden a atención temprana y es desde aquí desde donde se inicia la verdadera inclusión. Pero, ¿cómo es la vida de un niño con necesidades especiales y la de su familia?
En la etapa de guardería, un niño con necesidades educativas especiales puede acudir sin mucho requerimiento, a no ser que sea una necesidad especial que conlleve discapacidad física. En este caso, las necesidades son mucho mayores y necesitará una guardería que ofrezca la posibilidad de atenderle ya que su movilidad será reducida.
No se debe olvidar que, antes de acudir a la guardería, ha pasado por centros de diagnóstico, neurólogos, pediatras, pruebas médicas... Tampoco podemos dejar atrás la situación de la familia y las necesidades que puede tener para afrontar la realidad.
La finalidad de la inclusión educativa es obtener una inclusión social
Cuando un niño crece y llega a edad escolar, nos encontramos con las distintas modalidades en las que puede escolarizarse en base a sus posibilidades. En este sentido, el equipo de orientación se fija en sus posibilidades académicas. A partir de aquí, y cuando el pequeño avanza hacia los siguientes cursos, puede continuar en la misma modalidad educativa o el equipo de orientación revisar su dictamen. Esta revisión siempre se lleva a cabo en base a las necesidades del pequeño a nivel académico y a las posibilidades del centro. Finalizada su etapa escolar, puede acudir a formación profesional ya que existen centros con formación específica y práctica.
Son muchos los profesionales que trabajan con un niño en edad escolar pero aún más con los niños con necesidades especiales, ya que tienen a sus tutores, técnicos de aula, profesores de distintas asignaturas, orientadores... Todos ellos deben tener, además de la formación en magisterio, formación en inclusión, en necesidades especiales y en características de las distintas necesidades para así poder apoyarles y facilitarles lo que necesitan en cada etapa.
De forma paralela a los centros de educación, los niños y adolescentes con discapacidad y sus familiares suelen necesitar apoyo experto ya que cada paso y cada escalón que avanzan es significativo.
Desde terapia, fisioterapia, logopedia o psicología. Todo este apoyo requiere de formación específica en inclusión para saber cómo trabajar de forma coordinada con el centro de referencia y dotar a la persona, realmente, de calidad de vida.