El ‘Worldschooling’ es una práctica educativa que se basa en considerar el mundo como escuela. En ella, los menores no están sujetos al sistema educativo tradicional, sino que su educación se imparte más allá de las aulas. “A través de la exposición a diferentes culturas, perspectivas, cosmovisiones y experiencias podemos entender mejor el mundo y por extensión a nosotros mismos”, afirma Carla Martínez, una mamá ‘worldschooler’, como ella misma se define, que viaja alrededor del mundo junto a su marido David y sus pequeños Roberto y Greta. En su blog ‘Ligrones en ruta’ van relatando sus experiencias. 

Unschooling, homeschooling…

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Los orígenes de esta práctica se encuentran en el ‘homescholing’ y el ‘unschooling’, dos términos que, aunque a veces se emplean indistintamente, tienen diferentes características. En el ‘homeschooling’, las familias eligen impartir los conocimientos curriculares de una forma más o menos académica en el propio hogar, mientras que el ‘unschooling’ significa educación sin escuela, por lo que las familias deciden no delegar el aprendizaje de los menores en terceras personas y asumirlo con sus propios medios. En este caso, no es necesario contar con un espacio de enseñanza tradicional, como puede ser un colegio, sino que esa educación puede darse en otros lugares. 

Worldschooling 'Ligrones En Ruta'
Ligrones en ruta

Lo que sí tienen en común estas corrientes alternativas, incluida el ‘worldschooling’, es que las familias que optan por este estilo de vida no suelen estar sujetas a trabajos que requieran presencialidad; suelen tener empleos remotos que les permiten libertad de movimientos. Este también es el caso de Max, Susagna y sus dos hijos (‘Familias en ruta’), que adoptaron hace años este estilo de vida. Max define el Worldschooling como “todo el conjunto de estrategias y recursos educativos de aquellas familias que por pasión o trabajo viven de una manera nómada, haciendo frecuentes y largos viajes durante la infancia de sus hijos”. 

Al igual que ellos, Estela, Juanal y los pequeños Nicolás y Violeta son los protagonistas del blog ‘Algún sitio bonito’, en el que comparten sus aventuras y su ‘filosofía de vida’, como ellos mismos la definen, en diferentes partes del mundo. “Para mí el Worldschooling se trata de que mis hijos tengan una visión más abierta y global del mundo en el que vivimos. Que sepan que existen más formas y maneras de vivir, no solo la que se conoce en tu entorno”, explica Estela. 

Elegir un destino o recibirlo en casa

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Además de la flexibilidad profesional antes mencionada, el primer paso para iniciarse en el ‘worldschooling’ es escoger un destino concreto o planificar una ruta que propicie la inmersión cultural. “Puedes buscar una familia que te reciba y que te permita vivir desde dentro su cultura, la música, el arte, la comida de ese país o, simplemente, ir por libre”, explica Martínez (‘Ligrones en ruta’). También destaca que desde casa también se puede llevar a cabo. ¿Cómo? A través de intercambios lingüísticos y culturales con familias procedentes de otros países, contactando con ellas mediante plataformas como ‘couchsurfing’ o ‘workaway’. “Esta es una manera de traer el mundo a tu casa”, relata. 

Worldschooling 'Familias En Ruta'
Familias en ruta

“Nosotros hemos seguido varias estrategias. Cuando eran más pequeños, sencillamente optamos por el ‘unschooling’ y la educación más informal y cuando eran más mayores asistieron a escuelas internacionales de carácter más académico, si bien también muy respetuosas y de orientación holística”, relata por su parte Max (‘Familias en ruta’). 

Un día a día ‘sin escuela’

Junto a la elección del destino, otra de las cuestiones más importantes es escoger cómo va a ser la educación de los menores. A diferencia de lo que sucede en países como EE UU, Australia, Italia, Bélgica o Portugal, en España estas prácticas de educación alternativas no son legales. Tampoco existen fórmulas como el permiso para educar en casa que tienen en Italia, donde los padres tienen que acreditar unos conocimientos académicos y una estabilidad económica. Tampoco disponemos de exámenes específicos para estos menores, como en el caso de Francia y EEUU, ni inspectores que acudan a los hogares para verificar que el aprendizaje es el correcto.

La falta de regulación de esta forma de educar causa una gran inseguridad en las familias. “Aun así, hay más de 4.000 familias en España que no escolarizan a sus hijos. ¿Se pueden tener problemas legales? Sí. ¿Hay mucha gente que no los tiene? También”, afirma Martínez (‘Ligrones en ruta’). Su mayor recomendación a las familias que quieren iniciarse en esta tendencia es informarse, así como buscar las asociaciones y redes de apoyo que existen sobre el tema para poder tomar una decisión acertada en cada caso.

Lo que sí existe en España por parte de organismos gubernamentales como el CIDEAD (Centro para la Innovación y Desarrollo de la Educación a Distancia), dependiente del Ministerio de Educación, es la posibilidad de recibir atención educativa para los niveles de Educación Primaria y Secundaria, Bachillerato y estudios de Formación Profesional a los ciudadanos españoles en el exterior y a aquellas personas que, aun residiendo en territorio nacional, se ven imposibilitadas para recibir enseñanza a través del régimen ordinario. En él pueden apoyarse las familias ‘worldschoolers’, trabajando a través de los recursos digitales que ponen a su disposición. 

Worldschooling 'Algún Sitio Bonito'

A la hora de llevarlo a cabo, hay familias que reproducen en el hogar el mismo esquema de trabajo y la misma planificación que se puede encontrar en un centro escolar: establecen horarios que se ajustan a las necesidades de cada menor y les ofrecen una educación individualizada y flexible a sus ritmos. Otras familias no separan formalmente el periodo de aprendizaje de la propia experiencia de vida, y también existen algunas que viajan y hacen del mundo su escuela, se unen y crean proyectos, o mezclan todas las opciones y crean la suya propia. 

“No hay ni existe un patrón o protocolo a seguir. Cada familia decide o adapta las necesidades del niño y de los padres a una manera de enseñar o de aprender. Y cada cual aplica sus fórmulas de enseñanza. Con apoyo de materiales educativos, con visitas a museos, parques, safaris, cursos presenciales o a distancia, con conversaciones, quedadas, cine, degustación de comidas, deportes, experiencias que luego se deben comentar”, explica Estela (‘Algún sitio bonito’). 

Un impulso a la tolerancia y la empatía 

La mayoría de familias que apuestan por este sistema, también lo hacen porque les gusta llevar un modo de vida nómada. “Viajar y conocer la diversidad del ser humano, sus tradiciones, costumbres, idiomas y hacerlo desde temprana edad, permite crecer sin juicios”, comenta Martínez (‘Ligrones en ruta’) para explicar una de las razones por las que escogió esta vida. La empatía, la tolerancia y el respeto por lo ‘diferente’ son valores que también caracterizan este tipo de aprendizaje. Junto a ellos, destrezas como el pensamiento crítico, la resolución de problemas del día a día o, incluso, la creatividad, son otros de sus beneficios.

“Con este estilo de vida se consigue una autoestima muy afianzada y reforzada. La familia somos un equipo donde todos tenemos nuestro rol, todos igual de importantes. Junto a ello, se refuerza la seguridad en ellos mismos, ya que son niños que aprenden por medio de las experiencias y desarrollan altas habilidades sociales al estar constantemente relacionándose en distintos ámbitos culturales”, destaca Estela (‘Algún sitio bonito’). Por su parte, en opinión de Max (‘Familias en ruta’) aporta a los menores “el contacto más directo y temprano con la realidad más compleja de la vida que muchas veces no permite la escuelas regladas con unos horarios, rutinas y una ubicación fija”. 

Para ellos, sería un gran paso en España que dejaran a las familias elegir sobre la educación de sus hijos, facilitando la libertad educativa para que así aquellas personas interesadas en adentrarse en alternativas como el ‘Worldschooling’, no tuvieran que hacer frente a muchos problemas legales y a estereotipos sociales. 

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Lucía García López

Periodista, redactora y feminista. Me gusta el cine, la música, el arte y la política. Aprendiendo día a día. Convencida de que la cultura es la mejor arma de transformación