“Establecer los criterios que permitan discernir las buenas prácticas de las que resultan inapropiadas bajo el marco de la Educación basada en la evidencia científica. De este modo, se trata de contribuir a orientar los necesarios debates alrededor de esta iniciativa y, en la medida de lo posible, evitar los malentendidos o caricaturizaciones que a menudo los acompañan”. Este es el principal objetivo del manifiesto en defensa de la Educación Informada por la Evidencia (EIE) que acaban de presentar más de 150 investigadores. Para estos profesionales de universidades y centros de investigación es vital que antes de aplicar nuevas medidas en el ámbito educativo, los responsables y agentes educativos tengan en cuenta los hallazgos de la investigación científica.  

educación basada en la evidencia científica

Manifiesto por una EIE

Los firmantes apuntan que no buscan reemplazar otras fuentes de conocimiento, como la experiencia docente o las decisiones éticas, sino de combinarlas con los hallazgos científicos para favorecer una práctica educativa más coherente y fundamentada. La “EIE no pretende pautar, delimitar o incluso predeterminar las decisiones que toman los agentes educativos, sino proporcionarles información científica, que no suele estar a su alcance, para que estos puedan tomar sus propias decisiones de manera más informada”. Consideran que la información científica siempre debe estar siempre al alcance de los agentes educativos, para que sean ellos mismos quienes descubran las evidencias disponibles que más les acercan a sus propósitos. Del mismo modo, también promueven que el propio personal educativo, si así lo desea, participe en la labor investigadora. 

También subrayan la importancia de la experiencia profesional del profesorado en la toma de decisiones, siempre que se complemente con conocimiento científico, especialmente en contextos complejos donde la intuición puede no ser suficiente. Según señalan, adoptar la EIE supone que los docentes estén abiertos a cambiar ideas previas si la evidencia científica muestra opciones más eficaces.

No obstante, los investigadores reconocen que la evidencia científica no ofrece certezas absolutas, por lo que invitan a interpretarla con cautela. “La ciencia no puede garantizar que unas medidas proporcionen el resultado esperado, sino que aporte pruebas que, al ser consideradas, incrementen la probabilidad de lograrlo”. Por ello, subrayan que su propósito no es cambiar la forma en que se establecen los objetivos de la educación, sino mejorar los procesos que existen actualmente para alcanzarlos.

Prácticas no recomendadas

Bajo el nombre de EIE, los firmantes afirman que pueden ocultarse prácticas erróneas que distorsionan su propósito. Según explican, esto ocurre, por ejemplo, cuando la información en la que se pretende basar las medidas educativas procede de ideas sin base científica o de propuestas que solo aparentan ser ciencia. También se refieren a aquellas medidas que se apoyan solo en una parte de la evidencia, dejando de lado - de forma consciente o no - los datos que apuntan en otra dirección.

Por último, alertan sobre los riesgos de aplicar conclusiones obtenidas en contextos muy específicos sin considerar la complejidad del sistema educativo. Al igual que usar la ciencia para defender ideologías, recurrir a falacias o tratar las evidencias como certezas absolutas. La EIE, concluyen, “no debe entenderse como una fuente de certezas, sino como una herramienta que sugiere y orienta decisiones con base provisional y abierta a la revisión”.