“La música es gimnasia cerebral. Es de las pocas actividades que activan todo el cerebro simultáneamente; más que resolver una multiplicación”. Estas palabras del neurocientífico David Bueno se hicieron virales hace unos años en un vídeo en el que hablaba sobre los vínculos existentes entre asignaturas como Música, Plástica o Educación Física con la neurociencia. Sus palabras siguen a día de hoy más vigentes que nunca, a pesar de que estas asignaturas -consideradas durante muchos años como ‘marías’- cada vez tienen menos peso en los currículos educativos. 

En la LOMLOE, por ejemplo, la música ha pasado a formar parte de una asignatura de Primaria llamada Educación Artística, cuyos saberes básicos se organizan en cuatro bloques: Recepción y análisis; Creación e interpretación; Artes plásticas, visuales y audiovisuales; y Música, artes escénicas y performativas. Esto se traduce en una única asignatura que aglutina el temario que antes se impartía en dos diferentes, Música y Plástica. 

En el caso de Secundaria, Música ya no es obligatoria en alguna de sus etapas. Además, como apuntan desde la Asociación de Profesores de Música de Andalucía, la situación de esta asignatura es muy desigual dependiendo de la comunidad autónoma: “La LOMLOE establece unos mínimos (en el caso de Educación Primaria 120 horas por ciclo, y en el caso de Secundaria, 105 horas obligatorias para toda la etapa), quedando la carga horaria de la materia a merced de las decisiones políticas de las administraciones educativas de las comunidades”, nos cuentan. 

Potencia de la plasticidad neuronal

Una de las razones que pueden explicar esta situación de la educación musical es que, como apunta el propio Bueno, “tradicionalmente se la ha considerado como una asignatura que se hacía porque ‘quedaba bien’, sobre todo al final de curso a la hora de organizar un festival musical o un recital de villancicos en Navidad”. Sin embargo, la realidad es que desde la primera infancia hasta mediados de Primaria, la música y el arte en general son las actividades que más potencian la plasticidad neuronal, que es lo que permite después seguir creciendo en conocimientos. “Escuchar música es una gimnasia cerebral que puede ser relajante, activadora o emocionalmente triste. Y tocar algún instrumento, siempre y cuando no se restrinja solo a la reproducción literal de melodías, sino que incluya ciertos toques creativos, es un entrenamiento para todas las neuronas ya que activa la plasticidad neuronal”, explica el neurocientífico. 

De igual manera, la neurociencia ha demostrado que al escuchar una pieza musical, además del procesamiento emocional que se produce en el sistema límbico del cerebro, se ponen en marcha otros mecanismos que activan todas las funciones cognitivas favoreciendo su plasticidad y provocando cambios a nivel estructural, en la anatomía o a nivel funcional, siendo esencial para el desarrollo emocional e integral del alumnado, como así lo demuestran numerosos estudios científicos (J. Lacarcel, R. Bisquerra o D.J. Levitin).

Abordar la Música de manera transversal y obligatoria

Todos sus beneficios, que derivan de la estrecha relación que tienen música y neurociencia, llevan a muchos docentes y expertos a reivindicar un carácter transversal de esta materia. “Las Matemáticas o la Lengua son importantes, pero deberían ser como las ramas que salen de este tallo más enraizado en el conocimiento del cerebro que serían música, artes en plural, psicomotricidad, ciencia… y que a partir de aquí saliese todo lo demás”, apunta Bueno. 

Esto se debe a que los conocimientos musicales pueden extrapolarse a otras asignaturas: “La música ayuda a la adquisición de todas las competencias clave que el alumnado debe desarrollar para superar las etapas obligatorias y que le ayudarán en su vida futura, por lo que la formación y la experiencia musical se convierten en fundamentales en su desarrollo presente y futuro, no solo por lo que son, sino por lo que pueden desarrollar a lo largo de su vida”, afirman desde la asociación andaluza. 

Otro requisito indispensable que reclaman es que la educación musical debe ser, además de transversal, obligatoria. ¿Por qué? Porque esta es la única manera de que llegue a todos los estratos sociales. “Alternativas como los conservatorios o academias privadas o solo llegan a un porcentaje ínfimo de la ciudadanía o necesitan de un desembolso económico importante”, destacan. Además, afirman que es en contextos familiares desfavorecidos en los que la música es una herramienta más eficaz para combatir el abandono escolar y el absentismo. 

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Lucía García López

Periodista, redactora y feminista. Me gusta el cine, la música, el arte y la política. Aprendiendo día a día. Convencida de que la cultura es la mejor arma de transformación