Los mitos existen en toda sociedad; son creencias formuladas como verdades (aunque no lo sean) y transmitidas, en muchas ocasiones, de generación en generación. Sobre los principales mitos educativos han investigado Cheryl Cisero Durwi y Maria Reese-Weber, dos doctores en Psicología Educativa. Y sus conclusiones se han publicado en el libro ‘Edpsych Modules’, que desmiente los 10 principales mitos de la educación explicando la realidad en base a estudios científicos. 

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  1. Los estudiantes tienen distintos estilos de aprendizaje. Según los autores, no hay una evidencia científica que sostenga que esta afirmación es cierta; y eso a pesar de las múltiples teorías sobre estilos de aprendizaje que se han desarrollado, como las Inteligencias Múltiples de Gardner o el modelo VAK de Neil Fleming. Son muchos los expertos que están de acuerdo con lo que se sostiene en este libro. Los investigadores de Innova y Acción, por ejemplo, destacan que lo que realmente existe son preferencias personales sobre un tipo u otro de estímulos a la hora de aprender, no estilos determinados. “Los estudiantes pueden sentirse más cómodos aprendiendo con imágenes, pero esto no supone que sus resultados sean mejores si nos ofrecen el tipo de estímulo de su preferencia”. De hecho, según un estudio publicado por el British Journal of Psychology, los estudiantes que afirmaban ser aprendices visuales o verbales pensaban que recordarían mejor las imágenes o las palabras, pero esas preferencias no tenían correlación con lo que realmente recordaban mejor. 
  1. Aprender a leer es un proceso natural. Aunque algunas personas creen que el aprendizaje de la lectura es algo natural en el ser humano, la verdad es que no es así, ya que requiere de una instrucción formal. Para ser lectores es necesario aprender cómo las palabras que saben pronunciar están relacionadas con las letras en una página escrita. Por ello, necesitan una instrucción explícita y sistemática de sonidos. Por el contrario, el aprendizaje del habla sí que es algo intrínseco en las personas, debido a que los menores están rodeados de lenguaje oral que se va incorporando en su cerebro. 
  1. Solamente usamos el 10% de nuestro cerebro. Este es uno de los ‘neuromitos’ más extendidos y, según los autores del libro, proviene de una simplificación o de una mala interpretación de algunas investigaciones neurocientíficas. Para algunos -aunque no se sabe a ciencia cierta- se asocia con algo que escribió el psicólogo y sociólogo estadounidense William James: “como regla general hacemos uso de una pequeña parte de nuestras capacidades físicas y mentales”. Sin embargo, la ciencia está ahí para revertirlo: “El uso de técnicas de neuroimagen, como la resonancia magnética funcional, ayuda a identificar que todo nuestro cerebro se activa, incluso cuando estamos descansando. Lo queramos o no, siempre estamos pensando en algo, ya sea el pasado, el presente o el futuro. Incluso cuando practicamos técnicas de mindfulness estamos concentrados en nuestra respiración o en el contacto de nuestro cuerpo con la silla en la que estamos sentados. Nuestro cerebro nunca está apagado”, afirman desde el Instituto de Neurociencias Aplicadas (INA). 
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  1. Hay personas que utilizan más el lado izquierdo del cerebro y otras el derecho. Aunque es cierto que cada hemisferio cerebral se asocia a un tipo de actividad determinada (izquierdo: analítico; derecho: creativo), según indican estos expertos, así como muchas investigaciones neurocientíficas, el cerebro en su totalidad influye a la hora de realizar cualquier acción. 
  1. Dejar a los alumnos sin recreo es una estrategia conductual eficaz. Castigar a los estudiantes sin recreo al tener un mal comportamiento es una de las medidas que más se llevan a cabo con el fin de corregir su conducta. Sin embargo, para Durwi y Reese-Weber esto tiene más implicaciones negativas que positivas: el tiempo de recreo tiene efectos positivos en las funciones ejecutivas, atención, memoria de trabajo o habilidades sociales de los menores y, al privarles de este espacio, están limitando su desarrollo. 
  1. Somos buenos realizando ‘multitasking’. Otro mito muy extendido es el que sostiene que las personas podemos realizar varias tareas a la vez de manera eficiente. Pero según las investigaciones, esto no es cierto. De hecho, caer en la ‘multitarea’ es más perjudicial que beneficioso, sobre todo en el terreno educativo. Para la docente de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR) Beatriz Marcano “una de las principales distracciones a las que se encuentran expuestos los estudiantes son las redes sociales. Y estas pueden llevarles a caer en una espiral de pérdida de tiempo y dispersión”. Marcano advierte que es importante enseñar al alumnado a evitar la llamada ‘mente del mono’ a través de consejos como aprender a concentrarse en una única tarea, establecer metas claras y alcanzables o distribuir el tiempo de manera eficaz. 
  1. La práctica en masa es una estrategia efectiva de aprendizaje. A diferencia de lo que sostiene este mito, la práctica especiada o distribuida es mucho más eficaz a la hora de conseguir un correcto aprendizaje que la práctica en masa, que apuesta por explicar un tema determinado o estudiar una materia de manera continuada, por ejemplo, a lo largo de varias horas. La ciencia afirma que espaciar este tiempo en diferentes intervalos es mucho más productivo. En concreto, los estudios han demostrado que separar los episodios de aprendizaje en el tiempo permite maximizar la retención de ese aprendizaje a medio y largo plazo y evitar que el alumnado recurra a técnicas como la memorización y el ‘vomitado masivo’ en los exámenes (Carpenter y cols., 2012; Cepeda y cols., 2006; Delaney y cols., 2010).
  1. Aprendemos mientras dormimos. Un clásico mito que se reproduce en muchas películas o series de televisión y que algunas personas han puesto a prueba a lo largo de su vida estudiantil es el de escuchar audios sobre la materia a estudiar mientras se duerme. Sin embargo, la realidad que sostienen estos investigadores y numerosos estudios es que lo realmente recomendable es utilizar el sueño para descansar. 
  1. Puedes aprender mejor a través del aprendizaje por descubrimiento que cuando alguien te explica el contenido. El aprendizaje por descubrimiento es un método de enseñanza que tiene en su centro al alumno. En él, son los estudiantes quienes buscan su propio aprendizaje a través de investigaciones y resolución de problemas. Y aunque esta metodología activa tiene múltiples beneficios, como fomentar la investigación, la curiosidad o el pensamiento crítico, para Durwi y Reese-Weber no es más efectiva que aprender a través de las explicaciones de otro. Esto se debe a que si el alumnado no tiene conocimientos sobre lo que está investigando, aunque aprenda conforme va conociendo nuevas cuestiones, no alcanzará un conocimiento más completo que si otra persona se lo explica y luego él mismo decide seguir aprendiendo. 
  2. Los chicos son mejores en Matemáticas y en habilidades espaciales que las chicas. Este estereotipo de género está muy extendido en el terreno educativo, llegando incluso a influir en las decisiones del alumnado femenino a la hora de escoger estudios. Lo cierto es que esta afirmación es falsa y un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) así lo demuestra: ‘La fractura de género en los estudios de ciencias, tecnología, informática y lengua: expectativas y motivaciones del alumnado y el profesorado de Secundaria’ analizó desde una perspectiva de género las decisiones tomadas durante tres años de 1.100 estudiantes entre segundo y cuarto de ESO, constatando que los roles de género tienen un papel importante en Secundaria, tanto entre alumnos como entre profesores, y que los estudiantes de género masculino no son, en ningún caso, mejores en Matemáticas o ciencias que sus compañeras.
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Lucía García López

Periodista, redactora y feminista. Me gusta el cine, la música, el arte y la política. Aprendiendo día a día. Convencida de que la cultura es la mejor arma de transformación