El Aprendizaje Basado en Eventos (ABE) o Event-Based Learning está irrumpiendo con fuerza. Una estrategia pedagógica que sienta sus bases de éxito en el aprendizaje horizontal entre educadores. Una alternativa que en la comunidad educativa acogemos con entusiasmo, ya que representa la verdadera esencia de la educación que queremos hoy: tener respuestas y no tantas preguntas. El cómo hacer en el aula, y no el qué hacer. Y es que es cuestión de acción, de conocer experiencias positivas para reproducirlas en el aula con garantías de éxito.
El ABE es un aprendizaje que se da en tiempo real y en un espacio concreto. Un evento o congreso, por ejemplo, que reúne a profesionales de un ámbito específico con un claro objetivo: compartir su know how, su forma de hacer y su experiencia. Y con estas experiencias, sus problemas, dudas, inconvenientes y frustraciones.
Niño Levantando Las Manos
Por un lado, durante unos días se ‘desvirtualizan’ las personas con las que se comparte espacio en la nube, en las redes sociales, poniéndose cara y afianzando la relación que en su momento pudo surgir online. Se consolidan así lazos profesionales y de amistad que terminan generando nuevos proyectos y colaboraciones para mejorar el desempeño en el aula.
Por otro lado, estos eventos representan la más clara evidencia de comportamientos generadores de sinergias donde la generosidad se convierte en la clave para compartir información, escuchar nuevas ideas y debatir de forma constructiva para dar con propuestas y estrategias didácticas que sean más efectivas en el aula. Para dar con soluciones.

" La comunidad educativa se enfrenta a contextos y perfiles de alumnado con necesidades diferentes a las que tenían hace años "

Debemos ser conscientes de que la comunidad educativa se enfrenta a contextos y perfiles de alumnado con necesidades diferentes a las que tenían hace años. Y esto, unido al hecho de que las Tecnologías de la Información y Comunicación (las TIC), difunden cantidad ingente de información relativa a recursos, materiales, estrategias didácticas, tendencias e innovaciones, hace que sea más necesario que nunca que expongamos cómo llevamos al aula una determinada estrategia de aprendizaje, con sus ventajas y sus convenientes. Queremos de primera mano evidencias, pruebas de que algo funciona, y pruebas de lo que no funciona más allá de disertaciones teóricas y conceptos e investigaciones. Esto es el ABE: el saber hacer que queremos llevar al aula y que no se aprende en formaciones formales o institucionales que siguen estando estructuradas como el tipo de educación que precisamente debemos y queremos cambiar.

 Un modelo centrado en el alumno

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El hecho de que el ABE nos permita acceder a ejemplos reales de aula, hace que se descubra la relación verdadera entre trabajo y acción. La explicación por parte de otros docentes de sus prácticas educativas en los denominados talleres, permite contar con impresiones sobre la secuenciación en el aula en una herramienta, un recurso o un proyecto determinado. Y esto trae consigo la reflexión inmediata de qué es lo que puede fallar, de si la estrategia educativa correspondiente cumple o no con la finalidad educativa que persigue a priori. Asimismo, de ideas que después pueden trasladarse al aula con garantía.
Basado En Eventos
Gracias al ABE, toman relevancia algunos de los aspectos que conforman un estilo pedagógico centrado en la persona, que a su vez debiera ser el objeto y la razón de ser de cualquier proyecto educativo: contexto, experiencia, reflexión, acción y evaluación.

Equipos de expertos, un modelo para llevarlo al aula

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En el aula debemos generar la interacción suficiente entre el alumnado de un grupo o de varios grupos para aprovechar la cooperación como modo de generar nuevos conocimientos. Es decir, aprendizaje activo. Aprendizaje basado en la experiencia directa del alumnado. Los que más saben, pueden apoyar y guiar a otros en la adquisición progresiva de sus competencias. Un ejemplo claro de estas dinámicas son los denominados equipos de expertos, donde el alumnado que tiene el conocimiento y la experiencia comparte con sus compañeros ayudándoles a generar conocimiento. La materialización de estos equipos suele venir dada frecuentemente con metodologías como el Aprendizaje Basado en Proyectos o Problemas. En definitiva, podríamos considerar crear eventos en un aula para que sea el alumnado quien expone sus experiencias al resto.
Abe
El cambio de roles en el aula hace que el alumnado vea que su aprendizaje tiene una finalidad práctica, favoreciendo al mismo tiempo la empatía, la motivación y la autoestima. La observación y experimentación en el ABE o, en el aula, permiten mejorar conocimientos entre alumnado y comprender los problemas de los compañeros. Por supuesto, también supone desarrollar otros aspectos como la capacidad comunicativa, la interacción, la reflexión o la autonomía.
El ABE nos ofrece un contexto que permite la colaboración entre iguales, garantizando poder sacar lo mejor de cada uno de nosotros, que a su vez se traduce en poder llevar al aula una experiencia que realmente favorezca la adquisición de competencias del alumnado. El ABE nos ofrece también la reflexión necesaria para poder poner en práctica cualquier método con mayores probabilidades de acierto. Es decir, una reflexión que conlleva a la acción: trasladar al aula buenas prácticas. Y por último, la evaluación, ya que el evento es también un punto de autoevaluación y coevaluación, tomando conciencia de nuestros aprendizajes, asentando así las propuestas pedagógicas y haciéndonos más conscientes del proceso de cara a inspirarnos para el alumnado.

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