En breve se acaba el curso. Uno más... Y es inevitable pensar aquello de ¡qué rápido pasa el tiempo! y maravillarse de cómo los alumnos van subiendo ‘peldaños’ académicos y vitales a toda velocidad, adquiriendo conocimientos y competencias para ‘volar’ en el futuro.

Pero, ¿son estos los únicos objetivos fundamentales que debe cumplir la escuela? ¿No debería también ocuparse de contribuir al crecimiento personal, bienestar y felicidad de cada una de los niños y niñas que pasen por sus aulas?

Susana 1Para lograr este propósito, la respuesta está, sin duda, en la educación emocional. Porque aprender a identificar, aceptar y regular las emociones es clave para el bienestar emocional de cada uno de nosotros. Y si desde las primeras edades les ayudamos a conocerse a sí mismos, a quererse y respetarse, a desarrollar la empatía y la compasión, sin duda se verán capacitados y empoderados para extraer y desarrollar lo más valioso de sí mismos. Así, con este andamiaje, la escuela, con la imprescindible colaboración de la familia, puede contribuir a prepararles para una vida satisfactoria, plena, con conciencia y bienestar. Por no hablar de la positiva influencia que tiene la autorregulación emocional en la prevención de conflictos dentro y fuera del centro escolar.

Desarrollar la autoestima, la empatía y la compasión les ayudará a extraer y desarrollar lo más valioso de sí mismos

¿Y cómo podemos educar en emociones en el ámbito académico de una forma eficaz y significativa? “Otorgando a la Educación Emocional un espacio propio dentro del horario escolar”, como afirma Antonio Sánchez Román, maestro pionero en la introducción de la Educación Emocional como asignatura curricular obligatoria, en la entrevista que publicamos en este número. Sánchez Román cree profundamente en la necesidad de un cambio de paradigma educativo en el que tengan cabida las emociones en todo el proceso de enseñanza aprendizaje. Y es que “nuestro estado emocional influye directamente en el aprendizaje y la convivencia”.

La Educación Emocional precisa de un espacio propio dentro del horario escolar (Antonio Sánchez Román)

Ahora que acaba el curso y es hora de hacer balance, os invitamos a cerrar la puerta del centro para disfrutar de unas merecidas vacaciones, y volver en septiembre abriendo una ventana a las emociones.
Este artículo de opinión pertenece al número 27 de la revista EDUCACIÓN 3.0 impresa (verano 2017). Si quieres recibirla en tu centro o domicilio, puedes suscribirte por teléfono: 91 547 00 95 o a través de la página web. ¡Gracias!

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Sobre el autor
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Susana Velasco

Subdirectora de EDUCACIÓN 3.0 y firme defensora de la necesaria presencia de la Educación Emocional en las aulas porque, como dice Francisco Mora, "sin emoción no hay aprendizaje". Me apasiona viajar, caminar, fotografiar y crear.