El 84% de los estudiantes de entre 6 y 9 años lee por placer, según los datos sobre hábitos lectores en España incluídos en el barómetro del Ministerio de Cultura. Sin embargo, conforme van creciendo se produce un cambio: a partir de los 15 años la cifra desciende hasta el 65%. En este contexto, los planes lectores pueden ser una alternativa para reducir ese abandono y, en líneas generales, fomentar la lectura desde edades tempranas. Y es que se trata de una herramienta que ayuda a introducir y promover la lectura entre los estudiantes a través de actividades lúdicas, talleres, clubs de lectura… que convierten los libros en un elemento esencial de su día a día. 

Planes Lectores

Planes ya creados 

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A la hora de implantar un plan lector en el centro educativo es posible inspirarse en las propuestas ya creadas por organismos públicos y privados, así como sellos editoriales. Por ejemplo, en el elaborado por el Ministerio de Cultura y Deporte, que publica cada cuatro años a través de su Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura. ‘Lectura infinita’ es el nombre del último, vigente hasta 2024, que propone aprovechar los nuevos canales de comunicación y las oportunidades de creación de comunidad que brinda el nuevo entorno digital y cultural encabezado por las redes sociales. Comprende un conjunto de actividades abiertas, de modo que cualquier persona o entidad que lo desee pueda hacerlas propias, contribuyendo al fomento de la lectura como causa común. Entre otras, se incluyen talleres, encuentros con autores, acciones formativas, jornadas temáticas, concursos, ferias, clubs de lectura, recitales y lecturas dramatizadas, etc. El plan se puede descargar en este enlace y está disponible en castellano, catalán, euskera, gallego, valenciano y occitano-aragonés.

Lectura Infinita

Otras propuestas, como Ta-tum de Edelvives, ofrece herramientas gamificadas que adentran a los estudiantes en la lectura a través de juegos y resolución de retos y enigmas. 

Un plan a medida

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En cualquier caso, lo ideal es que cada centro diseñe su propio plan adaptado a sus necesidades y recursos. “Al tratarse de un proyecto propio, las señas de identidad concretas estarán condicionadas por la historia del mismo, las características que tenga alumnado y profesorado y las necesidades reales del contexto”, señala Julián Pascual, docente en la Universidad de Oviedo en la investigación ‘El plan lector de centro y la biblioteca escolar en el desarrollo de las competencias básicas’. 

Para ello, todo el equipo docente debe implicarse en su planificación , centrándose en que tenga actividades variadas y flexibles. “Debe, además, plantear las siguientes preguntas: ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Para quién? y ¿Dónde?”, recomienda Maite Malagón, directora editorial del sello de Literatura infantil y juvenil de Santillana Loqueleo. En este sentido, es primordial que no quede reducido a una actividad escolar más, sino que consiga convertir la lectura en un elemento vertebrador de la vida de los estudiantes. Tendría que servir, señala la editorial Galera, “para que cada alumno tomara conciencia del crecimiento de su capacidad lectora y de su capacidad de análisis de hechos, situaciones y personajes, y descubriera la belleza en el lenguaje”.

Crear un plan escolar paso a paso 

Según Irakurgunea, la web que recoge el plan lector desarrollado para las instituciones educativas de Euskadi, este tipo de propuestas siempre tiene que contar con tres ejes de actuación: aprender a leer (relacionado con la alfabetización), leer para aprender (para crear lectores competentes) y el hábito lector (facilitando la autonomía lectora del alumnado). Y estos tres ejes tienen que estar interrelacionados entre sí, ya que todo lo que se mejore en uno, repercute en el otro. 

Irakurgunea

Tomando como ejemplo las instrucciones que aparecen en esta web, un plan lector puede diseñarse siguiendo 5 sencillos pasos:

Realizar un diagnóstico

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Es el punto de partida. Este estudio sobre la realidad les ayudará a identificar la necesidad o situación que sería deseable modificar y los factores que se relacionan con ella e identificar los recursos disponibles (humanos, económicos…).

Definir los objetivos

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Deben ser claros y concretos. Para ello, lo más adecuado es intentar responder a estas dos cuestiones: ¿Sobre qué queremos incidir? y ¿Qué buscamos conseguir? También tienen que ser medibles e indicar el grado, el tipo o la cantidad de los cambios que se esperan.

Plantear las actuaciones

Este paso permite alcanzar los objetivos y programar los recursos disponibles para llevarlas a cabo. Se deben detallar cuestiones como quiénes serán las personas responsables de cada actividad, cuál será el tiempo dedicado a cada actividad, el calendario de trabajo  o qué procedimientos van a utilizarse para el seguimiento de la tarea. 

Implementar las actividades

Consiste en poner en marcha las acciones previstas, es decir, llevar a la práctica las ideas programadas previamente.

Evaluar el plan 

Constatar si se ha producido o no el cambio deseado en relación con la situación inicial y medir el logro de objetivos durante y al final de las acciones. Los docentes deben preguntarse “¿Cómo vamos?” “¿qué hemos conseguido?”

Sobre el autor
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Pepa Agüera

De pequeña preguntaba mucho y escribía otro tanto. Conjugué esas dos variables y ahora soy periodista. Me apasiona la cultura en todas sus formas, pero también la actualidad y la política. Compro libros por encima de mis posibilidades.