Que nuestro colegio haya sido reconocido como un referente nacional en sostenibilidad tras ganar las tres últimas ediciones de ‘Generación Eco’, el proyecto de Ecovidrio que plantea retos ambientales y sociales basados en problemas reales,  no refleja solo nuestro compromiso con el medioambiente; también la profunda e imprescindible transformación pedagógica realizada en el centro. 

Lo que comenzó como un pequeño proyecto, ha terminado por integrarse de forma estructural en nuestras rutinas, con dinámicas de reflexión continuas en torno a la contaminación, el consumo responsable, la reutilización o la pérdida de biodiversidad. Estas experiencias han tenido un gran impacto en el alumnado. Un claro ejemplo de ello es la creación de disfraces sin plástico que motivó a los estudiantes a adoptar alternativas más sostenibles, convirtiéndose en una práctica habitual.

Aprendizaje colaborativo y significativo

Una de las claves de nuestro trabajo es el enfoque colaborativo y transversal. Para impulsar las iniciativas a nivel de centro, creamos un comité con docentes representantes de cada etapa educativa, que adaptaran los retos para garantizar la participación conjunta de todo el alumnado.

Gracias a ello, pasamos de realizar actividades puntuales interciclos a integrar proyectos que involucraban a todos los cursos, fomentando la cooperación docente y el aprendizaje entre iguales. Por ejemplo, la acción en la que el alumnado de 6º de Primaria acompaña y guía a los más pequeños, generando un entorno de apoyo mutuo. Este modelo también ha transformado nuestra metodología: en lugar de trabajar por asignaturas aisladas, abordamos las competencias de manera global, desde distintas áreas a la vez. Así, conectamos los contenidos con la vida real, favoreciendo un aprendizaje más significativo y duradero.

proyecto educativo de Ecovidrio

El alumnado, motor del cambio, junto a la implicación de las familias y la comunidad

Por un lado, nuestro principal objetivo era que el alumnado fuese protagonista y viviera cada experiencia en primera persona. Este enfoque competencial, que trasciende lo formal y lo puramente académico, permite aprendizajes más profundos y con conciencia. Al entender el porqué y el para qué de lo que hacen, y al explicarlo a otros, se implican de forma directa. Lo vivido así deja una huella duradera en su memoria.

Por otro lado, y aunque inicialmente supuso un desafío, en la actualidad las familias participan en diversas iniciativas. Su colaboración ha sido fundamental para el éxito del proyecto, de tal modo que no solo el alumnado traslada lo aprendido a sus hogares —promoviendo cambios concretos como el ahorro de agua o la correcta separación de residuos—, sino que se han implicado a través de las circulares informativas y presentando propuestas propias. Un ejemplo de ello fue cuando pedimos colaboración durante el reto sobre el desperdicio alimentario y las familias se volcaron con nosotros enviando recetas de aprovechamiento.

Más allá del centro educativo, la comunidad local también ha reconocido y valorado el compromiso del colegio. El Ayuntamiento colabora de manera constante y los vecinos muestran interés en las prácticas sostenibles implementadas, generando un impacto positivo que está dejando una huella significativa en nuestro pueblo.

(Este contenido ha sido elaborado en colaboración con Ecovidrio)