Cuando una empresa se enfrenta a un cambio importante tiene dos opciones: afrontar el proceso con sus propios recursos o buscar el asesoramiento de una consultora que le ayude a definir estrategias y a optimizar sus procesos internos. Y cada vez son más las que eligen la segunda opción. No es de extrañar, por lo tanto, que el perfil de consultor sea uno de los más demandados en la actualidad, especialmente teniendo en cuenta que el sector de la consultoría está creciendo a un ritmo superior al del PIB nominal de nuestro país. Junto a esta figura, la del analista y el estratega son fundamentales también para el desarrollo y la expansión empresarial.
El rol del consultor
Evaluar las dificultades a las que se enfrenta una compañía, identificar los planes de acción y las estrategias para superarlas… Estas son algunas de las tareas que lleva a cabo un consultor que mide asimismo el impacto de los cambios que se van realizando.
Para ello, debe tener capacidad de pensamiento crítico y potenciar ciertas habilidades interpersonales que le ayuden a generar confianza, construir relaciones sólidas y garantizar el éxito en los proyectos de consultoría: esto incluye una comunicación efectiva tanto escrita como verbal, y liderar grupos de trabajo. ¿Qué sucede con su formación? Se les exige un grado universitario en carreras como Administración de Empresas, Economía o Derecho. Se valora, igualmente, haber completado algún estudio de postgrado como un máster especializado en finanzas, consultoría de procesos, gestión de proyectos o transformación digital.

El rol del analista
Los datos son un activo clave para las empresas porque representan una fuente valiosa de información que, cuando se analiza y se utiliza correctamente, ayuda a impulsar el crecimiento y a mejorar la toma de decisiones. De ahí que la demanda del perfil de analista de datos haya aumentado en los últimos años. Aun así, hay otros tipos: de negocio, de finanzas, de marketing…
Para ser un analista se requiere una base sólida en análisis y herramientas técnicas, complementada con conocimientos específicos del área en el que se trabaja. Entre sus tareas destaca la recolección de datos que se procesan y analizan para elaborar informes y recomendaciones basadas en la evidencia. Para ello, deben cultivar una combinación de habilidades técnicas, analíticas y blandas que incluyen conocimientos en gestión de base de datos, estadística y modelado, capacidad suficiente para interpretar grandes volúmenes de información y trabajar en equipo.
En cuanto a su formación académica, depende del tipo de analista que uno quiere ser. Por ejemplo, para el análisis de datos hay que estudiar Estadística, Matemáticas, Ciencias de Datos o Ingeniería en Sistemas, mientras que para ser analista de negocios y finanzas es imprescindible cursar la carrera universitaria de Administración de Empresas o Economía. También es posible optar a programas de posgrado (Ciencia de Datos, Economía Aplicada, Gestión Financiera…) y cursos técnicos especializados en métodos analíticos (por ejemplo, Machine Learning e inteligencia de negocio); herramientas concretas (formaciones en SQL, Python, Tableau…); y certificación de análisis de datos (Microsoft Certified: Data Analyst Associate y Google Data Analytics).

El rol del estratega
Aunque no es tan conocido como el de analista o consultor, es el encargado de diseñar y de planificar estrategias para que una organización alcance sus objetivos. ¿Qué implica esto? Por ejemplo, estudiar las tendencias del mercado para aplicar herramientas como el análisis DAFO que identifica las fortalezas, las debilidades, las oportunidades y las amenazas de una compañía. También decide cómo hay que priorizar los proyectos que se van a realizar, gestionar riesgos, asignar recursos y hacer los ajustes que considere oportunos. Es por ello que emplea indicadores clave de rendimiento (KPI) que miden el éxito que han tenido sus propuestas. Entre las áreas de la empresa donde la figura del estratega es primordial se encuentran finanzas, marketing, innovación, recursos humanos y operaciones.
En relación a las habilidades que debe cultivar un buen estratega, destacan el liderazgo, la capacidad analítica, el pensamiento crítico y la adaptabilidad. Aunque no hay un itinerario formativo específico para ser estratega, algunos grados como los de Economía y Administración de Empresas brindan una buena base para el análisis de datos y la gestión de recursos. Es aconsejable, por otro lado, contar con un máster especializado en áreas como gestión de la innovación, finanzas, estrategia empresarial y marketing digital, porque los estrategas deben estar familiarizados con temas SEO, análisis web y redes sociales. Igualmente disponer de certificaciones profesionales relacionadas, por ejemplo, con la inteligencia de negocio, la gestión de proyectos y la gestión estratégica.