La reciente decisión de Facebook de permitir a los menores de 18 años compartir contenidos públicamente reabre un debate social controvertido: las políticas de uso de las redes sociales respecto al público adolescente. Carlos Represa, director del Área de Seguridad en Internet y Protección de Menores de la Fundación UNIR (Universidad Internacional de La Rioja), aboga por redefinir el concepto de seguridad en Internet e impulsar políticas educativas para protegerles.

A partir de ahora, los menores de entre 13 y 17 podrán compartir en modo público, y accesible para todos, sus fotografías, su estado y sus comentarios en Facebook. ¿Por qué este cambio?

El público de mayor penetración en las redes sociales son los menores: algunos tienen perfiles abiertos en Facebook con 8 y 9 años; de hecho, la edad media es de 11 años. Todavía no tienen habilidades, ni conocimientos, ni la percepción real de lo que es Internet y utilizan Facebook. Ell@s buscan la satisfacción inmediata de sus necesidades, quieren relacionarse y sentirse parte de una comunidad, y pueden hacerlo en Twitter o a través del WhatsApp; son sus favoritas, porque comparten conocimientos de forma inmediata. Facebook ha detectado una sangría muy grande de su público más bajo en años y ahora ofrece a los menores la posibilidad de compartir contenidos.

¿Se ha derribado en cierta manera un muro ético en aras de la comercialización de públicos?

No sabemos hasta dónde va a llegar el problema de la huella digital de los menores, pero podemos hablar de experiencias concretas. Twitter es un hervidero de pederastia y pornografía infantil con una dimensión desconocida para el gran público. Y es que los menores pueden estar en esas plataformas sin ningún tipo de supervisión ni control de los adultos. También sabemos que los mecanismos de respuesta que tiene Twitter son mínimos y que cualquier menor puede compartir información. El pederasta y el pornógrafo buscan los espacios donde están los menores y van al mundo de Twitter, Facebook y Tuenti, aunque en este último hay más control.

¿Qué otros efectos negativos puede acarrear?

El niño no es consciente de hasta dónde puede dar información. En Twitter es muy pequeña, pero Facebook puedes dar muchísima más. Y simplementente, cruzando los datos que suministre es posible diseñar un perfil de su familia, de sus estudios, de sus profesores y de todo su entorno. Pero a Facebook esto no le importa porque va a incrementar una suculenta cuenta de resultados y va a permitir que todo ese chorro de internatutas que está perdiendo por la inmediatez de Twitter vuelva a su red social.

El cambio en Facebook coincide en el tiempo con otra maniobra de Google: utilizar nuestros perfiles para hacer publicidad social.

Google+ no es una red social normal, ya que aglutina todos los datos de los usuarios que utilizan sus herramientas gratuitas. Aunque las consecuencias de esta nueva política no se saben, sí podemos prever algo. Google ha conseguido una masa crítica de cientos de millones de personas que la utilizan de manera cuasi obligatoria, ya que no queda más remedio a cambio de la gratuidad. Ellos dicen que la publicidad social no afecta a menores de 18 años, pero el 50% de los que están en Google+ mienten sobre su edad. También saben que hay millones de niños utilizando Google+. Cuando Google toma este tipo de decisiones lo hace pensando en su cuenta de resultados y su facturación. Internet no se hace ni se ha hecho nunca pensando en los menores.

¿Cómo puede reaccionar la política, la judicatura y la policía?

No somos previsores, ni proactivos, ni preventivos; somos reactivos, porque cuando tenemos el problema entonces pensamos qué hacer. Estamos analizando qué hacer cuando ya deberíamos haber hecho algo. No podemos pensar ahora qué podemos hacer para acabar con la pornografía en Twitter cuando no hemos arbitrado mecanismos para evitarlo. Sufrimos una dispersión competencial que hace que las Administraciones Públicas y las personas que tienen que actuar sean incapaces de coordinarse. La seguridad en Internet es un concepto nuevo, por lo que definamos primero el concepto y después coordinemos lo que tiene que hacer cada administración. La primera decisión es que los contenidos de seguridad deben entrar en el itinerario educativo, tienen que estar en el currículo, y deben ser enseñados por los profesores en las aulas. Luego, son necesarios cambios legislativos de protección de menores que sean efectivos; y, por otro lado, que la Comisión Europea adopte un reglamento que proteja y obligue a Twitter, Facebook o cualquier operador que facture en España a cumplir las reglas. La regulación legal debe aplicarse sobre el uso.

¿Pueden prevenirse los ciberdelitos gracias a una buena base educacional?

El 60% de los delitos en nuevas tecnologías afectan a menores, o tienen como actores a los menores, ya sea como impulsores o víctimas del delito. ¿Qué se ha ha hecho hasta ahora? Dar charlas de voluntarios y policías, y si no empezamos a formar a los menores en las aulas estamos perdiendo una oportunidad para que cuando estos futuros profesionales lleguen a las empresas sepan cómo deben definir su autoprotección. Todos se preocupan, pero nadie se ocupa de los problemas que está habiendo de violencia de género en edades temprana, como el sexting (difundir fotos sexuales sin consentimiento vía móvil u ordenador), de grooming (chantaje o extorsión a las víctimas con fines sexuales) y muchos más delitos. Si empezamos a construir una educación de base en los colegios seremos capaces de llegar a los padres. Asimismo, y si podemos introducir esos conocimientos en los colegios desde que los niños empiezan a acercarse a las nuevas tecnologías, lograremos los objetivos. Si lo entendemos de esa manera podremos cambiar y abordar esta problemática desde un ámbito multidisciplinar porque tendrá que intervenir Educación, Justicia, las Administraciones Públicas y todos los agentes que de verdad quieran proteger al menor.

¿Qué papel deben jugar los padres?

Hasta ahora no se ha conseguido un canal que haga que se involucren con la responsabilidad total de la educación, que es su labor. Como no se les ha dado esa formación y su receptividad ha sido muy mala , propongo una iniciativa que estamos realizando en la universidad. Se trata de meter esas materias en el proyecto educativo, estableciendo reglas de convivencia que involucran a los padres. Hay que ser conscientes de que Internet forma parte de la formación de personalidad de nuestros hijos, y de que la seguridad en la Web ha adquirido una importancia y una dimensión que no podíamos prever. Pero ahora hay que actuar. ¿Cómo llegas al padre? A través del profesor. Si conseguimos hacer eso, y lo estamos haciendo, el concepto de formación del padre se trasladará al colegio también y los resultados serán mucho mejores.

Por eso, en UNIR, a través del Curso de Experto en Redes Sociales y Menores, estamos trabajando sobre ese proyecto educativo, aunque aparte de este tipo de iniciativas hay otra serie de agentes que tienen que colaborar; porque no es suficiente que nosotros hagamos acciones formativas, educativas o docentes, o que visitemos numerosas consejerías o colegios. Las personas que se ocupan de estos temas deben ponerse de acuerdo y colaborar. Si no hacemos frente a este reto, dejaremos a los niños abandonados en un contexto que les es extraño y en el que no tienen herramientas para manejarse.