Desafortunadamente, la empatía no se ha tenido ni se tiene en cuenta tanto en las instituciones educativas como en las políticas o en el mundo de la empresa. Sin embargo, una sociedad empática es más permisiva y tolerante, más respetuosa con los derechos de todos, no establece dogmas o formas de vida más adecuadas que otras porque se basa en la aceptación y el respeto siempre que no se haga daño a los demás. 

Es lo que conocemos por una sociedad más civilizada y es que la empatía es nuestra tendencia natural más desarrollada, que puede llevarnos a un mundo mejor, con predominio de la paz, a un mundo menos violento y en el que todos tengamos cabida, independientemente de ideales, creencias o fronteras. Por ello, educar en empatía es ventajosa no sólo para el individuo sino para la sociedad en su conjunto. Y desde mi punto de vista, en la educación también. 

Educar en empatía

Educar en empatía es fundamental para fomentar la relación de ayuda, la cooperación y el altruismo. El modelo imperante hasta la fecha está más basado en la competición y el individualismo, lo que ha ido en detrimento del fomento de la empatía que por su propia definición es contrario a esta forma de educar en empatía, gobernar y dirigir. 

La situación de crisis sanitaria, económica y social que estamos viviendo (e incluso me atrevería a decir personal en muchos casos) debida al COVID-19, supone, como toda crisis, una oportunidad de crecimiento y cambio. No solo a nivel individual, sino como comunidad. Seamos una sociedad resiliente y veamos qué nos interesa a nivel educativo, con el fin de crear unos modelos diferentes a los actuales en los que prime la cooperación y la empatía frente a la competición y el egocentrismo. 

Lo estamos viendo en el día a día, cómo decepcionan y fracasan los modelos políticos centrados en el poder y la confrontación frente a la actitud y comportamiento de miles de ciudadanos y profesionales que nos hacen creer en un mundo mejor. 

Pero, ¿por qué ha imperado ese modelo competitivo en el que las características narcisistas, e incluso psicopáticas, hacen más probable que se alcancen puestos de poder? La respuesta a ello no es sencilla pero nos confirma, tanto a nivel emocional como práctico, que no es bueno para el desarrollo de la sociedad, para su bienestar y, por ende, para su felicidad.

¿Cómo llevar la empatía al sistema educativo? 

Desde mi punto de vista el cambio proviene de la base de la educación, donde miles de docentes llevan a cabo el trabajo más relevante: la construcción de la sociedad del mañana. ¿Podemos cambiar algún aspecto para garantizar que la cooperación y la empatía adquirirán un peso fundamental en el sistema educativo? Claro que podemos hacerlo, al menos podemos intentarlo. 

Educar En Empatía

Si pensamos en nuestra infancia, cuando íbamos al colegio, nuestra adolescencia cuando íbamos al instituto o incluso cuando asistíamos a la universidad y pensamos en el maestro o docente que más nos ha marcado en positivo, tanto intelectual como emocionalmente, posiblemente estemos pensando en una persona empática. Seguramente es la persona que más nos ha transmitido, ha captado nuestras necesidades e intereses y nos ha valorado y respetado. Quienes educan en la empatía son queridos y respetados por su alumnado y cuentan con capacidades adecuadas para adaptarse a las necesidades individuales de cada uno de ellos. 

Pero, ¿cómo se selecciona a los profesionales de la educación en nuestro sistema educativo? Pues básicamente a través de sus calificaciones para acceder a los estudios en Magisterio, y de éstas y su desempeño en un concurso-oposición para acceder al sistema educativo público. Pero en ningún momento se evalúa su inteligencia emocional o empatía, algo fundamental desde mi punto de vista, pues considero que es la profesión más importante, que contribuye notablemente a crear la base de la sociedad. Si hoy en día contamos con docentes empáticos es porque lo son de base o se han preocupado de serlo, pero no porque sea un requisito para poder desempeñar esta profesión.

Por ello, considero que sería necesario incluir la empatía en el curriculum educativo, y también requerir que los docentes tuviesen capacidades empáticas o se formasen en ellas. Sería adecuado además trabajar todo aquello que facilitase su desarrollo, en una constante interacción entre los hogares y los centros educativos. 

Educar En Empatía

Comenzaría por la educación del yo interior, con especial atención a la sobreprotección que lleva generalmente al egocentrismo, y estimulando el desarrollo de la autoestima, la educación espiritual, la compasión y la creatividad. También se podría trabajar en empatía mediante el cultivo de las artes escénicas, la música y la lectura, el desarrollo del juego cooperativo, la creación de espacios empáticos y la educación en equidad y diversidad. Las familias, por su parte, pueden ayudar en gran medida en la educación en empatía, ya que es necesario que haya sintonía entre los hogares y los centros escolares.

El papel de la empatía para acabar con el bullying

El acoso escolar es el primer tipo de violencia entre iguales, y de no cambiarlo o erradicarlo, trascenderá al mundo adulto. Por ello, también resulta de gran importancia establecer medidas educativas de convivencia escolar mediante la educación en empatía, el aprendizaje cooperativo y la mediación. Además es necesaria la formación del profesorado, junto con la implantación de protocolos de detección y actuación en los centros: cuanto antes se identifique el bullying, menos sufrimiento conllevará y más rápidamente se podrá erradicar. 

"Quienes educan en la empatía son queridos y respetados por su alumnado y cuentan con capacidades adecuadas para adaptarse a las necesidades individuales de cada uno de ellos"

La forma en la que nos comportamos en nuestro ámbito laboral viene en gran parte marcada por lo que aprendimos en la escuela, pero no a nivel de conocimientos, sino de estrategias de relación e interacción con los demás. Una de las claves para erradicar los primeros atisbos de violencia, como en el caso del bullying, ha de ser el trabajo de educación en empatía, porque las dinámicas en las que los menores se ponen en el lugar tanto de quien padece acoso como de quien lo ejerce facilitan que comprendan las motivaciones y las emociones de ambos. 

Estoy seguro de que ello supondrá un cambio de valores, en las prioridades y en las estrategias de interacción con los demá y nos llevará, sin duda, a una sociedad más interesada en las personas y en su bienestar. Aprovechemos esta situación de crisis para plantearnos el cambio, un sistema educativo con otras prioridades.

Sobre el autor
Avatar De Educación 3.0

EDUCACIÓN 3.0

Somos el medio de comunicación líder en innovación educativa, nuevas tecnologías y metodologías, innovación docente, formación y recursos para profesores.