Andrea Giráldez, profesora universitaria y consultora, y María Soledad Slegt, profesora en nivel inicial y estimuladora temprana, nos explican la dinámica 'La rueda de la vida' y las claves para aplicarse en una clase de Educación Infantil.
RuedadelavidaEste es un artículo, en el que mis experiencias como profesora de un curso on line de coaching para docentes, se mezclan con las de una de las participantes, Soledad, maestra de Educación Infantil.
Siempre he enseñado con la convicción de que solo puedo “repartir las cartas de la baraja”,  explicar las reglas del juego (solo las básicas y fundamentales) y, a partir de ahí, convertirme en una observadora atenta y dejar que cada uno interprete y busque su propio camino, su propio estilo. Esta analogía me ha servido y me sirve para pensar en el proceso de enseñanza y aprendizaje como un proceso de ida y vuelta, en el que todos tenemos algo que enseñar y todos tenemos algo que aprender. La magia se produce cada vez que comprobamos que los estudiantes (de la edad que sean) encuentran soluciones que nosotros no habíamos imaginado. Esto, afortunadamente, sucede muy a menudo y hoy me voy a referir a una de esas ocasiones.
Hace un par de meses, en uno de los módulos dedicado a presentar distintas herramientas del coaching, invitamos a los participantes a imaginar, proponer y experimentar nuevos usos para una misma herramienta aplicada a su contexto de trabajo. Entre todas estas herramientas, Soledad eligió trabajar con la rueda de la vida.

La rueda de la vida

La rueda de la vida (también llamada “la bicicleta”) es, probablemente, una de las herramientas más populares en el mundo del coaching. Consiste en dividir un círculo en varios espacios que representan, respectivamente, distintos ámbitos de la vida de las personas (por ejemplo, salud, trabajo, dinero, relaciones personales, etcétera). Cuando se aplica a otros contextos, como puede ser el caso de la educación, esos ámbitos pueden reemplazarse por otros que nos interese valorar (por ejemplo, relación con los docentes, participación en clase, capacidad de atención y concentración, relación con los compañeros, capacidad para pensar por sí mismo, calificaciones, etc.). Una vez seleccionados los ámbitos, se trata de evaluar cada uno de ellos con una puntuación de 1 a 10, siendo 1 la puntuación más baja. Cuando se han puntuado todos los ámbitos se trazan líneas para unirlos y comprobar los resultados.
Además de reflexionar y comprobar cómo valoramos cada ámbito, el dibujo resultante representa el equilibrio (o la falta de equilibrio) entre las distintas áreas. De ahí el nombre de la herramienta y la analogía con una rueda. Al igual que una rueda, si la forma es regular será más fácil “rodar”. Si, por el contrario, es demasiado irregular, será más difícil.
Una vez completada la rueda, podemos pensar en cuál sería el estado óptimo en cada ámbito y en las acciones de mejora que podríamos emprender. No se trata de intentarlo todo a la vez, y la buena noticia es que cuando mejoramos en uno de esos ámbitos los efectos probablemente tendrán un impacto en los otros.

La rueda de la vida en una clase de Infantil

Lo que sigue es lo que Soledad imaginó y realizó en su clase, y a ella le cedo la palabra transcribiendo textualmente lo que comentó tras realizar la experiencia.
Una vez conocí esta dinámica presentada por Andrea, la llevé a la práctica en mi clase de niños de 5 años del Jardín Club Estudiantes de La Plata (Argentina). Adapté algunas cuestiones y terminologías para que el proceso resultara acorde con el grupo y la edad. Les conté a los niños que ése día íbamos a conversar acerca de cómo estábamos en algunas cuestiones que hacen a nuestra vida en el jardín y les presenté el siguiente gráfico:
Rueda_Vida
Leí detenidamente cada porción de la rueda, les pregunté si estaban de acuerdo con esos ejes o si querían cambiar alguno. De manera conjunta aceptaron la propuesta tal cuál fue presentada. Seguidamente les conté que sería necesario ver cuáles, entre todos esos aspectos, estaban bien, cuáles podríamos mejorar y cuáles considerábamos que estaban muy bien. Entonces adjunté la siguiente referencia:
Rueda_Vida
Una vez establecidas las mismas, comenzamos a completar (pintando) cada uno de los aspectos seleccionados.  A su vez acordamos que pintaríamos la totalidad de la porción en aquellas ocasiones en que estábamos muy bien, sólo la mitad si estábamos bien y una pequeña porción si teníamos que mejorar.
Fueron sumamente valiosos los intercambios generados en el grupo para establecer y lograr acuerdos respecto del color que usaríamos para pintar cada aspecto y la porción.  Los resultados fueron los siguientes:
Rueda_Vida
 

Una vez finalizada la tarea y visualizados los resultados, intervine mediante las siguientes preguntas:

Docente: ¿Qué observan?

Alumno/a: -Hay colores de cómo nos portamos.
Alumno/a: -Veo muchas cosas que están muy bien.
Alumno/a: -Hay cosas que están mucho mejor que antes.
Alumno/a: -Antes, hace mucho, el baño lo habríamos pintado de rojo.
Alumno/a: -Yo veo que está bastante bien porque hay un solo rojo.
Alumno/a: -Cuando empezamos el jardín casi todo era rojo.
Alumno/a: -Veo que venimos mejorando.

Docente: ¿Les gustaría cambiar cosas para mejorar esto que vemos en la rueda?

Alumno/a: -A mí me gustaría cambiar el rojo por el verde.
Alumno/a: -Y a mí me gustaría todo de color verde.
Alumno/a: -Yo quisiera que un día lo pintemos todo de verde.
Alumno/a: -Pero para eso tenemos que llegar a portarnos súper bien.
Alumno/a: -Y hacer mucho esfuerzo para lograrlo.
Alumno/a: -Tendríamos que hacer otra rueda para ver si podemos poner todo verde.

Docente: ¿Estarían dispuestos a establecer un compromiso para mejorar?

Alumno/a: -Sí, es lo de escucharnos lo que hay que mejorar.
Alumno/a: -Podemos por ejemplo, no hablar arriba del otro.
Alumno/a: -Escuchar a la seño cuando habla.
Alumno/a: -Escuchar a los amigos cuando hablan.
Alumno/a: -No hacer cosas gritando.
Alumno/a: -Esperar su turno para decir las cosas.
Alumno/a: -Levantar la mano para hablar.
Seguramente la presente propuesta tenga varios aspectos interesantes para analizar.  Pero no puedo dejar de mencionar, en primera instancia, la observación de que los niños fueron capaces de rescatar primeramente las cosas que habían logrado, las que hacen bien, lo que han aprendido, dejando recién para una instancia siguiente lo que hay que mejorar.  Sin duda, han tomado conciencia de que hay un aspecto fundamental: escucharnos.  Y como habrán notado en las respuestas, surgieron ideas para las primeras acciones a realizar para superarnos y las fuimos apuntando en la rueda de la vida.

Tomar conciencia para mejorar

Cuando hacemos coaching con jóvenes o adultos el primer paso es ayudarles a tomar conciencia. De hecho, nadie puede emprender un proceso de cambio si no sabe qué quiere o necesita cambiar. Soledad fue capaz de trasladar esa misma idea a su clase, cediendo la palabra a las niñas y los niños, confiando en ellos, ayudándoles a valorar por sí mismos qué iba muy bien, qué iba bien y qué se podía mejorar y, finalmente, a buscar las opciones para dar los pasos necesarios y conseguir lo que se proponían. Qué distinto es esto a decirles, como a menudo hacemos en la escuela, lo que deberían hacer.

Andrea Giráldez

Profesora universitaria, consultora, facilitadora de procesos de formación en soft-skills y directora de online learning en Growth Coaching Online

María Soledad Slegt

Profesora en Nivel Inicial y Estimuladora Temprana.  El trabajo fue realizado con la sala de 5 años (Naranja) del Jardín Club Estudiantes de La Plata (Argentina) donde se desempeña como docente desde el año 2011.

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